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"La constitución y la libertad no se defienden solas". (palabras de Giovanni Fratti)

Redacción
02 de diciembre, 2016
La reciente discusión sobre las reformas a la constitución, enfocadas al sistema de justicia, dejaron en evidencia la gran polarización que hay en Guatemala. Es necesario reconocer y resaltar que esta polarización se incrementó exponencialmente. Vi pleitos entre amistades, insultos hacia muchos de los que nos oponíamos a esta aberración. Discusiones interminables sobre lo que cada quien vio como la verdad absoluta. Mucha intransigencia, falta de deseos de dialogar y tratar de encontrar puntos en común. Yo pasé por casi todo lo que acabo de describir. Llegué a intentar el diálogo cuando la discusión era entre amistades. No siempre tuve éxito; solo en algunos casos logramos coincidir en alguna cosa.
Pienso que esto es parte de lo que buscaban los ponentes de estas mal llamadas reformas. Como dice el viejo dicho: “divide y vencerás”. Casi lo logran. Perdieron, por ahora. Continuaremos con la lucha, hasta el fin de los tiempos pues, como dijo Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es su eterna vigilancia”
.
El centro de tanta discusión fue ideológico. Fue muy marcado. Los liberales y “de derecha”, nos opusimos con todo a este experimento social que quisieron imponer en Guatemala. La izquierda, totalmente a favor. No hubo excepciones. Incluso, descubrimos a algunos que aparentaban ser de derecha, apoyando este proyecto de experimento de perturbación de la paz y rompimiento de la República.
En medio de todo este relajo, falleció Castro. Sí, “Castro”, a secas. No lo llamaré líder, presidente, nada,(aunque podría agregar asesino, opresor, dictador, entre otros). Y surgen nuevamente los comentarios fuertemente críticos en contra de este atropello de la naturaleza cubana, y aquellos que lo han alabado y elevado a casi santo (incluyendo Rigoberta Menchú, claramente socialista y, por lo que escribió, admiradora, al extremo, de este asesino ladrón de la libertad individual).
Entre todo lo que circuló, incluyendo el desastroso comentario del presidente Jimmy Morales, surgió uno donde describía la prosperidad que había en Cuba antes de la revolución. Resulta que este país era líder en muchísimas cosas, como infraestructura, sistema educativo, salud; fue la meca de grandes empresarios y
artistas, destino de inversiones y centro de reuniones del más alto nivel intelectual.
“Me surgieron dos preguntas: ¿cómo llegaron a ser tan prósperos? Y, siendo así, ¿cómo los cubanos aceptaron la retórica comunista de Castro y dejaron que entrara a tomar el país? Conversando con un amigo, esta fue su respuesta: “Lo atribuyo a la decadencia moral, empresarial y del gobierno en la década de los años 50’s. La población cubana (muy culta y alerta) repudió la corrupción de sus líderes de gobierno y consideró a Castro como la opción para erradicarla. Castro tenía el apoyo de Estados Unidos. Algo similar está sucediendo en Guatemala. Por repudiar al gobierno de Otto Pérez Molina, permitimos que CICIG viniera como salvavidas a rescatar nuestra institucionalidad. Ahora nos estamos dando cuenta que la agenda preconcebida de CICIG sirve como coadyuvante para iniciar la refundación del estado guatemalteco. En otras palabras (al igual que en Cuba), en el intento del ciudadano de devolver la honestidad y solvencia a la administración pública, estamos ahora en el umbral de perder nuestro país como lo conocemos. Castro
fue el “anzuelo” del cubano en su momento y para nosotros es la CICIG”.
¡Qué razón tiene! La historia se repite, ahora en Guatemala. Suelo escuchar a muchos decir que es necesario conocer la historia para no repetirla. Bueno, pues la estamos repitiendo. Ahora ya la conocemos. Tenemos que seguir luchando para no repetirla. La constitución y la libertad no se defienden solas. Nos toca. Es un mandato que nuestra patria nos está dando. Respondamos, con todo.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

"La constitución y la libertad no se defienden solas". (palabras de Giovanni Fratti)

Redacción
02 de diciembre, 2016
La reciente discusión sobre las reformas a la constitución, enfocadas al sistema de justicia, dejaron en evidencia la gran polarización que hay en Guatemala. Es necesario reconocer y resaltar que esta polarización se incrementó exponencialmente. Vi pleitos entre amistades, insultos hacia muchos de los que nos oponíamos a esta aberración. Discusiones interminables sobre lo que cada quien vio como la verdad absoluta. Mucha intransigencia, falta de deseos de dialogar y tratar de encontrar puntos en común. Yo pasé por casi todo lo que acabo de describir. Llegué a intentar el diálogo cuando la discusión era entre amistades. No siempre tuve éxito; solo en algunos casos logramos coincidir en alguna cosa.
Pienso que esto es parte de lo que buscaban los ponentes de estas mal llamadas reformas. Como dice el viejo dicho: “divide y vencerás”. Casi lo logran. Perdieron, por ahora. Continuaremos con la lucha, hasta el fin de los tiempos pues, como dijo Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es su eterna vigilancia”
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El centro de tanta discusión fue ideológico. Fue muy marcado. Los liberales y “de derecha”, nos opusimos con todo a este experimento social que quisieron imponer en Guatemala. La izquierda, totalmente a favor. No hubo excepciones. Incluso, descubrimos a algunos que aparentaban ser de derecha, apoyando este proyecto de experimento de perturbación de la paz y rompimiento de la República.
En medio de todo este relajo, falleció Castro. Sí, “Castro”, a secas. No lo llamaré líder, presidente, nada,(aunque podría agregar asesino, opresor, dictador, entre otros). Y surgen nuevamente los comentarios fuertemente críticos en contra de este atropello de la naturaleza cubana, y aquellos que lo han alabado y elevado a casi santo (incluyendo Rigoberta Menchú, claramente socialista y, por lo que escribió, admiradora, al extremo, de este asesino ladrón de la libertad individual).
Entre todo lo que circuló, incluyendo el desastroso comentario del presidente Jimmy Morales, surgió uno donde describía la prosperidad que había en Cuba antes de la revolución. Resulta que este país era líder en muchísimas cosas, como infraestructura, sistema educativo, salud; fue la meca de grandes empresarios y
artistas, destino de inversiones y centro de reuniones del más alto nivel intelectual.
“Me surgieron dos preguntas: ¿cómo llegaron a ser tan prósperos? Y, siendo así, ¿cómo los cubanos aceptaron la retórica comunista de Castro y dejaron que entrara a tomar el país? Conversando con un amigo, esta fue su respuesta: “Lo atribuyo a la decadencia moral, empresarial y del gobierno en la década de los años 50’s. La población cubana (muy culta y alerta) repudió la corrupción de sus líderes de gobierno y consideró a Castro como la opción para erradicarla. Castro tenía el apoyo de Estados Unidos. Algo similar está sucediendo en Guatemala. Por repudiar al gobierno de Otto Pérez Molina, permitimos que CICIG viniera como salvavidas a rescatar nuestra institucionalidad. Ahora nos estamos dando cuenta que la agenda preconcebida de CICIG sirve como coadyuvante para iniciar la refundación del estado guatemalteco. En otras palabras (al igual que en Cuba), en el intento del ciudadano de devolver la honestidad y solvencia a la administración pública, estamos ahora en el umbral de perder nuestro país como lo conocemos. Castro
fue el “anzuelo” del cubano en su momento y para nosotros es la CICIG”.
¡Qué razón tiene! La historia se repite, ahora en Guatemala. Suelo escuchar a muchos decir que es necesario conocer la historia para no repetirla. Bueno, pues la estamos repitiendo. Ahora ya la conocemos. Tenemos que seguir luchando para no repetirla. La constitución y la libertad no se defienden solas. Nos toca. Es un mandato que nuestra patria nos está dando. Respondamos, con todo.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo