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¿Qué se debe tener en cuenta para realizar la reforma electoral en Guatemala?

Redacción
26 de marzo, 2015

Por: César Leonel Sigüenza Blanco

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de compartir acerca de la importancia y urgencia de reformar algunos aspectos clave del sistema electoral guatemalteco. La idea de cambiar la forma en la que elegimos a los altos funcionarios, pareciera ser compartida por la generalidad de las personas, e incluso es parte del discurso de muchos políticos. Sin embargo, elaborar y proponer una reforma técnica y seria requiere de ciertos elementos, a fin de lograr un cambio sustancial y verdaderamente positivo.

Uno de los principales aspectos a considerar, previo a discutir el fondo de la reforma, es la naturaleza del sistema electoral, pues existen algunas ideas fundamentales que los actores involucrados en el proceso de reforma deben compartir. Estos aspectos previos son importantes, pues sirven para encuadrar una posible propuesta dentro de lo beneficios y lo posible, además que sustentan la idea de que no es necesario un desgaste político que pudiese resultar más dañino al final.

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En este sentido, es preciso resaltar cuatro ideas rectoras del proceso de formulación de una propuesta de reforma al sistema electoral:

En primer lugar, es necesario que en el proceso se haga partícipe a la sociedad. La experiencia internacional y la teoría confirman que, a pesar que los representantes del pueblo son los formalmente habilitados para promover la reforma, es trascendental que en la elaboración de la propuesta se cuente con la retroalimentación y enfoque de las personas que en definitiva ejercerán sus derechos políticos por medio del sistema electoral. De dicho involucramiento se espera que nazca una propuesta de reforma que sea coherente con las necesidades y la visión ciudadana, dotándola así de legitimidad social y de pertinencia con los intereses del país.

Un segundo pilar es la lograr que la reforma electoral esté correctamente enfocada desde el aspecto jurídico y político. Es decir, que así como se debe contar con el asesoramiento técnico jurídico para que la propuesta sea compatible con el sistema legal del país, y que respete los derechos y garantías de los individuos, también es importante contar con una visión política que fortalezca y haga viable la eventual reforma. Este elemento resulta beneficioso, pues permitirá que la modificación sea fácilmente aplicable dentro de la estructura del Estado.

El tercer pilar trata acerca del entendimiento del sistema electoral como un mecanismo complejo e interrelacionado. Esto significa que en la elaboración de la propuesta se tenga la noción de que la modificación de una de las partes del sistema, tendrá una repercusión sobre las demás partes que lo integran, logrando que se tome en cuenta, tanto las consecuencias esperadas de la reforma, como las no intencionadas y que, en la medida de lo posible, se minimicen los efectos no deseados o las posibles incongruencias.

El último pilar se compone del entendimiento de que el mejoramiento al sistema electoral como una labor continua, que no se agotará con una puntual reforma. Este aspecto parte del reconocimiento de que la naturaleza dinámica del actuar de los actores políticos, implica una revisión periódica de las normas que regulan el sistema democrático.

Como se puede apreciar, estas ideas no pretenden limitar el alcance, sentido o enfoque de una propuesta de reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, sino establecer una especie de marco que permita un proceso ordenado y eficaz. Esperemos que como un primer paso, las personas y entidades verdaderamente interesadas, puedan en principio acordar algunos lineamientos como los anteriormente compartidos. Si logramos poner en práctica algunas reglas básica, podremos alcanzar, por medio del diálogo y el consenso, un sistema político que verdaderamente promueva el funcionamiento eficaz del aparato estatal.

¿Qué se debe tener en cuenta para realizar la reforma electoral en Guatemala?

Redacción
26 de marzo, 2015

Por: César Leonel Sigüenza Blanco

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de compartir acerca de la importancia y urgencia de reformar algunos aspectos clave del sistema electoral guatemalteco. La idea de cambiar la forma en la que elegimos a los altos funcionarios, pareciera ser compartida por la generalidad de las personas, e incluso es parte del discurso de muchos políticos. Sin embargo, elaborar y proponer una reforma técnica y seria requiere de ciertos elementos, a fin de lograr un cambio sustancial y verdaderamente positivo.

Uno de los principales aspectos a considerar, previo a discutir el fondo de la reforma, es la naturaleza del sistema electoral, pues existen algunas ideas fundamentales que los actores involucrados en el proceso de reforma deben compartir. Estos aspectos previos son importantes, pues sirven para encuadrar una posible propuesta dentro de lo beneficios y lo posible, además que sustentan la idea de que no es necesario un desgaste político que pudiese resultar más dañino al final.

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En este sentido, es preciso resaltar cuatro ideas rectoras del proceso de formulación de una propuesta de reforma al sistema electoral:

En primer lugar, es necesario que en el proceso se haga partícipe a la sociedad. La experiencia internacional y la teoría confirman que, a pesar que los representantes del pueblo son los formalmente habilitados para promover la reforma, es trascendental que en la elaboración de la propuesta se cuente con la retroalimentación y enfoque de las personas que en definitiva ejercerán sus derechos políticos por medio del sistema electoral. De dicho involucramiento se espera que nazca una propuesta de reforma que sea coherente con las necesidades y la visión ciudadana, dotándola así de legitimidad social y de pertinencia con los intereses del país.

Un segundo pilar es la lograr que la reforma electoral esté correctamente enfocada desde el aspecto jurídico y político. Es decir, que así como se debe contar con el asesoramiento técnico jurídico para que la propuesta sea compatible con el sistema legal del país, y que respete los derechos y garantías de los individuos, también es importante contar con una visión política que fortalezca y haga viable la eventual reforma. Este elemento resulta beneficioso, pues permitirá que la modificación sea fácilmente aplicable dentro de la estructura del Estado.

El tercer pilar trata acerca del entendimiento del sistema electoral como un mecanismo complejo e interrelacionado. Esto significa que en la elaboración de la propuesta se tenga la noción de que la modificación de una de las partes del sistema, tendrá una repercusión sobre las demás partes que lo integran, logrando que se tome en cuenta, tanto las consecuencias esperadas de la reforma, como las no intencionadas y que, en la medida de lo posible, se minimicen los efectos no deseados o las posibles incongruencias.

El último pilar se compone del entendimiento de que el mejoramiento al sistema electoral como una labor continua, que no se agotará con una puntual reforma. Este aspecto parte del reconocimiento de que la naturaleza dinámica del actuar de los actores políticos, implica una revisión periódica de las normas que regulan el sistema democrático.

Como se puede apreciar, estas ideas no pretenden limitar el alcance, sentido o enfoque de una propuesta de reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, sino establecer una especie de marco que permita un proceso ordenado y eficaz. Esperemos que como un primer paso, las personas y entidades verdaderamente interesadas, puedan en principio acordar algunos lineamientos como los anteriormente compartidos. Si logramos poner en práctica algunas reglas básica, podremos alcanzar, por medio del diálogo y el consenso, un sistema político que verdaderamente promueva el funcionamiento eficaz del aparato estatal.