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El abandono de la salud pública y ahora el Zika

Redacción
11 de febrero, 2016

Resulta que respuesta a la nueva amenaza de la enfermedad del Zika es primero decir que las mujeres no deben embarazarse en los próximos dos años. La respuesta institucional ha sido tibia y lenta, tanto que el presidente de la república priorizó la epidemia del gorgojo del pino, antes que otros temas de salud pública colectiva (Zika y vacunación para los niños menores de 2 años). La prevención de esta epidemia se ha dejado en manos de cada persona y su tratamiento en manos de las escasísimas capacidades de atención en el sistema de salud pública. Sabemos que el plan para prevenir el Zika está siendo elaborado por el Ministerio de Salud Publica, y debiésemos ver las acciones en el corto plazo.

Por el abandono y los pocos recursos con los que cuenta el Ministerio de Salud, estas medidas serán insuficientes y vuelven a poner en evidencia que en Guatemala NO tenemos un sistema de salud pública. El lunes de la semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la expansión de la epidemia del virus Zika como “una emergencia de salud pública de importancia internacional”.

La infección no es mortal en sí misma y la mayoría de los pacientes presentan síntomas leves que no obligan a consultar al doctor. Entonces ¿por qué se declaró la emergencia? La respuesta está en la asociación observada entre el aumento de casos de niños nacidos con microcefalia (una cabeza muy pequeña debido al poco desarrollo del cerebro durante la gestación) y la epidemia de Zika, en especial en Brasil y Colombia. Se habla también de una relación entre esta infección y casos del síndrome de Guillain-Barré, una inflamación de los nervios que produce parálisis progresiva de las piernas hacia la cabeza y que puede ocasionar la muerte por parálisis de los músculos respiratorios.

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En todo caso hay mucho de exageración. En Brasil, de los 4.783 casos sospechosos de microcefalia reportados hasta el 30 de enero, se han estudiado a fondo 3.670. Entre estos, solo aproximadamente 400, han tenido confirmación de ser “microcefalia u otras alteraciones del sistema nervioso central y solo 17 han tenido relación con Zika. Hay mujeres embarazadas en Guatemala enfermas con Zika, pero el argumento de la microcefalia no es suficiente o contundente para dejar que cada quien se la busque.

No basta entonces con medidas de autocuidado para afrontar un asunto de tanta complejidad. Se necesita una respuesta coordinada entre el Estado y la sociedad. Lastimosamente, Guatemala no está en las mejores condiciones para lograrlo.

Por otra parte las instituciones de salud pública, que están absolutamente desmanteladas técnica y financieramente en los municipios y departamentos, ¿podrán detectar y controlar los criaderos de mosquitos, hacer fumigaciones cuando sea necesario, realizar el seguimiento de espacios públicos, educar a la comunidad y elaborar un programa participativo de prevención domiciliaria? Tampoco lo creo.

Este no es un asunto de voluntades. La prevención individual puede ayudar, pero sin duda es marginal si no se actúa en contra de las causas profundas de un problema tan complejo. Avanzamos en la dirección equivocada. La epidemia de Zika y la crisis de vacunación están mostrando las enormes debilidades del sistema de salud guatemalteco. Es hora de cambiar de rumbo. Se puede salir de la crisis, mantener el sistema a flote, mientras se conforman grupos especiales de expertos y técnicos que planifique el nuevo modelo de salud pública que el país necesita para los próximos 20 años.

El abandono de la salud pública y ahora el Zika

Redacción
11 de febrero, 2016

Resulta que respuesta a la nueva amenaza de la enfermedad del Zika es primero decir que las mujeres no deben embarazarse en los próximos dos años. La respuesta institucional ha sido tibia y lenta, tanto que el presidente de la república priorizó la epidemia del gorgojo del pino, antes que otros temas de salud pública colectiva (Zika y vacunación para los niños menores de 2 años). La prevención de esta epidemia se ha dejado en manos de cada persona y su tratamiento en manos de las escasísimas capacidades de atención en el sistema de salud pública. Sabemos que el plan para prevenir el Zika está siendo elaborado por el Ministerio de Salud Publica, y debiésemos ver las acciones en el corto plazo.

Por el abandono y los pocos recursos con los que cuenta el Ministerio de Salud, estas medidas serán insuficientes y vuelven a poner en evidencia que en Guatemala NO tenemos un sistema de salud pública. El lunes de la semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la expansión de la epidemia del virus Zika como “una emergencia de salud pública de importancia internacional”.

La infección no es mortal en sí misma y la mayoría de los pacientes presentan síntomas leves que no obligan a consultar al doctor. Entonces ¿por qué se declaró la emergencia? La respuesta está en la asociación observada entre el aumento de casos de niños nacidos con microcefalia (una cabeza muy pequeña debido al poco desarrollo del cerebro durante la gestación) y la epidemia de Zika, en especial en Brasil y Colombia. Se habla también de una relación entre esta infección y casos del síndrome de Guillain-Barré, una inflamación de los nervios que produce parálisis progresiva de las piernas hacia la cabeza y que puede ocasionar la muerte por parálisis de los músculos respiratorios.

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En todo caso hay mucho de exageración. En Brasil, de los 4.783 casos sospechosos de microcefalia reportados hasta el 30 de enero, se han estudiado a fondo 3.670. Entre estos, solo aproximadamente 400, han tenido confirmación de ser “microcefalia u otras alteraciones del sistema nervioso central y solo 17 han tenido relación con Zika. Hay mujeres embarazadas en Guatemala enfermas con Zika, pero el argumento de la microcefalia no es suficiente o contundente para dejar que cada quien se la busque.

No basta entonces con medidas de autocuidado para afrontar un asunto de tanta complejidad. Se necesita una respuesta coordinada entre el Estado y la sociedad. Lastimosamente, Guatemala no está en las mejores condiciones para lograrlo.

Por otra parte las instituciones de salud pública, que están absolutamente desmanteladas técnica y financieramente en los municipios y departamentos, ¿podrán detectar y controlar los criaderos de mosquitos, hacer fumigaciones cuando sea necesario, realizar el seguimiento de espacios públicos, educar a la comunidad y elaborar un programa participativo de prevención domiciliaria? Tampoco lo creo.

Este no es un asunto de voluntades. La prevención individual puede ayudar, pero sin duda es marginal si no se actúa en contra de las causas profundas de un problema tan complejo. Avanzamos en la dirección equivocada. La epidemia de Zika y la crisis de vacunación están mostrando las enormes debilidades del sistema de salud guatemalteco. Es hora de cambiar de rumbo. Se puede salir de la crisis, mantener el sistema a flote, mientras se conforman grupos especiales de expertos y técnicos que planifique el nuevo modelo de salud pública que el país necesita para los próximos 20 años.