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Jimmy Morales, el Estadista

Redacción
17 de enero, 2016

El primer discurso de Jimmy Morales como presidente ha sido ampliamente analizado. Se ha evaluado desde la forma, la estructura, así como el contenido. El consenso pareciera ser que fue un discurso bien pronunciado, que alcanzó sus objetivos pero que careció de un programa de política pública concreto.

Ciertamente, hay temas que son de mucha importancia e interés para el país. La salud, educación y seguridad, son algunos de los servicios públicos que necesitan ser brindados de mejor manera por el Estado. Sin embargo, a mí en lo particular me llamó la atención un tema que no suena mucho, pero es clave: el respeto a las instituciones democráticas.

Morales ha sido duramente criticado por su falta de experiencia política pero en este tema en particular mostró mucha madurez y una visión de Estado. A pesar de ser un “outsider”, Morales planteó en su discurso la necesidad de trabajar dentro de la institucionalidad ya establecida. De hecho, el Presidente inició su discurso agradeciendo a aquellos que habían trabajado para que la democracia se mantuviera. Recordemos cómo unas semanas antes de las elecciones hubo grupos que demandaban un aplazamiento de los comicios, bajo el argumento de que no existían condiciones para las elecciones. El apego de los actores políticos, entre ellos el Tribunal Supremo Electoral, a lo que la Ley establece, fue la variable que permitió que llegáramos a una elección con un alto margen de participación.

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A lo largo del discurso, Morales mencionó su compromiso con el proceso democrático. De hecho aseguró que “después de las elecciones salimos más unidos”. Es decir, el presidente observa su elección como una especie de salvación de la democracia y tiene cierta razón ¡Quién sabe que hubiese sucedido de ser electo alguno de los personajes asociados con la “política tradicional”!. Quizás el país no hubiese reaccionado de la manera tan ejemplar como lo ha hecho.

Morales no solamente habló de cómo las elecciones, y con ello la democracia, fue salvada, sino que también se mostró respetuoso de las instituciones. Utilizó por ejemplo la figura de la llave para proteger la Constitución, e invitó a los guatemaltecos a vivir día a día bajo el imperio de la ley.

Por último, me llamó la atención que a pesar de reconocer su victoria electoral como una muestra de rechazo al sistema político, Morales no ha utilizado lenguaje o emprendido acciones para destruir la institucionalidad. Ciertamente, deberá ser cuidadoso en su relación con otros poderes, sobre todo el Congreso de la República, el cual es percibido como el símbolo de los males de la política. Hasta el momento, el presidente se ha mostrado abierto a dialogar con los diputados, y ha evitado agregar aún más al desprestigio de dicha institución, no utilizando lenguaje combativo (como lo hacía Pérez Molina al referirse al Congreso).

Ciertamente, a mí en lo personal me hubiese gustado observar más elementos de un programa de gobierno. No obstante, se debe reconocer que Morales, al menos en su discurso, adoptó el camino correcto, al no buscar destruir la institucionalidad del país ni posicionarse como un outsider que pretende cambiarlo todo. Algunos argumentarán que en Guatemala no existe democracia. Siendo objetivos, nuestra democracia es precaria, pero aún mucho mejor de lo que hay en otros países, donde el mismo hecho de expresarse en contra de un régimen es penado con cárcel.

Guatemala necesita mejorar en sus índices económicos y de desarrollo humano. No obstante, esto no será posible si no existe un nivel aceptable de gobernabilidad política. Dicha estabilidad depende de la aceptación de las élites y la sociedad de las instituciones democráticas. En ese sentido, Morales ya dio el primer paso y lo hizo en la dirección correcta.

Jimmy Morales, el Estadista

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17 de enero, 2016

El primer discurso de Jimmy Morales como presidente ha sido ampliamente analizado. Se ha evaluado desde la forma, la estructura, así como el contenido. El consenso pareciera ser que fue un discurso bien pronunciado, que alcanzó sus objetivos pero que careció de un programa de política pública concreto.

Ciertamente, hay temas que son de mucha importancia e interés para el país. La salud, educación y seguridad, son algunos de los servicios públicos que necesitan ser brindados de mejor manera por el Estado. Sin embargo, a mí en lo particular me llamó la atención un tema que no suena mucho, pero es clave: el respeto a las instituciones democráticas.

Morales ha sido duramente criticado por su falta de experiencia política pero en este tema en particular mostró mucha madurez y una visión de Estado. A pesar de ser un “outsider”, Morales planteó en su discurso la necesidad de trabajar dentro de la institucionalidad ya establecida. De hecho, el Presidente inició su discurso agradeciendo a aquellos que habían trabajado para que la democracia se mantuviera. Recordemos cómo unas semanas antes de las elecciones hubo grupos que demandaban un aplazamiento de los comicios, bajo el argumento de que no existían condiciones para las elecciones. El apego de los actores políticos, entre ellos el Tribunal Supremo Electoral, a lo que la Ley establece, fue la variable que permitió que llegáramos a una elección con un alto margen de participación.

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A lo largo del discurso, Morales mencionó su compromiso con el proceso democrático. De hecho aseguró que “después de las elecciones salimos más unidos”. Es decir, el presidente observa su elección como una especie de salvación de la democracia y tiene cierta razón ¡Quién sabe que hubiese sucedido de ser electo alguno de los personajes asociados con la “política tradicional”!. Quizás el país no hubiese reaccionado de la manera tan ejemplar como lo ha hecho.

Morales no solamente habló de cómo las elecciones, y con ello la democracia, fue salvada, sino que también se mostró respetuoso de las instituciones. Utilizó por ejemplo la figura de la llave para proteger la Constitución, e invitó a los guatemaltecos a vivir día a día bajo el imperio de la ley.

Por último, me llamó la atención que a pesar de reconocer su victoria electoral como una muestra de rechazo al sistema político, Morales no ha utilizado lenguaje o emprendido acciones para destruir la institucionalidad. Ciertamente, deberá ser cuidadoso en su relación con otros poderes, sobre todo el Congreso de la República, el cual es percibido como el símbolo de los males de la política. Hasta el momento, el presidente se ha mostrado abierto a dialogar con los diputados, y ha evitado agregar aún más al desprestigio de dicha institución, no utilizando lenguaje combativo (como lo hacía Pérez Molina al referirse al Congreso).

Ciertamente, a mí en lo personal me hubiese gustado observar más elementos de un programa de gobierno. No obstante, se debe reconocer que Morales, al menos en su discurso, adoptó el camino correcto, al no buscar destruir la institucionalidad del país ni posicionarse como un outsider que pretende cambiarlo todo. Algunos argumentarán que en Guatemala no existe democracia. Siendo objetivos, nuestra democracia es precaria, pero aún mucho mejor de lo que hay en otros países, donde el mismo hecho de expresarse en contra de un régimen es penado con cárcel.

Guatemala necesita mejorar en sus índices económicos y de desarrollo humano. No obstante, esto no será posible si no existe un nivel aceptable de gobernabilidad política. Dicha estabilidad depende de la aceptación de las élites y la sociedad de las instituciones democráticas. En ese sentido, Morales ya dio el primer paso y lo hizo en la dirección correcta.