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40 días

Redacción
13 de febrero, 2016

Este miércoles ha iniciado, para todos los que formamos parte de la Iglesia Católica, un tiempo de preparación. Un poco más de un mes para que estemos listos, en todos los sentidos posibles, para vivir al máximo la alegría de recordar la mayor muestra de amor en la tierra.
Hay que admitirlo, cuaresma es un tiempo difícil, debemos trazarnos metas a corto plazo y lograrlas. Es un tiempo para reflexionar, para escuchar y sobre todo para transformarnos. De ahí que se nos invita a tener un propósito de cambio en cuaresma, sacrificar algo que nos gusta o ir quitando de a pocos un hábito que nos hace daño. Ir desprendiéndonos de un vicio o de algo que ocupa un lugar en nuestras vidas, un sitio que puede ser llenado por algo mejor.
La cuaresma es algo así como un gimnasio para el alma, para hacer más fuerte y firme nuestra fe, un sitio especial donde ponemos a ejercitar esa parte de nosotros a la que no le ponemos mucha atención, pero que es muy necesaria. Tenemos la idea errónea que cuaresma es solo para ayunar de cierto alimento o para restringir las comidas, pero de nada sirve si no ayunamos de otras cosas. Del chisme, de nuestras inseguridades, de la envidia y sobre todo de todos los actos que ofendan a Dios.
Es cuaresma y al inicio de ella a varios nos dijeron “Conviértete y cree en el evangelio” y convertirnos es justamente eso, renunciar a todo lo que no nos permite estar más cerca de ser evangelio vivo y llevarlo a todas partes y así más personas consigan serlo para otras y al final lograr un verdadero cambio en el mundo. Y conste que esto no se logra con palabras, se hace con puras acciones, se logra haciendo lío diría Francisco. Y no vale estar haciendo lío con una cara triste o peor aún, con una cara muy arreglada para que salga bien en las fotos que demuestran nuestro buen corazón. ¡NO! Hay que hacer más bien un lío silencioso, honesto y desinteresado. Así como lo hicieron todos los santos y el mismo Jesús. Vale más ejemplo que consejo.
No importa que tan débil sea nuestra fe, se puede empezar el camino, lo único vital aquí es querer iniciarlo. Es ese primer paso el que puede darle un giro a nuestras vidas y todas las que nos rodean. Seamos evangelio vivo y estemos listos para el llamado de nuestra Santa Iglesia.

40 días

Redacción
13 de febrero, 2016

Este miércoles ha iniciado, para todos los que formamos parte de la Iglesia Católica, un tiempo de preparación. Un poco más de un mes para que estemos listos, en todos los sentidos posibles, para vivir al máximo la alegría de recordar la mayor muestra de amor en la tierra.
Hay que admitirlo, cuaresma es un tiempo difícil, debemos trazarnos metas a corto plazo y lograrlas. Es un tiempo para reflexionar, para escuchar y sobre todo para transformarnos. De ahí que se nos invita a tener un propósito de cambio en cuaresma, sacrificar algo que nos gusta o ir quitando de a pocos un hábito que nos hace daño. Ir desprendiéndonos de un vicio o de algo que ocupa un lugar en nuestras vidas, un sitio que puede ser llenado por algo mejor.
La cuaresma es algo así como un gimnasio para el alma, para hacer más fuerte y firme nuestra fe, un sitio especial donde ponemos a ejercitar esa parte de nosotros a la que no le ponemos mucha atención, pero que es muy necesaria. Tenemos la idea errónea que cuaresma es solo para ayunar de cierto alimento o para restringir las comidas, pero de nada sirve si no ayunamos de otras cosas. Del chisme, de nuestras inseguridades, de la envidia y sobre todo de todos los actos que ofendan a Dios.
Es cuaresma y al inicio de ella a varios nos dijeron “Conviértete y cree en el evangelio” y convertirnos es justamente eso, renunciar a todo lo que no nos permite estar más cerca de ser evangelio vivo y llevarlo a todas partes y así más personas consigan serlo para otras y al final lograr un verdadero cambio en el mundo. Y conste que esto no se logra con palabras, se hace con puras acciones, se logra haciendo lío diría Francisco. Y no vale estar haciendo lío con una cara triste o peor aún, con una cara muy arreglada para que salga bien en las fotos que demuestran nuestro buen corazón. ¡NO! Hay que hacer más bien un lío silencioso, honesto y desinteresado. Así como lo hicieron todos los santos y el mismo Jesús. Vale más ejemplo que consejo.
No importa que tan débil sea nuestra fe, se puede empezar el camino, lo único vital aquí es querer iniciarlo. Es ese primer paso el que puede darle un giro a nuestras vidas y todas las que nos rodean. Seamos evangelio vivo y estemos listos para el llamado de nuestra Santa Iglesia.