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LAS CLAVES DEL PODER

Redacción
12 de abril, 2016

En un trabajo presentado hace ya algunas décadas por John Kenneth Galbraith, se hacía un análisis muy acucioso e interesante de las causas y fundamentos del poder. Primeramente apuraba una definición de poder: en opinión de este académico, “poder es hacer que otra persona haga lo que uno quiere que haga”. Ciertamente una definición muy sencilla pero bastante certera. Luego el autor nos refería a que el poder encuentra su basamento en 3 fuentes: la estructura organizacional, el dinero y la personalidad. Y a partir de cada uno de ellos ponía ejemplos muy interesantes a través de la historia. No sé cuanto su análisis, en un mundo hoy caracterizado por nuevos y muy diferentes factores, siga siendo válido, pero lo que sí es pertinente es echar una mirada a como se ejerce el poder hoy en mí país.

Primeramente llama la atención la situación de los Partidos Políticos. Podría decir uno en antaño que los Partidos en Guatemala eran poco representativos y ciertamente con ciclos de vida que no iban más allá de 3 períodos presidenciales, pero de alguna manera ejercían un cierto peso en la discusión de los temas nacionales. Sin embargo lo que hoy vemos realmente asombra. Tras el vendaval del año 2015, los Partidos políticos han quedado al margen de la discusión de temas nacionales, con poca capacidad de articular, sea para hacer gobierno o para hacer oposición, al grado que hoy cuesta definir cuál será el panorama político electoral para dentro de 3 años. Esto sí no lo habíamos visto. El Congreso, a guisa de ejemplo, durante la elección para la magistratura de la Corte de Constitucionalidad, votó en forma sospechosamente unánime, lo que únicamente nos puede sugerir que el poder no radica allí con ellos sino fuera de ese recinto.

También luego de la serie de señalamientos, capturas, juicios seguidos públicamente y prisiones preventivas giradas en contra de narcotraficantes, políticos señalados de infringir la ley, funcionarios de alto nivel involucrados en actos de corrupción y estructuras empresariales acusados de evasión, que en forma masiva ha realizado el Ministerio Público en los últimos 10 meses uno podría afirmar que algunos núcleos de poder tradicionales han quedado “jugando con las negras” como se diría en el ajedrez. Antes hubiera uno esperado, en el caso de los grupos de crimen organizado por ejemplo, reacciones virulentas o terminales. Nada de ello ha ocurrido. Está claro que el eje de gravedad del poder ya no está con ellos.

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¿Pero si no es así, el poder donde está hoy? Radica claramente en una coalición de actores e intereses que ha decidido ejercer el peso y el poder de la justicia para avanzar una agenda de transformaciones. Esto no hubiera sido posible sin que se hubieran puesto ciertas piezas en el orden correcto. Cuando se analiza la agenda legislativa en los últimos 8 años, por ejemplo, que de significativo encontramos? La legalización de las escuchas; tipos penales creados ad hoc; una ley para extinguir la propiedad; normativa relativa a tráfico de influencias; en fin, todo un instrumental quirúrgico legal sin el cual no era posible golpear a las estructuras de poder. De allí que la última pieza de esa estrategia lo constituía asegurarse una Corte de Constitucionalidad que no fuera a comprometer los pasos ya dados en ese camino, y por eso la atención e influencia ejercida sobre su elección.

¿Es esto bueno para el país? Sin duda que sí en el sentido de que los feudos políticos y económicos de los grupos que han lucrado ilegalmente al amparo de la impunidad reinante, hoy han sido profundamente castigados. Sin embargo, grandes poderes conlleva grandes responsabilidades. En la medida en que este poder se ejerza, como suele suceder en todo ámbito humano, suele embriagar a quien lo usa, y puede perderse prontamente el objetivo o norte. Requiere de mucha sabiduría, imparcialidad e independencia el hacer ejercicio de esta nueva modalidad de poder, sin caer en el error de brincar del “combate a los malos”, al “combate de los que me caen mal”. Solo con una sociedad vigilante y sin miedo a decir las cosas, con una prensa independiente que juegue su rol de auditor social y con estructuras sociales y gremiales que construyan juntos en vez de distanciarse podrá lograrse ese cometido. Vienen desafíos muy grandes con las discusiones al sistema de justicia que ya han sido anunciados. Este será pues el filtro a través del cual podremos constatar si continuamos por una buena senda o extraviamos el camino.

LAS CLAVES DEL PODER

Redacción
12 de abril, 2016

En un trabajo presentado hace ya algunas décadas por John Kenneth Galbraith, se hacía un análisis muy acucioso e interesante de las causas y fundamentos del poder. Primeramente apuraba una definición de poder: en opinión de este académico, “poder es hacer que otra persona haga lo que uno quiere que haga”. Ciertamente una definición muy sencilla pero bastante certera. Luego el autor nos refería a que el poder encuentra su basamento en 3 fuentes: la estructura organizacional, el dinero y la personalidad. Y a partir de cada uno de ellos ponía ejemplos muy interesantes a través de la historia. No sé cuanto su análisis, en un mundo hoy caracterizado por nuevos y muy diferentes factores, siga siendo válido, pero lo que sí es pertinente es echar una mirada a como se ejerce el poder hoy en mí país.

Primeramente llama la atención la situación de los Partidos Políticos. Podría decir uno en antaño que los Partidos en Guatemala eran poco representativos y ciertamente con ciclos de vida que no iban más allá de 3 períodos presidenciales, pero de alguna manera ejercían un cierto peso en la discusión de los temas nacionales. Sin embargo lo que hoy vemos realmente asombra. Tras el vendaval del año 2015, los Partidos políticos han quedado al margen de la discusión de temas nacionales, con poca capacidad de articular, sea para hacer gobierno o para hacer oposición, al grado que hoy cuesta definir cuál será el panorama político electoral para dentro de 3 años. Esto sí no lo habíamos visto. El Congreso, a guisa de ejemplo, durante la elección para la magistratura de la Corte de Constitucionalidad, votó en forma sospechosamente unánime, lo que únicamente nos puede sugerir que el poder no radica allí con ellos sino fuera de ese recinto.

También luego de la serie de señalamientos, capturas, juicios seguidos públicamente y prisiones preventivas giradas en contra de narcotraficantes, políticos señalados de infringir la ley, funcionarios de alto nivel involucrados en actos de corrupción y estructuras empresariales acusados de evasión, que en forma masiva ha realizado el Ministerio Público en los últimos 10 meses uno podría afirmar que algunos núcleos de poder tradicionales han quedado “jugando con las negras” como se diría en el ajedrez. Antes hubiera uno esperado, en el caso de los grupos de crimen organizado por ejemplo, reacciones virulentas o terminales. Nada de ello ha ocurrido. Está claro que el eje de gravedad del poder ya no está con ellos.

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¿Pero si no es así, el poder donde está hoy? Radica claramente en una coalición de actores e intereses que ha decidido ejercer el peso y el poder de la justicia para avanzar una agenda de transformaciones. Esto no hubiera sido posible sin que se hubieran puesto ciertas piezas en el orden correcto. Cuando se analiza la agenda legislativa en los últimos 8 años, por ejemplo, que de significativo encontramos? La legalización de las escuchas; tipos penales creados ad hoc; una ley para extinguir la propiedad; normativa relativa a tráfico de influencias; en fin, todo un instrumental quirúrgico legal sin el cual no era posible golpear a las estructuras de poder. De allí que la última pieza de esa estrategia lo constituía asegurarse una Corte de Constitucionalidad que no fuera a comprometer los pasos ya dados en ese camino, y por eso la atención e influencia ejercida sobre su elección.

¿Es esto bueno para el país? Sin duda que sí en el sentido de que los feudos políticos y económicos de los grupos que han lucrado ilegalmente al amparo de la impunidad reinante, hoy han sido profundamente castigados. Sin embargo, grandes poderes conlleva grandes responsabilidades. En la medida en que este poder se ejerza, como suele suceder en todo ámbito humano, suele embriagar a quien lo usa, y puede perderse prontamente el objetivo o norte. Requiere de mucha sabiduría, imparcialidad e independencia el hacer ejercicio de esta nueva modalidad de poder, sin caer en el error de brincar del “combate a los malos”, al “combate de los que me caen mal”. Solo con una sociedad vigilante y sin miedo a decir las cosas, con una prensa independiente que juegue su rol de auditor social y con estructuras sociales y gremiales que construyan juntos en vez de distanciarse podrá lograrse ese cometido. Vienen desafíos muy grandes con las discusiones al sistema de justicia que ya han sido anunciados. Este será pues el filtro a través del cual podremos constatar si continuamos por una buena senda o extraviamos el camino.