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La sucia política

Redacción
05 de diciembre, 2016

He de confesar que me gustaría ser político. Es un interés extraño pues en mi niñez la política nunca fue un tema que se discutiera en mi familia. Sin embargo, siempre me llamaba la atención los discursos, los debates, y los eventos de las campañas electorales. Al salir a hacer mis estudios universitarios en el extranjero, estudiar ciencia política fue mi manera de sentirme cerca de Guatemala. Fue mi pasión por esa carrera la razón principal por la que un tiempo después, decidí volver.

A pesar de ese interés, jamás he militado en un partido, y si les soy honesto, dudaría en hacerlo. Mi conexión con ese mundo ha sido a través de estos espacios de opinión en los que he podido aportar con análisis e ideas. La crisis del año pasado demostró la necesidad de que los ciudadanos participemos activamente, de lo contrario, siempre las personas con intereses perversos lo seguirán haciendo.

En ese sentido, una pregunta surge: ¿Por qué los ciudadanos dudamos de participar en política? Existen varios factores que ahuyentan a los guatemaltecos de involucrarse en lo público. Por un lado, el desprestigio que ha sufrido la profesión durante las últimas décadas. El solo hecho de expresar interés en esa carrera automáticamente genera miradas de desaprobación en la sociedad. Para muchos, tener interés en lo político es equivalente a ser corrupto.

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Un segundo factor está relacionado con la inestabilidad que dicha profesión genera. En un país en el que no existen partidos políticos institucionalizados, ni instituciones públicas con mecanismos de contratación basados en la meritocracia, la política es poco atractiva para profesionales que aspiran a tener un ingreso digno. De hecho, un político honesto que viva de su salario, no podría ser millonario. Muchos funcionarios públicos honestos (que los hay), sacrifican su bienestar económico con tal de servir al país, muchas veces sin mayor éxito.

Una tercera variable es la falta de renovación de los cuadros políticos. En otros países, trabajar en un partido desde la juventud asegura que en el futuro, la persona será tomada en cuenta para diversas posiciones. En Guatemala, los jóvenes que se involucran en política pueden optar a una posición solamente si cuentan con capital para ser parte de un listado de candidatos, o si son hijos de los dueños del partido. De lo contrario, su papel en las organizaciones políticas es poner calcomanías y ondear banderas en las esquinas.

Finalmente, muchos perciben que en la política las formas nunca cambian. Los partidos no innovan y se limitan a repartir publicidad vacía a diestra y siniestra. En lugar de que el ciudadano cambie el sistema, el sistema cambia al ciudadano. Por tal razón, se observan casos de personas honestas que luego se corrompen con el pasar del tiempo.

Ante ese panorama, es poco probable que ciudadanos de bien tomen el riesgo de exponerse públicamente. Sin embargo, ningún país ha logrado desarrollarse sin que exista una generación que sacrifique su bienestar individual y trabaje por lo público. ¿Habrá personas dispuestas a meterse en la suciedad de la política para limpiar y poner orden? Seguramente las hay en Guatemala, pero hace falta decisión para hacerlo. Yo, en lo personal, he de confesar que tengo la espinita de ser político. Quizás algún día me anime a serlo.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

La sucia política

Redacción
05 de diciembre, 2016

He de confesar que me gustaría ser político. Es un interés extraño pues en mi niñez la política nunca fue un tema que se discutiera en mi familia. Sin embargo, siempre me llamaba la atención los discursos, los debates, y los eventos de las campañas electorales. Al salir a hacer mis estudios universitarios en el extranjero, estudiar ciencia política fue mi manera de sentirme cerca de Guatemala. Fue mi pasión por esa carrera la razón principal por la que un tiempo después, decidí volver.

A pesar de ese interés, jamás he militado en un partido, y si les soy honesto, dudaría en hacerlo. Mi conexión con ese mundo ha sido a través de estos espacios de opinión en los que he podido aportar con análisis e ideas. La crisis del año pasado demostró la necesidad de que los ciudadanos participemos activamente, de lo contrario, siempre las personas con intereses perversos lo seguirán haciendo.

En ese sentido, una pregunta surge: ¿Por qué los ciudadanos dudamos de participar en política? Existen varios factores que ahuyentan a los guatemaltecos de involucrarse en lo público. Por un lado, el desprestigio que ha sufrido la profesión durante las últimas décadas. El solo hecho de expresar interés en esa carrera automáticamente genera miradas de desaprobación en la sociedad. Para muchos, tener interés en lo político es equivalente a ser corrupto.

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Un segundo factor está relacionado con la inestabilidad que dicha profesión genera. En un país en el que no existen partidos políticos institucionalizados, ni instituciones públicas con mecanismos de contratación basados en la meritocracia, la política es poco atractiva para profesionales que aspiran a tener un ingreso digno. De hecho, un político honesto que viva de su salario, no podría ser millonario. Muchos funcionarios públicos honestos (que los hay), sacrifican su bienestar económico con tal de servir al país, muchas veces sin mayor éxito.

Una tercera variable es la falta de renovación de los cuadros políticos. En otros países, trabajar en un partido desde la juventud asegura que en el futuro, la persona será tomada en cuenta para diversas posiciones. En Guatemala, los jóvenes que se involucran en política pueden optar a una posición solamente si cuentan con capital para ser parte de un listado de candidatos, o si son hijos de los dueños del partido. De lo contrario, su papel en las organizaciones políticas es poner calcomanías y ondear banderas en las esquinas.

Finalmente, muchos perciben que en la política las formas nunca cambian. Los partidos no innovan y se limitan a repartir publicidad vacía a diestra y siniestra. En lugar de que el ciudadano cambie el sistema, el sistema cambia al ciudadano. Por tal razón, se observan casos de personas honestas que luego se corrompen con el pasar del tiempo.

Ante ese panorama, es poco probable que ciudadanos de bien tomen el riesgo de exponerse públicamente. Sin embargo, ningún país ha logrado desarrollarse sin que exista una generación que sacrifique su bienestar individual y trabaje por lo público. ¿Habrá personas dispuestas a meterse en la suciedad de la política para limpiar y poner orden? Seguramente las hay en Guatemala, pero hace falta decisión para hacerlo. Yo, en lo personal, he de confesar que tengo la espinita de ser político. Quizás algún día me anime a serlo.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo