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La corrupción es el peor impuesto del país

Redacción
12 de junio, 2015

Guatemala ha tenido un manejo macroeconómico responsable desde hace al menos 20 años, y es un gran activo que hay que mantener, pero lo que necesitamos no es que a la economía de algunos pocos le vaya bien si no a la economía de todos los guatemaltecos.

Vemos con satisfacción y tenemos que congratularnos que la economía de nuestro país llego a crecer al 4% del PIB en el 2014, arriba de la tendencia Latinoamericana, y supero a países como Colombia y Brasil. También vemos indicadores del desempeño de la economía familiar en crecimiento, el IMAE que genera el BANGUAT, nos dice que las familias están gastando más mensualmente en lo que va del año. Esto muy a pesar de la profunda crisis política e institucional que atravesamos, y a pesar del cimbronazo que estamos sintiendo a diario por cuenta de los escándalos de corrupción que destapa el Ministerio Publico y la CICIG.

Lo que necesitamos es superar este impase con el presidente Otto Perez Molina de si renuncia o llega a completar su término constitucional hasta el 14 a las 14, y que el Tribunal Supremo Electoral haga cumplir con la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Es crítico que pongan límites a los desmanes en el aprovechamiento de recursos del Estado para favorecer a las candidaturas del partido anaranjado, y parar el derroche exagerado en el gasto de campaña de los Partidos Políticos que ya hayan superado el límite establecido de 58 millones de Quetzales.

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A los políticos que buscan ser elegidos el 6 de septiembre, les tiene que calar que más de la mitad de los guatemaltecos no son dueños sino de incertidumbres. Es impactante y es una vergüenza nacional, que hoy en nuestro país hay 6.2 millones de compatriotas que viene en la pobreza, cuyos ingresos oscilan entre $1 y $3 dólares diarios según la ENCOVI, 2011.

Cuando escucho a los candidatos hablar con ligereza como de quien no entiende lo que sale de su boca, que tenemos que alcanzar la tan anhelada justicia social, y lo acompañan regalando de todo, desde laminas hasta motocicletas, y en sus propuestas de planes de gobierno de lo que se trata es de la continuidad de programas asistencialistas (mas bolsas con alimentos, mas abono que no sirve, mas remesas que se desperdician en clientelismo, etc.), me angustia el futuro próximo de Guatemala. En la crisis actual de credibilidad de la clase política y de los candidatos, la justicia social realmente obliga a acabar con la corrupción que es el impuesto más caro que pagamos todos los guatemaltecos.

Me aterra cada vez que los políticos de este gobierno decían que íbamos bien, el 70% de los guatemaltecos decía que la plata no les alcanza, al único que le alcanza la plata es a los ministros, al Presidente y a los “ex” de este gobierno que fueron desaforados acusados de corrupción.

A todos los políticos en esta contienda electoral hay que decirles que dejen de ser “promeseros”. Manuel Baldizón promete que va a hacer lo que no ha hecho en 4 años y Sandra Torres, promete que va a hacer lo que no hicieron en 8 años (incluyendo su propio desgobierno), y el “outsider” Jimmy Morales solo dice lo que no es, pero no dice nada más. El político que se distinguirá es aquel que demuestre los resultados, conocimientos, experiencia e idoneidad para el cargo. Los votantes así podremos confrontar a los buenos de frente con todos los promeseros.

La mermelada, que es la corrupción, es el impuesto más perverso del país, por eso la propuesta que viene de la alianza ciudadana es la correcta; no podemos permitir que se reelijan o se elijan candidatos deshonestos, con tachas en su desempeño, si el presidente se elige de la clase política más corrupta y de su red de carteles de la corrupción, no hay manera de combatirla. Esta es la cruda realidad y los guatemaltecos tenemos que evitarlo. Vamos unidos caminando hacia el cambio.

La corrupción es el peor impuesto del país

Redacción
12 de junio, 2015

Guatemala ha tenido un manejo macroeconómico responsable desde hace al menos 20 años, y es un gran activo que hay que mantener, pero lo que necesitamos no es que a la economía de algunos pocos le vaya bien si no a la economía de todos los guatemaltecos.

Vemos con satisfacción y tenemos que congratularnos que la economía de nuestro país llego a crecer al 4% del PIB en el 2014, arriba de la tendencia Latinoamericana, y supero a países como Colombia y Brasil. También vemos indicadores del desempeño de la economía familiar en crecimiento, el IMAE que genera el BANGUAT, nos dice que las familias están gastando más mensualmente en lo que va del año. Esto muy a pesar de la profunda crisis política e institucional que atravesamos, y a pesar del cimbronazo que estamos sintiendo a diario por cuenta de los escándalos de corrupción que destapa el Ministerio Publico y la CICIG.

Lo que necesitamos es superar este impase con el presidente Otto Perez Molina de si renuncia o llega a completar su término constitucional hasta el 14 a las 14, y que el Tribunal Supremo Electoral haga cumplir con la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Es crítico que pongan límites a los desmanes en el aprovechamiento de recursos del Estado para favorecer a las candidaturas del partido anaranjado, y parar el derroche exagerado en el gasto de campaña de los Partidos Políticos que ya hayan superado el límite establecido de 58 millones de Quetzales.

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Cuando escucho a los candidatos hablar con ligereza como de quien no entiende lo que sale de su boca, que tenemos que alcanzar la tan anhelada justicia social, y lo acompañan regalando de todo, desde laminas hasta motocicletas, y en sus propuestas de planes de gobierno de lo que se trata es de la continuidad de programas asistencialistas (mas bolsas con alimentos, mas abono que no sirve, mas remesas que se desperdician en clientelismo, etc.), me angustia el futuro próximo de Guatemala. En la crisis actual de credibilidad de la clase política y de los candidatos, la justicia social realmente obliga a acabar con la corrupción que es el impuesto más caro que pagamos todos los guatemaltecos.

Me aterra cada vez que los políticos de este gobierno decían que íbamos bien, el 70% de los guatemaltecos decía que la plata no les alcanza, al único que le alcanza la plata es a los ministros, al Presidente y a los “ex” de este gobierno que fueron desaforados acusados de corrupción.

A todos los políticos en esta contienda electoral hay que decirles que dejen de ser “promeseros”. Manuel Baldizón promete que va a hacer lo que no ha hecho en 4 años y Sandra Torres, promete que va a hacer lo que no hicieron en 8 años (incluyendo su propio desgobierno), y el “outsider” Jimmy Morales solo dice lo que no es, pero no dice nada más. El político que se distinguirá es aquel que demuestre los resultados, conocimientos, experiencia e idoneidad para el cargo. Los votantes así podremos confrontar a los buenos de frente con todos los promeseros.

La mermelada, que es la corrupción, es el impuesto más perverso del país, por eso la propuesta que viene de la alianza ciudadana es la correcta; no podemos permitir que se reelijan o se elijan candidatos deshonestos, con tachas en su desempeño, si el presidente se elige de la clase política más corrupta y de su red de carteles de la corrupción, no hay manera de combatirla. Esta es la cruda realidad y los guatemaltecos tenemos que evitarlo. Vamos unidos caminando hacia el cambio.