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La irracionalidad ajena

María Dolores Arias
07 de abril, 2015

El jueves de la semana pasada, un grupo de terroristas islámicos somalí identificados como Al Shabab tomaron el campus universitario de Garissa al noreste de Kenia. Hombres enmascarados usaron granadas y rifles semiautomáticos para someter a la seguridad del campus. Durante este atentado –que duró más de doce horas- masacraron a 147 personas, hirieron a más de 104 y mantuvieron como rehenes a más de 500 -en su mayoría estudiantes-.

Las narraciones de los sobrevivientes muestran la cobardía de estos terroristas al invitarlos a salir de los edificios para después dispararles a quemarropa, hay relatos estremecedores de sobrevivientes, como el de quien usó la sangre de sus compañeros para simular estar muerto, o quien quedó bajo una pila de cadáveres con el mismo propósito.

Hay testimonios de sobrevivientes que cuentan que los terroristas irrumpieron en un servicio cristiano de oración para matar a algunos y tomar rehenes; otros narran que mientras este grupo recorría las instalaciones y asesinaban a sus víctimas daban discursos religiosos. Incluso el mismo grupo de Al Shabab en declaraciones a la prensa afirman que separaron a musulmanes de los no musulmanes para después dejar salir a los primeros y masacrar a los segundos.

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Como respuesta al atentado en Garissa, el gobierno de Kenia mandó aviones para bombardear campos de los terroristas Al Shabab en Somalia. Según varios analistas, la razón del ataque es el envío de tropas keniatas a Somalia en el 2011 para combatir a este grupo que pretende establecer un Califato en la región donde pretenden que la Ley Islámica o Sharia sea la que rija.

Más allá de las críticas al gobierno keniata por el envío de tropas a Somalia, por la supuesta negligencia ante la amenaza de estos terroristas en áreas fronterizas y del bombardeo en respuesta al atentado, quiero centrarme en lo que a mi parecer es la principal raíz de este y muchos conflictos no sólo en África y Oriente próximo sino en el resto del mundo, la irracionalidad.

La irracionalidad es la renuncia a usar la facultad más poderosa del ser humano, la razón. Esta nos permite identificar las cosas como son y nos diferencia de los animales ya que es por el uso de la razón que tenemos fines y propósitos. Siendo el fin último buscar la felicidad, el buen vivir.

La irracionalidad lleva a grupos como estos terroristas islámicos de Al Shabad a creer no sólo que su visión del mundo es la mejor sino que además debe imponerla al resto a cualquier costo. Creen que “los otros” –aquellos que no compartimos su visión- somos animales sacrificables y medios para sus fines. El irracional por principio es un cobarde ante la realidad y la evade constantemente.

Ante la masacre en la Universidad de Garissa, muchos han levantado la voz y condenado el atentado. Muchos lo han calificado como “abominable”, “barbárico y atroz” o “insensata brutalidad”, otros han expresado que es un tema que no puede quedar en el olvido y que debemos poner atención.

Coincido en los adjetivos que califican semejante acto, en lo que difiero es en la superficialidad de la condena. Mientras no vayamos a la raíz y no nos atrevamos a cuestionar en nuestros países con la misma intensidad seguirán siendo “noticias para el momento y no para el pensamiento”.

Es tan detestable la masacre en Kenia como la ocurrida en Los Pajoques, San Juan Sacatepéquez a manos de terroristas que masacraron a una familia por no compartir los mismos intereses. Es igual de condenable que algunos musulmanes persigan a cristianos como que algunos indígenas en una comunidad -como San Juan La Laguna- expulsen a judíos ortodoxos del pueblo.

Es tan malvado el grupo de Al Shabab que se ha organizado para dañar a los “otros” como aquellos que se organizan para destruir la propiedad privada y atentar contra la vida de quienes invierten en el país o trabajan para ellos. La principal diferencia entre Al Shabab y los grupos de terroristas y delincuentes en nuestro país es que el primero tal vez ha sido más efectivo en sus masacres.

Mientras no comprendamos que el principio es el mismo entre estos grupos de irracionales y terroristas, seguiremos condenando con energía lo que sucede en otros países y evadiendo lo que sucede en el nuestro.

@Md30

Facebook.com/mda30

La irracionalidad ajena

María Dolores Arias
07 de abril, 2015

El jueves de la semana pasada, un grupo de terroristas islámicos somalí identificados como Al Shabab tomaron el campus universitario de Garissa al noreste de Kenia. Hombres enmascarados usaron granadas y rifles semiautomáticos para someter a la seguridad del campus. Durante este atentado –que duró más de doce horas- masacraron a 147 personas, hirieron a más de 104 y mantuvieron como rehenes a más de 500 -en su mayoría estudiantes-.

Las narraciones de los sobrevivientes muestran la cobardía de estos terroristas al invitarlos a salir de los edificios para después dispararles a quemarropa, hay relatos estremecedores de sobrevivientes, como el de quien usó la sangre de sus compañeros para simular estar muerto, o quien quedó bajo una pila de cadáveres con el mismo propósito.

Hay testimonios de sobrevivientes que cuentan que los terroristas irrumpieron en un servicio cristiano de oración para matar a algunos y tomar rehenes; otros narran que mientras este grupo recorría las instalaciones y asesinaban a sus víctimas daban discursos religiosos. Incluso el mismo grupo de Al Shabab en declaraciones a la prensa afirman que separaron a musulmanes de los no musulmanes para después dejar salir a los primeros y masacrar a los segundos.

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Como respuesta al atentado en Garissa, el gobierno de Kenia mandó aviones para bombardear campos de los terroristas Al Shabab en Somalia. Según varios analistas, la razón del ataque es el envío de tropas keniatas a Somalia en el 2011 para combatir a este grupo que pretende establecer un Califato en la región donde pretenden que la Ley Islámica o Sharia sea la que rija.

Más allá de las críticas al gobierno keniata por el envío de tropas a Somalia, por la supuesta negligencia ante la amenaza de estos terroristas en áreas fronterizas y del bombardeo en respuesta al atentado, quiero centrarme en lo que a mi parecer es la principal raíz de este y muchos conflictos no sólo en África y Oriente próximo sino en el resto del mundo, la irracionalidad.

La irracionalidad es la renuncia a usar la facultad más poderosa del ser humano, la razón. Esta nos permite identificar las cosas como son y nos diferencia de los animales ya que es por el uso de la razón que tenemos fines y propósitos. Siendo el fin último buscar la felicidad, el buen vivir.

La irracionalidad lleva a grupos como estos terroristas islámicos de Al Shabad a creer no sólo que su visión del mundo es la mejor sino que además debe imponerla al resto a cualquier costo. Creen que “los otros” –aquellos que no compartimos su visión- somos animales sacrificables y medios para sus fines. El irracional por principio es un cobarde ante la realidad y la evade constantemente.

Ante la masacre en la Universidad de Garissa, muchos han levantado la voz y condenado el atentado. Muchos lo han calificado como “abominable”, “barbárico y atroz” o “insensata brutalidad”, otros han expresado que es un tema que no puede quedar en el olvido y que debemos poner atención.

Coincido en los adjetivos que califican semejante acto, en lo que difiero es en la superficialidad de la condena. Mientras no vayamos a la raíz y no nos atrevamos a cuestionar en nuestros países con la misma intensidad seguirán siendo “noticias para el momento y no para el pensamiento”.

Es tan detestable la masacre en Kenia como la ocurrida en Los Pajoques, San Juan Sacatepéquez a manos de terroristas que masacraron a una familia por no compartir los mismos intereses. Es igual de condenable que algunos musulmanes persigan a cristianos como que algunos indígenas en una comunidad -como San Juan La Laguna- expulsen a judíos ortodoxos del pueblo.

Es tan malvado el grupo de Al Shabab que se ha organizado para dañar a los “otros” como aquellos que se organizan para destruir la propiedad privada y atentar contra la vida de quienes invierten en el país o trabajan para ellos. La principal diferencia entre Al Shabab y los grupos de terroristas y delincuentes en nuestro país es que el primero tal vez ha sido más efectivo en sus masacres.

Mientras no comprendamos que el principio es el mismo entre estos grupos de irracionales y terroristas, seguiremos condenando con energía lo que sucede en otros países y evadiendo lo que sucede en el nuestro.

@Md30

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