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El devaluado quetzal

Alfonso Muralles
26 de enero, 2016

A muchos guatemaltecos todavía les queda en la memoria el poco sustentado orgullo de que nuestra moneda “El Quetzal” se mantuvo por casi 60 años a la par del dólar de los Estados Unidos de América, desde que pasamos del Peso en 1925 al inicio de un deslizamiento paulatino que se inició en la década de 1980.  Es uno de esos trasnochados orgullos como aquel que dice que “Belice es Nuestro”, sin agregar la palabra “Vecino”.   Con el bajo nivel de expectativa de vida,  pocos son los sobrevivientes, hoy todos entrados en la tercera edad, que recuerdan cuando se llevaba al banco un dólar y le daban 98 centavos de Quetzal, porque quitaban una comisión por el cambio.

El guatemalteco promedio, poco informado sobre políticas económicas, sobre los efectos de una tasa de cambio, ve con satisfacción cuando compara que se requieren menos quetzales para comprar un dólar que lo que necesitan los vecinos son sus pesos, lempiras, córdobas, colones costarricenses.    Ese patriótico sueño que fervorosamente cantamos pidiendo que el Quetzal vuele más alto que el Cóndor y el Águila Real, aquí no aplica.

Es que cuando un tema eminentemente económico como el tipo de cambio, se ventila por los medios, con primeras planas, la reacción popular es de temor.  Eso de devaluar suena feo.  Le suena a que debemos estar muy mal.   Esos desgraciados corruptos.  Pobre Jimmy.  Esto huele mal:  esto lo van a hacer para beneficiar a los sectores de exportación, turismo y a quienes reciben remesas, desconociendo que el mantener el Quetzal sobrevaluado beneficia a otro sector, al importador.

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Aparecen entonces quienes asustan con el petate del muerto.  En tono de advertencia dicen que una devaluación trae consigo inflación.  Y si lo vemos así, como un hecho aislado, pues sí, eso es lo que dice la teoría.  Sin embargo,  cuando una devaluación se ve acompañada de otras variables como la inflación controlada, los bajos niveles de precio de petróleo, el altos niveles de reservas monetarias,  esa estabilidad macroeconómica permite utilizar la tasa de cambio como una herramienta que estimula la competitividad y que con ello se estimula la generación de fuentes de empleo.

Esto es particularmente importante cuando el gran vecino, México, productor y exportador de  los mismos productos que nosotros y muchos otros productos más,  apoyándose en su baja inflación está devaluando su moneda,  está devaluando y con ello estimulando agresivamente sus exportaciones, con la seguridad de que la inflación estará bajo control.

La alineación de coordenadas económicas que se está dando ahorita,  no será para siempre.  Nada es para siempre.  La habilidad en la conducción de políticas económicas se basa en saber aprovecharlas para el crecimiento del país, cuando se dan.  Mientras duran.

El devaluado quetzal

Alfonso Muralles
26 de enero, 2016

A muchos guatemaltecos todavía les queda en la memoria el poco sustentado orgullo de que nuestra moneda “El Quetzal” se mantuvo por casi 60 años a la par del dólar de los Estados Unidos de América, desde que pasamos del Peso en 1925 al inicio de un deslizamiento paulatino que se inició en la década de 1980.  Es uno de esos trasnochados orgullos como aquel que dice que “Belice es Nuestro”, sin agregar la palabra “Vecino”.   Con el bajo nivel de expectativa de vida,  pocos son los sobrevivientes, hoy todos entrados en la tercera edad, que recuerdan cuando se llevaba al banco un dólar y le daban 98 centavos de Quetzal, porque quitaban una comisión por el cambio.

El guatemalteco promedio, poco informado sobre políticas económicas, sobre los efectos de una tasa de cambio, ve con satisfacción cuando compara que se requieren menos quetzales para comprar un dólar que lo que necesitan los vecinos son sus pesos, lempiras, córdobas, colones costarricenses.    Ese patriótico sueño que fervorosamente cantamos pidiendo que el Quetzal vuele más alto que el Cóndor y el Águila Real, aquí no aplica.

Es que cuando un tema eminentemente económico como el tipo de cambio, se ventila por los medios, con primeras planas, la reacción popular es de temor.  Eso de devaluar suena feo.  Le suena a que debemos estar muy mal.   Esos desgraciados corruptos.  Pobre Jimmy.  Esto huele mal:  esto lo van a hacer para beneficiar a los sectores de exportación, turismo y a quienes reciben remesas, desconociendo que el mantener el Quetzal sobrevaluado beneficia a otro sector, al importador.

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Aparecen entonces quienes asustan con el petate del muerto.  En tono de advertencia dicen que una devaluación trae consigo inflación.  Y si lo vemos así, como un hecho aislado, pues sí, eso es lo que dice la teoría.  Sin embargo,  cuando una devaluación se ve acompañada de otras variables como la inflación controlada, los bajos niveles de precio de petróleo, el altos niveles de reservas monetarias,  esa estabilidad macroeconómica permite utilizar la tasa de cambio como una herramienta que estimula la competitividad y que con ello se estimula la generación de fuentes de empleo.

Esto es particularmente importante cuando el gran vecino, México, productor y exportador de  los mismos productos que nosotros y muchos otros productos más,  apoyándose en su baja inflación está devaluando su moneda,  está devaluando y con ello estimulando agresivamente sus exportaciones, con la seguridad de que la inflación estará bajo control.

La alineación de coordenadas económicas que se está dando ahorita,  no será para siempre.  Nada es para siempre.  La habilidad en la conducción de políticas económicas se basa en saber aprovecharlas para el crecimiento del país, cuando se dan.  Mientras duran.