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Donaciones como política de Estado

Redacción
20 de marzo, 2016

Durante los últimos meses el gobierno guatemalteco ha recibido donaciones de parte de diversos entes para suplir necesidades de carácter urgente en los sistemas de salud y educación. Si bien, Guatemala siempre ha recibido apoyo de diversas fuentes, entre ellas la cooperación internacional, recientemente han llamado la atención dos donaciones puntuales, que han generado controversia y debate en el país.

La primera donación consistió en la entrega de medicamentos para los hospitales nacionales por parte de algunas farmacéuticas. La donación fue cuestionada al revelarse que una parte de las medicinas habían vencido. La segunda fue realizada por miembros del Ejército de Guatemala, quienes donaron escritorios a escuelas públicas del país. Esto también tuvo su grado de controversia, pues muchos cuestionaron las intenciones detrás de la acción de la institución armada.

Hay varios temas para el análisis que me gustaría poder abordar en este espacio. En primer lugar, queda claro que la sociedad guatemalteca tiende a ser solidaria, independientemente del ingreso económico de las personas. El otro día observé una publicación en redes sociales que posicionaba a los guatemaltecos como los más caritativos en América Latina. En efecto, el guatemalteco tiende a ser dadivoso, sobre todo cuando el país es afectado por desastres naturales o tragedias.

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No obstante, el guatemalteco prefiere brindar ayuda de manera directa al necesitado, y no a través de un intermediario, en este caso el Estado. Es decir, para el ciudadano dar una mano a su prójimo se traduce en obras de caridad. El pago de impuestos no es visto como una forma de ayudar a los más pobres, sino como un pago obligatorio a una burocracia pública que, o se lo roba, o lo malgasta.

Según varios autores, existen tres formas a través de las cuales un individuo puede insertarse en la sociedad: la familia, las asociaciones de voluntariado, y el Estado. En este caso, pareciera que el guatemalteco se enfoca primeramente en la familia, en menor medida en el voluntariado—que podría tomar la forma de obras de caridad—y es mucho más apático hacia el Estado y sus instituciones.

El anterior análisis puede ayudarnos a entender por qué las donaciones realizadas en los últimos meses han generado tanta controversia. Por un lado, existe el guatemalteco que ve en las donaciones una manera positiva de resolver los problemas. Desde esta perspectiva, existe la necesidad de una acción colectiva para suplir las necesidades de la sociedad. Sin embargo, esto debe ser espontáneo, salir del corazón de las personas, y no es necesariamente obligatorio para todos.

Por otro lado, existe otra perspectiva que se opone a las donaciones, pues se considera que estas no resuelven los problemas en el largo plazo, y a la vez, debilitan el papel del Estado como coordinador de la acción colectiva. Desde esta visión, el Estado debe resolver los problemas apalancándose en la recaudación de impuestos.

En lo personal considero que las donaciones son siempre positivas y deben ser promovidas y aplaudidas en la sociedad. No creo en el Estado como la única opción de socialización del individuo, ni mucho menos como la única alternativa para coordinar la acción colectiva.

Sin embargo, las donaciones de medicinas y escritorios son un raro híbrido entre caridad y política de Estado. Ambas provienen de una iniciativa privada pero son canalizadas a través del Estado, y parecieran reemplazar la existencia de una política de mediano y largo plazo en salud y educación, financiada con nuestros impuestos.

No considero recomendable que desde la Presidencia de la República se institucionalice las donaciones como política de gobierno. Debe existir una clara separación entre las acciones de ciudadanos como actores privados, y las acciones de política pública de un gobierno. La mezcla de caridad y política podría resultar perjudicial, pues no permite valorar la bondad detrás de una donación, y quita al Estado su responsabilidad constitucional de brindar salud y educación a los ciudadanos guatemaltecos.

Donaciones como política de Estado

Redacción
20 de marzo, 2016

Durante los últimos meses el gobierno guatemalteco ha recibido donaciones de parte de diversos entes para suplir necesidades de carácter urgente en los sistemas de salud y educación. Si bien, Guatemala siempre ha recibido apoyo de diversas fuentes, entre ellas la cooperación internacional, recientemente han llamado la atención dos donaciones puntuales, que han generado controversia y debate en el país.

La primera donación consistió en la entrega de medicamentos para los hospitales nacionales por parte de algunas farmacéuticas. La donación fue cuestionada al revelarse que una parte de las medicinas habían vencido. La segunda fue realizada por miembros del Ejército de Guatemala, quienes donaron escritorios a escuelas públicas del país. Esto también tuvo su grado de controversia, pues muchos cuestionaron las intenciones detrás de la acción de la institución armada.

Hay varios temas para el análisis que me gustaría poder abordar en este espacio. En primer lugar, queda claro que la sociedad guatemalteca tiende a ser solidaria, independientemente del ingreso económico de las personas. El otro día observé una publicación en redes sociales que posicionaba a los guatemaltecos como los más caritativos en América Latina. En efecto, el guatemalteco tiende a ser dadivoso, sobre todo cuando el país es afectado por desastres naturales o tragedias.

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No obstante, el guatemalteco prefiere brindar ayuda de manera directa al necesitado, y no a través de un intermediario, en este caso el Estado. Es decir, para el ciudadano dar una mano a su prójimo se traduce en obras de caridad. El pago de impuestos no es visto como una forma de ayudar a los más pobres, sino como un pago obligatorio a una burocracia pública que, o se lo roba, o lo malgasta.

Según varios autores, existen tres formas a través de las cuales un individuo puede insertarse en la sociedad: la familia, las asociaciones de voluntariado, y el Estado. En este caso, pareciera que el guatemalteco se enfoca primeramente en la familia, en menor medida en el voluntariado—que podría tomar la forma de obras de caridad—y es mucho más apático hacia el Estado y sus instituciones.

El anterior análisis puede ayudarnos a entender por qué las donaciones realizadas en los últimos meses han generado tanta controversia. Por un lado, existe el guatemalteco que ve en las donaciones una manera positiva de resolver los problemas. Desde esta perspectiva, existe la necesidad de una acción colectiva para suplir las necesidades de la sociedad. Sin embargo, esto debe ser espontáneo, salir del corazón de las personas, y no es necesariamente obligatorio para todos.

Por otro lado, existe otra perspectiva que se opone a las donaciones, pues se considera que estas no resuelven los problemas en el largo plazo, y a la vez, debilitan el papel del Estado como coordinador de la acción colectiva. Desde esta visión, el Estado debe resolver los problemas apalancándose en la recaudación de impuestos.

En lo personal considero que las donaciones son siempre positivas y deben ser promovidas y aplaudidas en la sociedad. No creo en el Estado como la única opción de socialización del individuo, ni mucho menos como la única alternativa para coordinar la acción colectiva.

Sin embargo, las donaciones de medicinas y escritorios son un raro híbrido entre caridad y política de Estado. Ambas provienen de una iniciativa privada pero son canalizadas a través del Estado, y parecieran reemplazar la existencia de una política de mediano y largo plazo en salud y educación, financiada con nuestros impuestos.

No considero recomendable que desde la Presidencia de la República se institucionalice las donaciones como política de gobierno. Debe existir una clara separación entre las acciones de ciudadanos como actores privados, y las acciones de política pública de un gobierno. La mezcla de caridad y política podría resultar perjudicial, pues no permite valorar la bondad detrás de una donación, y quita al Estado su responsabilidad constitucional de brindar salud y educación a los ciudadanos guatemaltecos.