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Un Congreso Pilato y el Emperador Fidel

José Carlos Ortega
27 de noviembre, 2016

El sector justicia en nuestro país necesita una reforma importante. Es imposible pensar que el país pueda desarrollarse con los niveles de impunidad y la falta de una justicia pronta y cumplida en los ramos civiles y privados. Los factores más importantes para lograr niveles de inversión que puedan generar suficientes empresas y empleos para millones de guatemaltecos depende de dos factores fundamentales: seguridad y justicia.
El nivel de desarrollo de un país depende necesariamente por la inversión y por el crecimiento poblacional. Como se ha demostrado sin cesar, el crecimiento poblacional disminuye a medida que crece la clase media y adquiere una responsabilidad que va ligada a la educación, pero también a factores netamente económicos.
La inversión en nuestro país ha caído a niveles paralizantes. Hay que reactivar la economía, y por el tamaño de nuestro país y de la región, y muchas de sus condiciones la inversión internacional no se logrará. Se puede lograr el retorno de las inversiones de los propios guatemaltecos si se dan niveles de confianza adecuadas. Uno de los factores esenciales es el sector justicia. Estamos de acuerdo como guatemaltecos que su reforma es una necesidad primordial y urgente.
Pero… pero siempre se puede estar peor… Y sino pregúntenle al sufrido y glorioso pueblo cubano que ha luchado por su libertad de diversos formas, ya sea huyendo de la dictadura del emperador de los 49 años y su joven hermano por ocho años más. Por eso, las reformas al sector justicia deben realizarse, pero de una forma que garantice los principios elementales de justicia.
Y esos principios son la igualdad ante la ley de todos los habitantes del país, el acceso igualitario, el derecho de defensa, el ser inocente hasta la prueba de lo contrario, la seguridad de un juicio justo e imparcial, la independencia judicial, la certeza del cumplimiento del dictamen o sentencia, etc. Uno de los temas más sentidos es el intento de la despolitización de la justicia, que aunque ideal, es parcialmente imposible, porque las personas, sean que la practiquen o no, siempre tendrán ideas políticas que los hacen actuar de una u otra manera. Allí debe regir el principio de lo bueno y práctico es mejor que lo perfecto, y menos la concentración en una única y más poderosa súper comisión de postulación como sería el Consejo de Carrera Judicial.
El recorrido para esta propuesta de reforma al sector justicia tiene ya varios años, pasando por necesidades sentidas como la elección de jueces y magistrados a través del fracaso de las Comisiones de Postulación, de la propuesta de reforma de ProReforma, el discurso en los 30 años de fundación de asíes por el anterior malogrado comisionado el Dr. Carlos Castresana, y la propuesta del Consorcio (no el grupo musical), entre otros. A raíz de los logros en materia de justicia del año pasado, se hizo más evidente la necesidad y la propuesta que vino de los tres poderes, en unión al Ministerio Público y al Procurador de los Derechos Humanos, con la sombra tenebrosa de “la Embajada” y los que como gárgolas notredámicas se esconden tras ella.
La propuesta fue discutida en las mesas para la Reforma del Sector Justicia y con algunos acuerdos y otros desacuerdos, se logró un documento que puede o no reflejar el sentido de los integrantes, que no son todos los guatemaltecos, y menos un reflejo de la sociedad entera en su conjunto. Pero se hizo una propuesta. Esa propuesta debe ser revisada y discutida, porque la democracia no necesariamente encuentra las mejoras formas para todo. Nuestro sistema es republicano, que separa los poderes, que limita el poder de funcionarios, y que debe proteger sobre todo los derechos individuales, irrenunciables y anteriores y superiores al Estado, y garantizar, eso sí, que los objetivos de alcanzar justicia para todos se cumpla.
Por ello es indispensable que el poder de Asamblea Constituyente derivado del Congreso de la República se ejerza y retome la discusión para garantizar que los principios se cumplan. Para ello se necesitan diputados valientes y que tengan la intención de velar por los guatemaltecos, que sean patriotas (con minúscula), nacionalistas y con un sentido de honestidad y sacrificio para oponerse al poder imperial y lograr una verdadera reforma. Los diputados deben apartarse de una actitud de lavarse las manos y asumir su responsabilidad histórica y así, solo así, podremos ver si en realidad su representación y legitimidad es valedera.
Con optimismo Yoani y Reinaldo esperan que la muerte del emperador Fidel, que invadiendo por terceros varios países de la región y del África, y con sus ideales transtornados, construyó el imperio, émulo de lo que tanto criticaba. Estuve en Cuba para la crisis energética de 1992 y sentado con una paciencia imitable escuchaba a sus camaradas y los felicitaba, aunque siempre les corregía sus intervenciones, era indudable su liderazgo y su inteligencia, que no supo aprovechar para generar progreso, porque dejó un pueblo empobrecido y con una moralidad destruida que tardará años en recuperarse. Su joven hermano deberá apartarse de tal sombra y lograr lo que medio siglo de revolución no ha logrado. Gracias a Dios ya sabemos que no hay mal que dure 100 años, ni pueblo que lo soporte con el ejemplo de la caída del muro…
El ejemplo de Venezuela nos demuestra que la muerte de un dictador no siempre es para bien, y por ello, nuestra Reforma Constitucional al Sector Justicia debe revisarse y corregirse – son muchos los sectores que han hecho aportes concienzudos de los graves defectos –; que también esperamos para el glorioso y hermano pueblo cubano.
Twitter: @josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Un Congreso Pilato y el Emperador Fidel

José Carlos Ortega
27 de noviembre, 2016

El sector justicia en nuestro país necesita una reforma importante. Es imposible pensar que el país pueda desarrollarse con los niveles de impunidad y la falta de una justicia pronta y cumplida en los ramos civiles y privados. Los factores más importantes para lograr niveles de inversión que puedan generar suficientes empresas y empleos para millones de guatemaltecos depende de dos factores fundamentales: seguridad y justicia.
El nivel de desarrollo de un país depende necesariamente por la inversión y por el crecimiento poblacional. Como se ha demostrado sin cesar, el crecimiento poblacional disminuye a medida que crece la clase media y adquiere una responsabilidad que va ligada a la educación, pero también a factores netamente económicos.
La inversión en nuestro país ha caído a niveles paralizantes. Hay que reactivar la economía, y por el tamaño de nuestro país y de la región, y muchas de sus condiciones la inversión internacional no se logrará. Se puede lograr el retorno de las inversiones de los propios guatemaltecos si se dan niveles de confianza adecuadas. Uno de los factores esenciales es el sector justicia. Estamos de acuerdo como guatemaltecos que su reforma es una necesidad primordial y urgente.
Pero… pero siempre se puede estar peor… Y sino pregúntenle al sufrido y glorioso pueblo cubano que ha luchado por su libertad de diversos formas, ya sea huyendo de la dictadura del emperador de los 49 años y su joven hermano por ocho años más. Por eso, las reformas al sector justicia deben realizarse, pero de una forma que garantice los principios elementales de justicia.
Y esos principios son la igualdad ante la ley de todos los habitantes del país, el acceso igualitario, el derecho de defensa, el ser inocente hasta la prueba de lo contrario, la seguridad de un juicio justo e imparcial, la independencia judicial, la certeza del cumplimiento del dictamen o sentencia, etc. Uno de los temas más sentidos es el intento de la despolitización de la justicia, que aunque ideal, es parcialmente imposible, porque las personas, sean que la practiquen o no, siempre tendrán ideas políticas que los hacen actuar de una u otra manera. Allí debe regir el principio de lo bueno y práctico es mejor que lo perfecto, y menos la concentración en una única y más poderosa súper comisión de postulación como sería el Consejo de Carrera Judicial.
El recorrido para esta propuesta de reforma al sector justicia tiene ya varios años, pasando por necesidades sentidas como la elección de jueces y magistrados a través del fracaso de las Comisiones de Postulación, de la propuesta de reforma de ProReforma, el discurso en los 30 años de fundación de asíes por el anterior malogrado comisionado el Dr. Carlos Castresana, y la propuesta del Consorcio (no el grupo musical), entre otros. A raíz de los logros en materia de justicia del año pasado, se hizo más evidente la necesidad y la propuesta que vino de los tres poderes, en unión al Ministerio Público y al Procurador de los Derechos Humanos, con la sombra tenebrosa de “la Embajada” y los que como gárgolas notredámicas se esconden tras ella.
La propuesta fue discutida en las mesas para la Reforma del Sector Justicia y con algunos acuerdos y otros desacuerdos, se logró un documento que puede o no reflejar el sentido de los integrantes, que no son todos los guatemaltecos, y menos un reflejo de la sociedad entera en su conjunto. Pero se hizo una propuesta. Esa propuesta debe ser revisada y discutida, porque la democracia no necesariamente encuentra las mejoras formas para todo. Nuestro sistema es republicano, que separa los poderes, que limita el poder de funcionarios, y que debe proteger sobre todo los derechos individuales, irrenunciables y anteriores y superiores al Estado, y garantizar, eso sí, que los objetivos de alcanzar justicia para todos se cumpla.
Por ello es indispensable que el poder de Asamblea Constituyente derivado del Congreso de la República se ejerza y retome la discusión para garantizar que los principios se cumplan. Para ello se necesitan diputados valientes y que tengan la intención de velar por los guatemaltecos, que sean patriotas (con minúscula), nacionalistas y con un sentido de honestidad y sacrificio para oponerse al poder imperial y lograr una verdadera reforma. Los diputados deben apartarse de una actitud de lavarse las manos y asumir su responsabilidad histórica y así, solo así, podremos ver si en realidad su representación y legitimidad es valedera.
Con optimismo Yoani y Reinaldo esperan que la muerte del emperador Fidel, que invadiendo por terceros varios países de la región y del África, y con sus ideales transtornados, construyó el imperio, émulo de lo que tanto criticaba. Estuve en Cuba para la crisis energética de 1992 y sentado con una paciencia imitable escuchaba a sus camaradas y los felicitaba, aunque siempre les corregía sus intervenciones, era indudable su liderazgo y su inteligencia, que no supo aprovechar para generar progreso, porque dejó un pueblo empobrecido y con una moralidad destruida que tardará años en recuperarse. Su joven hermano deberá apartarse de tal sombra y lograr lo que medio siglo de revolución no ha logrado. Gracias a Dios ya sabemos que no hay mal que dure 100 años, ni pueblo que lo soporte con el ejemplo de la caída del muro…
El ejemplo de Venezuela nos demuestra que la muerte de un dictador no siempre es para bien, y por ello, nuestra Reforma Constitucional al Sector Justicia debe revisarse y corregirse – son muchos los sectores que han hecho aportes concienzudos de los graves defectos –; que también esperamos para el glorioso y hermano pueblo cubano.
Twitter: @josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo