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¿Por qué nos molesta tanto el transfuguismo?

José Carlos Ortega
05 de marzo, 2016

Siguen las discusiones sobre las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos con aseveraciones y posiciones diferentes. Éstas van desde la aceptación y apoyo incondicional a lo revisado y aprobado por la Corte de Constitucionalidad, hasta el rechazo de varias de esas propuestas, que al final tienen diferentes orígenes. Hay algunas que ni siquiera debieran existir, como por ejemplo el Voto Nulo Vinculante de la forma en que quedó, ¡es una payasada! Sin discutir si debiera existir una norma que vincule el voto nulo a cualquier elección, y no tan solo a la elección de Presidente y Vicepresidente de la República, el establecer que para que dicha elección se anule debe tener 50% de los votos más uno, es ridículo y pretende únicamente “cumplir” con las exigencias de un pueblo que no se traga el “atole con el dedo”. Quisiera ver algún día que el voto nulo llegara a un primer lugar en la elección, y el candidato o candidatos ganadores (este voto se vincula únicamente en primera vuelta) estuvieran por debajo de ese porcentaje, ¡a ver con qué legitimidad se les consideraría ganadores!
Hay otras reformas que tienen un atisbo de bondad o de progreso, como la del Voto en el Extranjero, que no indica se deba hacer a partir de la próxima elección, y que debe coordinarse con todas las instituciones del Estado, como por ejemplo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero que trae consigo una serie de costos, logística, etc. que hace complicado realizarse de forma masiva para el más de un millón de guatemaltecos que viven fuera de nuestras fronteras. ¡Imagínese usted la cola en el Consulado guatemalteco en Los Ángeles, California, si se registraran todos nuestros connacionales! La fórmula para limitar los representantes al Congreso es más buena que mala, pero después hay una serie de reformas que tienen buenas intenciones, sin embargo por falta de definición, o por no enfocarse en el problema de origen, no lograrán los resultados perseguidos, o lo que sería peor, utilizando la autoridad máxima electoral, el Tribunal Supremo Electoral, de forma discrecional, afecte a unos y apoye a otros.
Se aprueba la inclusión equitativa en función de género y de etnia intentando que a partir de esta regulación se incluya nuevas personas (que sucederá sólo la primera vez y en los mismos porcentajes de las anteriores legislaturas), y darle oportunidades igualitarias al género femenino y a las etnias. Pero esto no resuelve el problema. Claro que lo más seguro es que vamos a tener mujeres y representantes de las 24 etnias (incluyo a los ladinos aquí), y lo único que se va a lograr es nepotismo, búsqueda de arreglos con los dueños de los partidos, y que nos pase lo que ya ha pasado: que no haya ninguna diferencia entre los diputados hombres ladinos a cualquier otra combinación. ¿Por qué se pregunta usted? Por los incentivos… que siguen siendo perversos.
Y aquí es donde chocamos con nuestras posiciones más sonadas, pero sin buscar la verdadera solución a la causa de nuestros problemas. Coincidimos, y ni hablar, con esta forma de votar, y no de elegir, en que se debe limitar la reelección de diputados (y alcaldes) reforma que fue rechazada por la CC. Nos molesta de sobremanera que elegimos a los diputados de un partido y no tienen ni 2 meses y algunos ya se han cambiado dos veces de bancada. Otros llevan el récord mundial de cambio de bancada. Pero pocos se ponen a pensar, que en su mayoría los tránsfugas posiblemente estén movidos por los incentivos equivocados, pero no todos.
Debemos recordar que en la primera componenda entre oficialismo y oposición, el partido GANA, con el que participara el presidente Óscar Berger, al ser electo el presidente Álvaro Colom, la mayoría de los diputados de la GANA se aliaron con la UNE, y varios diputados de la GANA al ver que su partido entraba en componendas con el nuevo partido oficial deciden retirarse del mismo. ¿Qué debe hacer un diputado cuyo partido se ve involucrado en notorios casos de corrupción? ¿Permanecer en él? Tenemos el caso de varios ilustres representantes que han empezado en un partido y se han cambiado de organización por las razones correctas. Entonces, ¿por qué nos molesta tanto el transfuguismo? Porque en la mayoría de casos, nosotros votamos por un partido, no por una persona, y nos sentimos defraudados. Esto se debe principalmente porque votamos por listados que nos imponen, listas cerradas en su orden y que desconocemos quiénes participan, pues no tienen ningún contacto con la población, sus representados.
Las reformas tienen muchos chapuces, muchos “para mientras”, para mientras se queda así… No resuelve el problema principal que es el que los ciudadanos podamos elegir. La única forma de elegir es que podamos votar no por listas, sino personas que se escogen de listados abiertos, mejor si en orden alfabético con el nombre y el símbolo del partido a la par. De esa forma los representantes le darán cuentas a sus representados, y se eliminan la mayoría de prácticas perversas.

¿Por qué nos molesta tanto el transfuguismo?

José Carlos Ortega
05 de marzo, 2016

Siguen las discusiones sobre las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos con aseveraciones y posiciones diferentes. Éstas van desde la aceptación y apoyo incondicional a lo revisado y aprobado por la Corte de Constitucionalidad, hasta el rechazo de varias de esas propuestas, que al final tienen diferentes orígenes. Hay algunas que ni siquiera debieran existir, como por ejemplo el Voto Nulo Vinculante de la forma en que quedó, ¡es una payasada! Sin discutir si debiera existir una norma que vincule el voto nulo a cualquier elección, y no tan solo a la elección de Presidente y Vicepresidente de la República, el establecer que para que dicha elección se anule debe tener 50% de los votos más uno, es ridículo y pretende únicamente “cumplir” con las exigencias de un pueblo que no se traga el “atole con el dedo”. Quisiera ver algún día que el voto nulo llegara a un primer lugar en la elección, y el candidato o candidatos ganadores (este voto se vincula únicamente en primera vuelta) estuvieran por debajo de ese porcentaje, ¡a ver con qué legitimidad se les consideraría ganadores!
Hay otras reformas que tienen un atisbo de bondad o de progreso, como la del Voto en el Extranjero, que no indica se deba hacer a partir de la próxima elección, y que debe coordinarse con todas las instituciones del Estado, como por ejemplo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero que trae consigo una serie de costos, logística, etc. que hace complicado realizarse de forma masiva para el más de un millón de guatemaltecos que viven fuera de nuestras fronteras. ¡Imagínese usted la cola en el Consulado guatemalteco en Los Ángeles, California, si se registraran todos nuestros connacionales! La fórmula para limitar los representantes al Congreso es más buena que mala, pero después hay una serie de reformas que tienen buenas intenciones, sin embargo por falta de definición, o por no enfocarse en el problema de origen, no lograrán los resultados perseguidos, o lo que sería peor, utilizando la autoridad máxima electoral, el Tribunal Supremo Electoral, de forma discrecional, afecte a unos y apoye a otros.
Se aprueba la inclusión equitativa en función de género y de etnia intentando que a partir de esta regulación se incluya nuevas personas (que sucederá sólo la primera vez y en los mismos porcentajes de las anteriores legislaturas), y darle oportunidades igualitarias al género femenino y a las etnias. Pero esto no resuelve el problema. Claro que lo más seguro es que vamos a tener mujeres y representantes de las 24 etnias (incluyo a los ladinos aquí), y lo único que se va a lograr es nepotismo, búsqueda de arreglos con los dueños de los partidos, y que nos pase lo que ya ha pasado: que no haya ninguna diferencia entre los diputados hombres ladinos a cualquier otra combinación. ¿Por qué se pregunta usted? Por los incentivos… que siguen siendo perversos.
Y aquí es donde chocamos con nuestras posiciones más sonadas, pero sin buscar la verdadera solución a la causa de nuestros problemas. Coincidimos, y ni hablar, con esta forma de votar, y no de elegir, en que se debe limitar la reelección de diputados (y alcaldes) reforma que fue rechazada por la CC. Nos molesta de sobremanera que elegimos a los diputados de un partido y no tienen ni 2 meses y algunos ya se han cambiado dos veces de bancada. Otros llevan el récord mundial de cambio de bancada. Pero pocos se ponen a pensar, que en su mayoría los tránsfugas posiblemente estén movidos por los incentivos equivocados, pero no todos.
Debemos recordar que en la primera componenda entre oficialismo y oposición, el partido GANA, con el que participara el presidente Óscar Berger, al ser electo el presidente Álvaro Colom, la mayoría de los diputados de la GANA se aliaron con la UNE, y varios diputados de la GANA al ver que su partido entraba en componendas con el nuevo partido oficial deciden retirarse del mismo. ¿Qué debe hacer un diputado cuyo partido se ve involucrado en notorios casos de corrupción? ¿Permanecer en él? Tenemos el caso de varios ilustres representantes que han empezado en un partido y se han cambiado de organización por las razones correctas. Entonces, ¿por qué nos molesta tanto el transfuguismo? Porque en la mayoría de casos, nosotros votamos por un partido, no por una persona, y nos sentimos defraudados. Esto se debe principalmente porque votamos por listados que nos imponen, listas cerradas en su orden y que desconocemos quiénes participan, pues no tienen ningún contacto con la población, sus representados.
Las reformas tienen muchos chapuces, muchos “para mientras”, para mientras se queda así… No resuelve el problema principal que es el que los ciudadanos podamos elegir. La única forma de elegir es que podamos votar no por listas, sino personas que se escogen de listados abiertos, mejor si en orden alfabético con el nombre y el símbolo del partido a la par. De esa forma los representantes le darán cuentas a sus representados, y se eliminan la mayoría de prácticas perversas.