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El rol de los jóvenes universitarios en la construcción del consenso político.

Nicholas Virzi
10 de septiembre, 2015

Lograr la renuncia y el encarcelamiento del Presidente y la Vicepresidente mientras ejercían el poder político como autoridades máximas del Estado es un logro histórico. La lección cívica que ha dado el pueblo no es solo para Guatemala. Otros países deberían de tomar nota, incluyendo Estados Unidos.

El sometimiento del poder político guatemalteco a la justicia ciega e imparcial es algo inédito en Guatemala. Se logró por medio del amplio consenso político alcanzado en la sociedad guatemalteca. Este amplio consenso se hizo posible porque había un único punto sobre la mesa, la lucha contra la corrupción. Como cuestión puramente probabilística, el consenso entre muchas personas es más viable alcanzar cuando el número de elementos en el conjunto de temas se reduce al mínimo. En las protestas políticas de 2015 en Guatemala, el único elemento relevante fue la corrupción, o mejor dicho, lo relacionado con la lucha contra la corrupción, la transparencia, la rendición de cuentas, y el castigo por mala conducta.

El tema de la corrupción, y solo ese tema, fue lo que llevo a decenas de miles de guatemaltecos a las marchas pacíficas en todo el país. El enfoque sobre un único tema consiguió que se forjará el consenso, y la amplitud del consenso logró la relevancia política en su máxima expresión — el poder influir sobre resultados deseados ante la oposición férrea de los que ejercen el poder. No poca cosa.

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Otro factor que pesa en la explicación del surgimiento del poder político ciudadano en un país donde las preocupaciones de los votantes han tenido a los políticos despreocupados tiene que ver con quienes lideraron e integraron las filas de los inconformes. Desde cualquier óptica, es obvio que los jóvenes universitarios lideraron el esfuerzo cívico en contra de la corrupción en Guatemala en 2015.

En este caso del sometimiento del poder político a la voluntad del pueblo, destaca el noble papel de los movimientos estudiantiles, liderados por los estudiantes de la Universidad de San Carlos. Los alumnos, independientes de las autoridades de la institución que es partícipe en mucha de la corrupción que sufre el país, retornaron a su noble papel de activismo político progresista. Su activismo en la lucha contra la corrupción ha sido en el sentido cívico, pacífico, respetuoso de los derechos de los demás y de la imagen de su magna tricentenaria institución. Con el papel responsable y activo que jugaron las agrupaciones estudiantiles de la Universidad de San Carlos en el movimiento ciudadano contra la corrupción, la esperanza sería que los alumnos de dicha institución dejen atrás el pésimo perfil de manifestantes y delincuentes violentos que por años algunos irresponsables parecieron haberse esforzado en construir.

Los alumnos de las universidades privadas participaron también. Se destacan las agrupaciones estudiantiles y de jóvenes de la Universidad Rafael Landívar, la Universidad Francisco Marroquín, y agrupaciones de jóvenes como GuateActiva, la CEUG (una organización interuniversitaria), entre muchas otras que el espacio no permite mencionar. La participación de los jóvenes alumnos de universidades privadas también se debe de separar de las instituciones educativas que podrían representar. Esto se debe al hecho que las universidades privadas en Guatemala, independientemente de sus ideologías y doctrinas educativas particulares, son sumamente cautelosas cuando se trata de meterse en temas políticos. No es una crítica a las universidades en si, sino una descripción de su naturaleza y postura de base, que a lo mejor es la correcta, en vista de los tremendos daños que la intervención política desde su parte ha hecho a la universidad estatal en Guatemala.

Importante también fue la participación de organizaciones no universitarias como Jóvenes por Guatemala, el Movimiento Cívico Nacional, et al. Otras organizaciones obviamente participaron, como las del sector privado, y su eventual participación fue importante en el resultado positivo final. No obstante, se sumaron a la lucha cuando esta ya había no solo comenzado, sino cuando era obvio que estar del lado del estatus quo era sinónimo de estar del lado equivocado de la historia política de Guatemala, y de repente, de la región.

En conclusión, los jóvenes universitarios guatemaltecos dieron lecciones cívicas a los demás, a los viejos, a sus viejos, a sus profesores, a sus universidades, etc.. Sería innoble no darles a estos jóvenes universitarios el papel en el próximo y futuros gobiernos su papel merecido. La tarea que tienen los jóvenes universitarios, sin importar su carrera de licenciatura, es prepararse en temas de gestión pública y liderazgo. Solo así podrán posicionarse como los candidatos para las posiciones claves en el Estado guatemalteco de aquí a futuro.

El rol de los jóvenes universitarios en la construcción del consenso político.

Nicholas Virzi
10 de septiembre, 2015

Lograr la renuncia y el encarcelamiento del Presidente y la Vicepresidente mientras ejercían el poder político como autoridades máximas del Estado es un logro histórico. La lección cívica que ha dado el pueblo no es solo para Guatemala. Otros países deberían de tomar nota, incluyendo Estados Unidos.

El sometimiento del poder político guatemalteco a la justicia ciega e imparcial es algo inédito en Guatemala. Se logró por medio del amplio consenso político alcanzado en la sociedad guatemalteca. Este amplio consenso se hizo posible porque había un único punto sobre la mesa, la lucha contra la corrupción. Como cuestión puramente probabilística, el consenso entre muchas personas es más viable alcanzar cuando el número de elementos en el conjunto de temas se reduce al mínimo. En las protestas políticas de 2015 en Guatemala, el único elemento relevante fue la corrupción, o mejor dicho, lo relacionado con la lucha contra la corrupción, la transparencia, la rendición de cuentas, y el castigo por mala conducta.

El tema de la corrupción, y solo ese tema, fue lo que llevo a decenas de miles de guatemaltecos a las marchas pacíficas en todo el país. El enfoque sobre un único tema consiguió que se forjará el consenso, y la amplitud del consenso logró la relevancia política en su máxima expresión — el poder influir sobre resultados deseados ante la oposición férrea de los que ejercen el poder. No poca cosa.

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En este caso del sometimiento del poder político a la voluntad del pueblo, destaca el noble papel de los movimientos estudiantiles, liderados por los estudiantes de la Universidad de San Carlos. Los alumnos, independientes de las autoridades de la institución que es partícipe en mucha de la corrupción que sufre el país, retornaron a su noble papel de activismo político progresista. Su activismo en la lucha contra la corrupción ha sido en el sentido cívico, pacífico, respetuoso de los derechos de los demás y de la imagen de su magna tricentenaria institución. Con el papel responsable y activo que jugaron las agrupaciones estudiantiles de la Universidad de San Carlos en el movimiento ciudadano contra la corrupción, la esperanza sería que los alumnos de dicha institución dejen atrás el pésimo perfil de manifestantes y delincuentes violentos que por años algunos irresponsables parecieron haberse esforzado en construir.

Los alumnos de las universidades privadas participaron también. Se destacan las agrupaciones estudiantiles y de jóvenes de la Universidad Rafael Landívar, la Universidad Francisco Marroquín, y agrupaciones de jóvenes como GuateActiva, la CEUG (una organización interuniversitaria), entre muchas otras que el espacio no permite mencionar. La participación de los jóvenes alumnos de universidades privadas también se debe de separar de las instituciones educativas que podrían representar. Esto se debe al hecho que las universidades privadas en Guatemala, independientemente de sus ideologías y doctrinas educativas particulares, son sumamente cautelosas cuando se trata de meterse en temas políticos. No es una crítica a las universidades en si, sino una descripción de su naturaleza y postura de base, que a lo mejor es la correcta, en vista de los tremendos daños que la intervención política desde su parte ha hecho a la universidad estatal en Guatemala.

Importante también fue la participación de organizaciones no universitarias como Jóvenes por Guatemala, el Movimiento Cívico Nacional, et al. Otras organizaciones obviamente participaron, como las del sector privado, y su eventual participación fue importante en el resultado positivo final. No obstante, se sumaron a la lucha cuando esta ya había no solo comenzado, sino cuando era obvio que estar del lado del estatus quo era sinónimo de estar del lado equivocado de la historia política de Guatemala, y de repente, de la región.

En conclusión, los jóvenes universitarios guatemaltecos dieron lecciones cívicas a los demás, a los viejos, a sus viejos, a sus profesores, a sus universidades, etc.. Sería innoble no darles a estos jóvenes universitarios el papel en el próximo y futuros gobiernos su papel merecido. La tarea que tienen los jóvenes universitarios, sin importar su carrera de licenciatura, es prepararse en temas de gestión pública y liderazgo. Solo así podrán posicionarse como los candidatos para las posiciones claves en el Estado guatemalteco de aquí a futuro.