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Exportaciones versus Importaciones

Alfonso Muralles
09 de febrero, 2016

Cuando consumimos productos importados, siempre hay detrás de ellos toda un andamiaje de estímulos a la exportación en su país de origen.

Las oficinas estatales de comercio exterior de todos los países del mundo están detrás de la apertura de mercados para su producción. Está claro que enfocarse solamente en el mercado interno de un país limita las posibilidades de expansión de la producción local, sea ésta de origen agrícola o industrial, reduciendo las posibilidades de su crecimiento y consecuente generación de empleo y divisas. Un país relativamente pequeño y con alto porcentaje de su población viviendo en pobreza tiene pues, un mercado interno pequeño por lo que para cualquier productor local, la búsqueda de clientes fuera de sus fronteras es algo natural. Es más, es totalmente necesario.

Las economías que tienen bien comprendido este panorama compiten por estimular inversiones para las operaciones que se dediquen a la exportación de bienes y servicios. Algunos países ofrecen extraordinarios estímulos fiscales de largo plazo, como Honduras, El Salvador y México, para mencionar sólo a los colindantes y con realidades similares. Incluso algunos estados mexicanos compitiendo entre ellos mismos, agregan a esa oferta la concesión de tierras y subsidio para la participación en ferias internacionales para la apertura de mercados.

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Hay otros estímulos no fiscales y es a ellos a los que, como país, se debe aspirar poder ofrecer: población educada y saludable, seguridad, buenas carreteras, fronteras, puertos y aeropuertos eficientes, transparencia y la lista sigue. Aún aquellos países que ofrecen todo lo anterior, también le otorgan beneficios fiscales a los exportadores. Por ello aquí pagamos por una botella de vodka de un país nórdico solamente Q.115.oo, habiendo sido manufacturada por trabajadores con altos salarios, con envase coqueto, requiriendo empaque y manejo de vidrio conteniendo líquido, largos días de transporte terrestre y marítimo desde la fábrica al supermercado que queda aquí nomasito en la zona 11, pagado aranceles de bebida alcohólica e IVA y habiendo dejado empleos y utilidades para todos los involucrados a lo largo de la cadena. Todo eso porque el país nórdico tiene claro que a la exportación se le estimula para genere preciados puestos de trabajo.

Cuando en una economía va contra la corriente y privilegia más las importaciones que las exportaciones, se nota rapidito. Se ve surgir nuevos centros comerciales por doquier, grandes y, de verdad, muy bonitos. Se ve crecer cadenas de almacenes con diversidad de mercancías a precios extraordinarios, muchas de dichas cadenas vinculadas franquicias internacionales.

Mientras llega el glorioso momento en que nuestro estado pueda proveer educación, salud, seguridad, transparencia e infraestructura, los estímulos fiscales, así como aquellos vinculados con regulaciones cambiarias y salariales deben entrar al rescate de una población urgida de trabajo. En este momento, la pelota está en la cancha del Congreso de la República.

Exportaciones versus Importaciones

Alfonso Muralles
09 de febrero, 2016

Cuando consumimos productos importados, siempre hay detrás de ellos toda un andamiaje de estímulos a la exportación en su país de origen.

Las oficinas estatales de comercio exterior de todos los países del mundo están detrás de la apertura de mercados para su producción. Está claro que enfocarse solamente en el mercado interno de un país limita las posibilidades de expansión de la producción local, sea ésta de origen agrícola o industrial, reduciendo las posibilidades de su crecimiento y consecuente generación de empleo y divisas. Un país relativamente pequeño y con alto porcentaje de su población viviendo en pobreza tiene pues, un mercado interno pequeño por lo que para cualquier productor local, la búsqueda de clientes fuera de sus fronteras es algo natural. Es más, es totalmente necesario.

Las economías que tienen bien comprendido este panorama compiten por estimular inversiones para las operaciones que se dediquen a la exportación de bienes y servicios. Algunos países ofrecen extraordinarios estímulos fiscales de largo plazo, como Honduras, El Salvador y México, para mencionar sólo a los colindantes y con realidades similares. Incluso algunos estados mexicanos compitiendo entre ellos mismos, agregan a esa oferta la concesión de tierras y subsidio para la participación en ferias internacionales para la apertura de mercados.

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Hay otros estímulos no fiscales y es a ellos a los que, como país, se debe aspirar poder ofrecer: población educada y saludable, seguridad, buenas carreteras, fronteras, puertos y aeropuertos eficientes, transparencia y la lista sigue. Aún aquellos países que ofrecen todo lo anterior, también le otorgan beneficios fiscales a los exportadores. Por ello aquí pagamos por una botella de vodka de un país nórdico solamente Q.115.oo, habiendo sido manufacturada por trabajadores con altos salarios, con envase coqueto, requiriendo empaque y manejo de vidrio conteniendo líquido, largos días de transporte terrestre y marítimo desde la fábrica al supermercado que queda aquí nomasito en la zona 11, pagado aranceles de bebida alcohólica e IVA y habiendo dejado empleos y utilidades para todos los involucrados a lo largo de la cadena. Todo eso porque el país nórdico tiene claro que a la exportación se le estimula para genere preciados puestos de trabajo.

Cuando en una economía va contra la corriente y privilegia más las importaciones que las exportaciones, se nota rapidito. Se ve surgir nuevos centros comerciales por doquier, grandes y, de verdad, muy bonitos. Se ve crecer cadenas de almacenes con diversidad de mercancías a precios extraordinarios, muchas de dichas cadenas vinculadas franquicias internacionales.

Mientras llega el glorioso momento en que nuestro estado pueda proveer educación, salud, seguridad, transparencia e infraestructura, los estímulos fiscales, así como aquellos vinculados con regulaciones cambiarias y salariales deben entrar al rescate de una población urgida de trabajo. En este momento, la pelota está en la cancha del Congreso de la República.