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Prosperidad a costa de los demás

Redacción
17 de abril, 2016

Un sistema jurídico debe buscar como finalidad última el mejoramiento de todos sin permitir que unos vivan a costa de otros. Para ello debiera partir del concepto de igualdad ante la ley.

Mucho se debate de las injusticias de las normas cuando las mismas se analizan en casos particulares y aislados. Eso puede ser cierto en ese caso particular con la personalización y empatía que pueda uno tener respecto a las personas involucradas en ese caso particular. Sin embargo eso no es razón para que se hagan normas de aplicación general.

Por ello es que resulta contrario a un sistema jurídico de verdadero Derecho el que se pretenda justificar un trato diferenciado por suma de intereses y no por razones de derechos.

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Esto último es lo que se conoce como “privilegio”. Es decir, una ley privada, que en su concepto original era una que le ponía mayores cargas a los servidores públicos y no, como ahora, una que otorgs ventajas.

Las exoneraciones fiscales, por ejemplo, son claros ejemplos de leyes que no son jurídicas pues violan el principio básico de “igualdad ante la ley”. En materia tributaria, el principio dice “a igual capacidad de pago, igual contribución” con lo que no es dable darle exenciones fiscales a industrias particulares, entidades de cierto tipo o personas de ciertas características -como raza o religión. Sin embargo, vemos que esas políticas abundan, tanto así que tenemos una nueva ley de privilegios fiscales recientemente aprobada.

Los efectos son negativos en cuanto a generar artificialmente industrias que no son verdaderamente rentables y hacer que el resto de la población pague por el uso de servicios públicos de quienes no contribuyen. Es más, estas ventajas tributarias aumentan el gasto público derivado de los controles y burocracia que “controla” que solo los designados se beneficien por la ley, todo lo cual se paga con contribuciones fiscales de los demás ciudadanos.

Es por ello que no es jurídico tener leyes que permitan a otros vivir a costa de los demás, aunque se justifiquen como creadores de algunos empleos.

Prosperidad a costa de los demás

Redacción
17 de abril, 2016

Un sistema jurídico debe buscar como finalidad última el mejoramiento de todos sin permitir que unos vivan a costa de otros. Para ello debiera partir del concepto de igualdad ante la ley.

Mucho se debate de las injusticias de las normas cuando las mismas se analizan en casos particulares y aislados. Eso puede ser cierto en ese caso particular con la personalización y empatía que pueda uno tener respecto a las personas involucradas en ese caso particular. Sin embargo eso no es razón para que se hagan normas de aplicación general.

Por ello es que resulta contrario a un sistema jurídico de verdadero Derecho el que se pretenda justificar un trato diferenciado por suma de intereses y no por razones de derechos.

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Las exoneraciones fiscales, por ejemplo, son claros ejemplos de leyes que no son jurídicas pues violan el principio básico de “igualdad ante la ley”. En materia tributaria, el principio dice “a igual capacidad de pago, igual contribución” con lo que no es dable darle exenciones fiscales a industrias particulares, entidades de cierto tipo o personas de ciertas características -como raza o religión. Sin embargo, vemos que esas políticas abundan, tanto así que tenemos una nueva ley de privilegios fiscales recientemente aprobada.

Los efectos son negativos en cuanto a generar artificialmente industrias que no son verdaderamente rentables y hacer que el resto de la población pague por el uso de servicios públicos de quienes no contribuyen. Es más, estas ventajas tributarias aumentan el gasto público derivado de los controles y burocracia que “controla” que solo los designados se beneficien por la ley, todo lo cual se paga con contribuciones fiscales de los demás ciudadanos.

Es por ello que no es jurídico tener leyes que permitan a otros vivir a costa de los demás, aunque se justifiquen como creadores de algunos empleos.