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Paralizados en nombre de la estabilidad

Alfonso Muralles
29 de noviembre, 2016

La economía basada en el gasto para el consumo alimentado en buena parte por las remesas, crea un espejismo en el que se dibujan calles con tráfico y luces navideñas, colas en las cajas con carretas de supermercado llenas de producto importado barato gracias a la fortaleza del Quetzal. Pero no se trata de un espejismo o ilusión óptica. Los datos sobre liquidez y los resultados bancarios, las reservas, arrojan números fríos y cuentas cuadradas de las que se generan análisis que reportan un crecimiento sostenido que se traduce en buenas noticias para la estabilidad macroeconómica.

Algo en el manejo de la data que se recoge en el campo y en la calle no se está haciendo bien. El vínculo entre analistas y realidad lo ejerce quien coloca en cuadros estadísticos la información de lo que vive el ciudadano de a pie. O talvez es que en la economía del país conviven muchos y muy fuertes distorsionadores que ensucian el análisis. Será un abultado e incontrolable contrabando? O que no todas las remesas son originadas por el esfuerzo y sacrificio de los migrantes? O que aún afloran flujos de efectivo de dudosa procedencia?.

No hay que escarbar mucho para encontrar un país en el que hay gran incertidumbre que desincentiva el crecimiento del bueno. Ese crecimiento que llega por el que invierte para la exportación, generando empleo formal y estimulando a pequeños productores. Por el que invierte en innovación en productos con valor agregado para lograr venderlos a mejores precios. Pero esa inversión, tanto la local como la foránea, se debe fomentar, atraer, incentivar.

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Se incentiva con la inversión en formación de mano de obra calificada; con la construcción de buena infraestructura en carreteras, puertos y aeropuertos; con certeza jurídica, fiscal y laboral; con eficiencia en la inversión pública; con beneficios fiscales de largo plazo para el que invierte en producción para la exportación o en infraestructura turística; se incentiva también con el manejo de inflación estable acompañada de tasas de cambio competitivas.

Ojalá se pudiera contar con todos los incentivos mencionados. No es una utopía. Hay países que lo logran. México es un buen y cercano ejemplo.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Paralizados en nombre de la estabilidad

Alfonso Muralles
29 de noviembre, 2016

La economía basada en el gasto para el consumo alimentado en buena parte por las remesas, crea un espejismo en el que se dibujan calles con tráfico y luces navideñas, colas en las cajas con carretas de supermercado llenas de producto importado barato gracias a la fortaleza del Quetzal. Pero no se trata de un espejismo o ilusión óptica. Los datos sobre liquidez y los resultados bancarios, las reservas, arrojan números fríos y cuentas cuadradas de las que se generan análisis que reportan un crecimiento sostenido que se traduce en buenas noticias para la estabilidad macroeconómica.

Algo en el manejo de la data que se recoge en el campo y en la calle no se está haciendo bien. El vínculo entre analistas y realidad lo ejerce quien coloca en cuadros estadísticos la información de lo que vive el ciudadano de a pie. O talvez es que en la economía del país conviven muchos y muy fuertes distorsionadores que ensucian el análisis. Será un abultado e incontrolable contrabando? O que no todas las remesas son originadas por el esfuerzo y sacrificio de los migrantes? O que aún afloran flujos de efectivo de dudosa procedencia?.

No hay que escarbar mucho para encontrar un país en el que hay gran incertidumbre que desincentiva el crecimiento del bueno. Ese crecimiento que llega por el que invierte para la exportación, generando empleo formal y estimulando a pequeños productores. Por el que invierte en innovación en productos con valor agregado para lograr venderlos a mejores precios. Pero esa inversión, tanto la local como la foránea, se debe fomentar, atraer, incentivar.

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Se incentiva con la inversión en formación de mano de obra calificada; con la construcción de buena infraestructura en carreteras, puertos y aeropuertos; con certeza jurídica, fiscal y laboral; con eficiencia en la inversión pública; con beneficios fiscales de largo plazo para el que invierte en producción para la exportación o en infraestructura turística; se incentiva también con el manejo de inflación estable acompañada de tasas de cambio competitivas.

Ojalá se pudiera contar con todos los incentivos mencionados. No es una utopía. Hay países que lo logran. México es un buen y cercano ejemplo.

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