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Política migratoria, fronteras abiertas y la amenaza del terrorismo

Nicholas Virzi
13 de enero, 2016

Presenciamos una estampida de inmigrantes musulmanes de Medio Oriente exigiendo refugio inmediato en Europa. Un buen porcentaje de estos, la mayoría, huyen la brutal opresión que fanáticos musulmanes imponen en lugares como Siria e Irak. Otro buen porcentaje son inmigrantes que emigran (de muchos otros países) por razones económicas. Este último grupo se aprovecha del hecho que los verdaderos refugiados en su desesperación han entrado forzosamente a Europa, y que en el proceso han desnudado el hecho que la Unión Europea no solo no tiene fronteras internas, tampoco tiene fronteras externas. Ante esta realidad, se han dejado venir cualquier cantidad de inmigrantes económicos, que son igual de exigentes que los refugiados con su países de destino preferidos: o los dejan entrar ya, o entran.

Según algunas voces, pareciera que los países destino de la inmigración ya no tienen derecho de opinar sobre que personas entran a sus países, y con que razones. Cualquier pregunta razonable sobre el proceder del inmigrante, su historial, el riesgo que pudiera representar, rápidamente es tildada de ser inspirada en nada mas ni menos que sentimientos anti-musulmanes. Estos son los argumentos avanzados por las mismas personas que niegan cualquier vinculo entre el fundamentalismo islámico y el terrorismo.

Existen muchas razones válidas para controlar el ingreso de inmigrantes a Europa, o cualquier país, empezando con la cuestión de seguridad. Todos los atacantes del 11 de septiembre en Estados Unidos violaron reglas migratorias, asi como uno de los terroristas del último ataque en San Bernadino, California. Un atacante de Paris ingreso a la Unión Europea haciéndose pasar por refugiado. Por otro lado, el costo de atender a los migrantes es inicialmente enorme. Una vez entran, son una carga para los ciudadanos que pagan impuestos. La carga del Estado Benefactor solo crecerá, porque rápidamente dirán que tienen derecho de traer a sus numerosas familias al país destino.

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Es cierto que inmigrantes aportan muchísimo a las economías que los reciben, pero no solo representan un factor económico. La inmigración también puede representar externalidades políticas, si lo que se pretende es importar mas demandantes del creciente Estado Benefactor, como pasa en Estados Unidos. No se puede negar tampoco que países como Francia y el Reino Unido ya tienen a decenas de miles de simpatizantes del terrorismo islámico dentro de sus fronteras, incluso son ciudadanos, producto de décadas de política migratoria equivocada. El hecho que esta tremenda amenaza representa una fracción muy pequeña de la totalidad de las comunidades musulmanes en estos países es de muy poco consuelo, y, además, irrelevante.

Por muchas razones, cualquier país, o conglomerado de países, esta en su derecho de decir quien entra, o no entra, a su territorio. Sin embargo, en vista de la brutal opresión que sufre mucha gente bajo el poder de las fuerzas del fundamentalismo islámico, también existen exigencias morales que llaman especialmente a los países de Occidente a ayudar a los auténticos refugiados de la opresión islámica. La exigencia moral recae peculiarmente sobre los países de Occidente porque únicamente la cultura Occidental se preocupa de asuntos humanitarios.

La crisis migratoria europea tiene soluciones relativamente sencillas que ni siquiera se han contemplado. ¿Por qué no ubicar a los emigrantes de Medio Oriente en otros países de la región que no sufren de conflicto? Sería lo más lógico, ya que los inmigrantes compartirían la misma cultura, religión, tradiciones políticas, y los países destinos en ese caso serían mas cercanos geográficamente. El problema reside en el hecho que, con la excepción de Turquía, los regímenes en los países musulmanes no quieren aceptar a sus hermanos correligionarios, por los problemas antes mencionados.

Política migratoria, fronteras abiertas y la amenaza del terrorismo

Nicholas Virzi
13 de enero, 2016

Presenciamos una estampida de inmigrantes musulmanes de Medio Oriente exigiendo refugio inmediato en Europa. Un buen porcentaje de estos, la mayoría, huyen la brutal opresión que fanáticos musulmanes imponen en lugares como Siria e Irak. Otro buen porcentaje son inmigrantes que emigran (de muchos otros países) por razones económicas. Este último grupo se aprovecha del hecho que los verdaderos refugiados en su desesperación han entrado forzosamente a Europa, y que en el proceso han desnudado el hecho que la Unión Europea no solo no tiene fronteras internas, tampoco tiene fronteras externas. Ante esta realidad, se han dejado venir cualquier cantidad de inmigrantes económicos, que son igual de exigentes que los refugiados con su países de destino preferidos: o los dejan entrar ya, o entran.

Según algunas voces, pareciera que los países destino de la inmigración ya no tienen derecho de opinar sobre que personas entran a sus países, y con que razones. Cualquier pregunta razonable sobre el proceder del inmigrante, su historial, el riesgo que pudiera representar, rápidamente es tildada de ser inspirada en nada mas ni menos que sentimientos anti-musulmanes. Estos son los argumentos avanzados por las mismas personas que niegan cualquier vinculo entre el fundamentalismo islámico y el terrorismo.

Existen muchas razones válidas para controlar el ingreso de inmigrantes a Europa, o cualquier país, empezando con la cuestión de seguridad. Todos los atacantes del 11 de septiembre en Estados Unidos violaron reglas migratorias, asi como uno de los terroristas del último ataque en San Bernadino, California. Un atacante de Paris ingreso a la Unión Europea haciéndose pasar por refugiado. Por otro lado, el costo de atender a los migrantes es inicialmente enorme. Una vez entran, son una carga para los ciudadanos que pagan impuestos. La carga del Estado Benefactor solo crecerá, porque rápidamente dirán que tienen derecho de traer a sus numerosas familias al país destino.

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Es cierto que inmigrantes aportan muchísimo a las economías que los reciben, pero no solo representan un factor económico. La inmigración también puede representar externalidades políticas, si lo que se pretende es importar mas demandantes del creciente Estado Benefactor, como pasa en Estados Unidos. No se puede negar tampoco que países como Francia y el Reino Unido ya tienen a decenas de miles de simpatizantes del terrorismo islámico dentro de sus fronteras, incluso son ciudadanos, producto de décadas de política migratoria equivocada. El hecho que esta tremenda amenaza representa una fracción muy pequeña de la totalidad de las comunidades musulmanes en estos países es de muy poco consuelo, y, además, irrelevante.

Por muchas razones, cualquier país, o conglomerado de países, esta en su derecho de decir quien entra, o no entra, a su territorio. Sin embargo, en vista de la brutal opresión que sufre mucha gente bajo el poder de las fuerzas del fundamentalismo islámico, también existen exigencias morales que llaman especialmente a los países de Occidente a ayudar a los auténticos refugiados de la opresión islámica. La exigencia moral recae peculiarmente sobre los países de Occidente porque únicamente la cultura Occidental se preocupa de asuntos humanitarios.

La crisis migratoria europea tiene soluciones relativamente sencillas que ni siquiera se han contemplado. ¿Por qué no ubicar a los emigrantes de Medio Oriente en otros países de la región que no sufren de conflicto? Sería lo más lógico, ya que los inmigrantes compartirían la misma cultura, religión, tradiciones políticas, y los países destinos en ese caso serían mas cercanos geográficamente. El problema reside en el hecho que, con la excepción de Turquía, los regímenes en los países musulmanes no quieren aceptar a sus hermanos correligionarios, por los problemas antes mencionados.