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¿Quién no era Giancarlo Ibargüen?

Redacción
15 de marzo, 2016

Definitivamente no era un hombre de vicios, sino de uno de virtud. Sabía muy bien la diferencia entre ambas. Quizás lo había aprendido de Adam Smith: “el deseo de hacer lo que es honroso y noble, de convertirnos en objetos propios de la estima y la aprobación, no puede correctamente ser llamado vanidad. Incluso el apego a la fama y la reputación bien fundadas, el deseo de adquirir estima a través de lo que realmente es estimable, no merece ese nombre. El primero es el amor a la virtud, la mejor y la más noble pasión de la naturaleza humana. El segundo es el amor a la gloria verdadera, una pasión sin duda inferior a la precedente, pero que en dignidad parece venir inmediatamente después de ella”.

Gianca definitivamente no era un ordinario imitador, sí un innovador incansable. Y un innovador siempre es un hombre libre, una mente abierta y un genio. Porque “muy por encima de los millones de personas que nacen y mueren—dice Mises, se elevan los genios, aquellos hombres cuyas actuaciones e ideas abren caminos nuevos a la humanidad. Y a diferencia de un führer, él abrió caminos a través de terrenos antes inaccesibles [el de la educación colaborativa, el de las telecomunicaciones en Guatemala, el de las ciudades libres y el del ambientalismos de libre mercado, por mencionar algunos] sin preocuparse de si alguien le sigue o no”.

No fue, por tanto, un caudillo. Ni gustó nunca de la sumisión. Se distinguía como un ser libre y erguido. “Ser libre—dijo alguna vez, significa buscar la felicidad, utilizando los medios a nuestra disposición, sin coerción alguna y respetando la libertad de otros. Sin libertad no se puede tener ni moralidad, ni justicia ni prosperidad”. Su serenidad y sonrisa delataban aquella actitud ante la vida.

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Él no era de los que confiaban más en el legislador que en la humanidad, en el individuo…a lo Bastiat. En términos medio-ambientales, era uno de esos que llaman “un amigo de la naturaleza” o un ambientalista de libre mercado. Gianca creía firmemente en la propiedad privada como pilar y fundamento de la protección ambiental, siendo el gran impulsor del principio de las 3D de los derechos de propiedad: definidos, defendibles y divisibles. Como creía en el individuo libre, creía en su capacidad para emprender, en su cuota de conocimiento como parte de un rompecabezas complejo que sólo en una sociedad libre podría ser resuelto; creía por tanto en la innovación y en la tecnología, quizás porque precisamente allí, se hallaban sus semejantes, los genios y los emprendedores.

“Hagan lo que hagan, háganlo con excelencia y pasión”. Sí, porque mucho menos fue un mediocre o un apático. Gianca fue un ejemplo de quien vive la vida con pasión y optimismo, siempre buscando la excelencia en todo. Sus años como rector de la UFM, como docente y emprendedor dan signo de aquella filosofía de trabajo. ¡Agradezco tanto me haya inspirado estas virtudes… hoy las enseño con empeño a mis hijos!

 ¡Gracias Gianca por enseñarme tanto en tan poco tiempo. Ahora me entusiasma seguir tú legado…manos a la obra!

________________

Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute. Sus opiniones se publican en República.gt, Rana, Diario AltaVoz (Perú) y Notiminuto (Venezuela).

¿Quién no era Giancarlo Ibargüen?

Redacción
15 de marzo, 2016

Definitivamente no era un hombre de vicios, sino de uno de virtud. Sabía muy bien la diferencia entre ambas. Quizás lo había aprendido de Adam Smith: “el deseo de hacer lo que es honroso y noble, de convertirnos en objetos propios de la estima y la aprobación, no puede correctamente ser llamado vanidad. Incluso el apego a la fama y la reputación bien fundadas, el deseo de adquirir estima a través de lo que realmente es estimable, no merece ese nombre. El primero es el amor a la virtud, la mejor y la más noble pasión de la naturaleza humana. El segundo es el amor a la gloria verdadera, una pasión sin duda inferior a la precedente, pero que en dignidad parece venir inmediatamente después de ella”.

Gianca definitivamente no era un ordinario imitador, sí un innovador incansable. Y un innovador siempre es un hombre libre, una mente abierta y un genio. Porque “muy por encima de los millones de personas que nacen y mueren—dice Mises, se elevan los genios, aquellos hombres cuyas actuaciones e ideas abren caminos nuevos a la humanidad. Y a diferencia de un führer, él abrió caminos a través de terrenos antes inaccesibles [el de la educación colaborativa, el de las telecomunicaciones en Guatemala, el de las ciudades libres y el del ambientalismos de libre mercado, por mencionar algunos] sin preocuparse de si alguien le sigue o no”.

No fue, por tanto, un caudillo. Ni gustó nunca de la sumisión. Se distinguía como un ser libre y erguido. “Ser libre—dijo alguna vez, significa buscar la felicidad, utilizando los medios a nuestra disposición, sin coerción alguna y respetando la libertad de otros. Sin libertad no se puede tener ni moralidad, ni justicia ni prosperidad”. Su serenidad y sonrisa delataban aquella actitud ante la vida.

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Él no era de los que confiaban más en el legislador que en la humanidad, en el individuo…a lo Bastiat. En términos medio-ambientales, era uno de esos que llaman “un amigo de la naturaleza” o un ambientalista de libre mercado. Gianca creía firmemente en la propiedad privada como pilar y fundamento de la protección ambiental, siendo el gran impulsor del principio de las 3D de los derechos de propiedad: definidos, defendibles y divisibles. Como creía en el individuo libre, creía en su capacidad para emprender, en su cuota de conocimiento como parte de un rompecabezas complejo que sólo en una sociedad libre podría ser resuelto; creía por tanto en la innovación y en la tecnología, quizás porque precisamente allí, se hallaban sus semejantes, los genios y los emprendedores.

“Hagan lo que hagan, háganlo con excelencia y pasión”. Sí, porque mucho menos fue un mediocre o un apático. Gianca fue un ejemplo de quien vive la vida con pasión y optimismo, siempre buscando la excelencia en todo. Sus años como rector de la UFM, como docente y emprendedor dan signo de aquella filosofía de trabajo. ¡Agradezco tanto me haya inspirado estas virtudes… hoy las enseño con empeño a mis hijos!

 ¡Gracias Gianca por enseñarme tanto en tan poco tiempo. Ahora me entusiasma seguir tú legado…manos a la obra!

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute. Sus opiniones se publican en República.gt, Rana, Diario AltaVoz (Perú) y Notiminuto (Venezuela).