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Sos-economistas de Guatemala-mayday

Alfonso Muralles
18 de octubre, 2016

En términos generales, los que nos desenvolvemos como empresarios (Turismo Receptivo, es mi campo de acción) mantenemos siempre una actitud positiva. El optimismo es una condición indispensable para el éxito en los negocios. Sin embargo, cuando aparecen señales en el horizonte económico nacional que además se multiplican y agrandan debemos, en principio, saber percibirlas, analizarlas y medir su impacto. El optimismo empresarial no puede llegar a niveles de irresponsabilidad y, como en casi todo en la vida, el Plan B (C, H, M, etc.) debe estar responsablemente previsto.

Así nos vemos ante la gran señal económica que se llama Tipo de Cambio. Es un tema que, aparentemente, no afecta a todos los guatemaltecos. Solamente nos afecta directamente a los que estamos vinculados con exportaciones de productos agrícolas o manufacturados, a las exportaciones de servicios como los “Call Centers”, a los que vendemos servicios turísticos, a todas las empresas y personas que nos proveen sus insumos y servicios, y a todos nuestros colaboradores y sus familias. Además, también afecta directamente a todos los que reciben remesas y al entorno familiar que vive de ellas. Solamente.

Las razones para que el tipo de cambio se venga deslizando a la baja desde hace más de un año son múltiples y complejas. Y sin duda que, para hacer algo para detener esa picada, cuando las intervenciones de compra de dólares que hace el Banco de Guatemala ya no la detienen, hay que comenzar por comprender lo que la provocan. Cuando el sector exportador (el turismo es una forma de exportación de servicios) lanzó una llamada de alerta sobre el tema surgieron los defensores de dejar que al tipo de cambio lo dirija el mercado. Las leyes de la oferta y la demanda. Y eso puede aceptarse en un mercado que no tiene grandes anomalías no mercantiles en los montos y proveniencias del ingreso de divisas. Ese no es el caso del mercado de divisas de Guatemala. La más notoria anomalía y además totalmente legítima, es el monto creciente de las remesas. Y no podemos tapar el sol con un dedo para no ver otras fuentes difícilmente estimables, que son notoriamente ilegítimas.

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El problema del que solamente los exportadores hablábamos ya se convierte en transversal para toda (o casi toda) la economía del país. El Superintendente de Administración Tributaria declaró la semana pasada que el tipo de cambio actual impacta desfavorablemente el cumplimiento de las metas de recaudación fiscal.

La familia que vive de los USD 150 mensuales que recibe del pariente migrante, al cambiarlos a 7.35 ya no le alcanzan para el “gasto” y le pide que haga el esfuerzo de mandar más. Y viene el otro y se esfuerza y sube a USD 200 la mensualidad remesada. Ya convertida la remesa a quetzales, sigue enviando lo mismo. Con mayor esfuerzo y sacrificio. Si esto sigue así, en el 2017 llegarán remesas por USD 8 mil millones que se convertirán en los mismos quetzales en los que se convirtieron los USD 6 mil millones del 2015.

Sin siquiera pretender entrarle a otros factores como la incertidumbre generalizada, la falta de ejecución del presupuesto del estado, si Trump o si no Trump, este es un llamado a los estudiosos de las ciencias económicas para que atiendan a su paciente. Cada vez le duele más todo. Quedarse en discusión de análisis no lo curan. Su paciente se llama Guatemala. ¿Cuál es la receta? ¿Será que urge ya alguna cirugía?

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

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Alfonso Muralles
18 de octubre, 2016

En términos generales, los que nos desenvolvemos como empresarios (Turismo Receptivo, es mi campo de acción) mantenemos siempre una actitud positiva. El optimismo es una condición indispensable para el éxito en los negocios. Sin embargo, cuando aparecen señales en el horizonte económico nacional que además se multiplican y agrandan debemos, en principio, saber percibirlas, analizarlas y medir su impacto. El optimismo empresarial no puede llegar a niveles de irresponsabilidad y, como en casi todo en la vida, el Plan B (C, H, M, etc.) debe estar responsablemente previsto.

Así nos vemos ante la gran señal económica que se llama Tipo de Cambio. Es un tema que, aparentemente, no afecta a todos los guatemaltecos. Solamente nos afecta directamente a los que estamos vinculados con exportaciones de productos agrícolas o manufacturados, a las exportaciones de servicios como los “Call Centers”, a los que vendemos servicios turísticos, a todas las empresas y personas que nos proveen sus insumos y servicios, y a todos nuestros colaboradores y sus familias. Además, también afecta directamente a todos los que reciben remesas y al entorno familiar que vive de ellas. Solamente.

Las razones para que el tipo de cambio se venga deslizando a la baja desde hace más de un año son múltiples y complejas. Y sin duda que, para hacer algo para detener esa picada, cuando las intervenciones de compra de dólares que hace el Banco de Guatemala ya no la detienen, hay que comenzar por comprender lo que la provocan. Cuando el sector exportador (el turismo es una forma de exportación de servicios) lanzó una llamada de alerta sobre el tema surgieron los defensores de dejar que al tipo de cambio lo dirija el mercado. Las leyes de la oferta y la demanda. Y eso puede aceptarse en un mercado que no tiene grandes anomalías no mercantiles en los montos y proveniencias del ingreso de divisas. Ese no es el caso del mercado de divisas de Guatemala. La más notoria anomalía y además totalmente legítima, es el monto creciente de las remesas. Y no podemos tapar el sol con un dedo para no ver otras fuentes difícilmente estimables, que son notoriamente ilegítimas.

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La familia que vive de los USD 150 mensuales que recibe del pariente migrante, al cambiarlos a 7.35 ya no le alcanzan para el “gasto” y le pide que haga el esfuerzo de mandar más. Y viene el otro y se esfuerza y sube a USD 200 la mensualidad remesada. Ya convertida la remesa a quetzales, sigue enviando lo mismo. Con mayor esfuerzo y sacrificio. Si esto sigue así, en el 2017 llegarán remesas por USD 8 mil millones que se convertirán en los mismos quetzales en los que se convirtieron los USD 6 mil millones del 2015.

Sin siquiera pretender entrarle a otros factores como la incertidumbre generalizada, la falta de ejecución del presupuesto del estado, si Trump o si no Trump, este es un llamado a los estudiosos de las ciencias económicas para que atiendan a su paciente. Cada vez le duele más todo. Quedarse en discusión de análisis no lo curan. Su paciente se llama Guatemala. ¿Cuál es la receta? ¿Será que urge ya alguna cirugía?

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo