La debilidad del gobierno central, incapaz de cumplir con sus responsabilidades en lugares remotos, por un lado, y el contar con jugosos fondos provenientes del 10% del Presupuesto General de la Nación, con el goce de autonomía para decidir su destino y ausencia de fiscalización por parte de la Contraloría General de Cuentas, abrió espacios para el uso clientelar de los recursos municipales.
Uno de los efectos más visibles de lo anterior es la repetida re-elección de algunos alcaldes y sus concejos. Y no precisamente porque estén haciendo una magnífica tarea y se merecen, ellos y su municipio, que continúen a cargo del poder local. Estirando, hasta donde se pueda y se les permita, el concepto de autonomía, se han metido en hacer obra en campos que son competencia del gobierno central. Hacer una escuelita o un centro de salud, que requieren equipo, personal, suministros y mantenimiento a perpetuidad, le permite al alcalde cortar cinta simbólica, posar para las fotos y, muy importante, emitir un discurso, casi arenga de permanente campaña electoral, para mostrar que su administración responde.
El ámbito municipal de inversión de sus recursos, debiera circunscribirse a asegurar que su población cuente con agua pura, limpieza e iluminación de calles y áreas verdes y otras de uso común, eficiente manejo de desechos, calles y drenajes en buen estado, ordenamiento territorial, licencias de construcción según reglamentos, regulación del tránsito.
Por mucho que se apele a la autonomía municipal, el meterse a desarrollar tareas de salud, educación y seguridad es desvío de fondos a destinos que son competencia del gobierno central. El reclamo, por demás justificado, por parte de la población por salud, educación y seguridad debe ser trasladado por las autoridades municipales al gobierno central, obligando al debido uso de las estructuras de los COCODES, COMUDES, CODEDES.
Tal vez no sea corrupción, necesariamente, no seamos mal pensados de entrada, lo que se esconda en estos procesos. Para la población con necesidades que requieren pronta atención, el alcalde es la autoridad más próxima. El problema es que éste responda de manera clientelar, a unas aldeas sí y a otras no, por ejemplo, en lugar de gestionar soluciones en donde y por donde corresponda.
Tengo mis dudas sobre si la inversión municipal en orquestas, escuelas de arte, caen dentro su competencia.
La debilidad del gobierno central, incapaz de cumplir con sus responsabilidades en lugares remotos, por un lado, y el contar con jugosos fondos provenientes del 10% del Presupuesto General de la Nación, con el goce de autonomía para decidir su destino y ausencia de fiscalización por parte de la Contraloría General de Cuentas, abrió espacios para el uso clientelar de los recursos municipales.
Uno de los efectos más visibles de lo anterior es la repetida re-elección de algunos alcaldes y sus concejos. Y no precisamente porque estén haciendo una magnífica tarea y se merecen, ellos y su municipio, que continúen a cargo del poder local. Estirando, hasta donde se pueda y se les permita, el concepto de autonomía, se han metido en hacer obra en campos que son competencia del gobierno central. Hacer una escuelita o un centro de salud, que requieren equipo, personal, suministros y mantenimiento a perpetuidad, le permite al alcalde cortar cinta simbólica, posar para las fotos y, muy importante, emitir un discurso, casi arenga de permanente campaña electoral, para mostrar que su administración responde.
El ámbito municipal de inversión de sus recursos, debiera circunscribirse a asegurar que su población cuente con agua pura, limpieza e iluminación de calles y áreas verdes y otras de uso común, eficiente manejo de desechos, calles y drenajes en buen estado, ordenamiento territorial, licencias de construcción según reglamentos, regulación del tránsito.
Por mucho que se apele a la autonomía municipal, el meterse a desarrollar tareas de salud, educación y seguridad es desvío de fondos a destinos que son competencia del gobierno central. El reclamo, por demás justificado, por parte de la población por salud, educación y seguridad debe ser trasladado por las autoridades municipales al gobierno central, obligando al debido uso de las estructuras de los COCODES, COMUDES, CODEDES.
Tal vez no sea corrupción, necesariamente, no seamos mal pensados de entrada, lo que se esconda en estos procesos. Para la población con necesidades que requieren pronta atención, el alcalde es la autoridad más próxima. El problema es que éste responda de manera clientelar, a unas aldeas sí y a otras no, por ejemplo, en lugar de gestionar soluciones en donde y por donde corresponda.
Tengo mis dudas sobre si la inversión municipal en orquestas, escuelas de arte, caen dentro su competencia.