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Más allá de la “Plazocracia”

Redacción
14 de junio, 2016

Es plausible, impresionante y alentador el hecho de ver a la población urbana de vuelta en los espacios públicos demandando #JusticiaYa y una lucha frontal contra la corrupción. La “Plazocracia” a la chapina, como la ha denominado Mario “Cabra Loca” Taracena, está de vuelta.

Pero no es suficiente.

Contrario a seguir la línea de aquellos comentarios y mensajes que indican, por ejemplo, que “Guatemala ya cambió”, “Guatemala ya despertó”, “Guatemala es otra” desde abril de 2015, pienso que las manifestaciones de la “Plazocracia” tan solo nos dan la ilusión y percepción de que una parte importante de la población del país ha salido de su marasmo social y se ha volcado, en serio, a ejercer ciudadanía para transformar el país.

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Pero no nos engañemos. Aquí hay una mujer valiente de nombre Thelma Aldana, que apoyada por un grupo de buenos guatemaltecos que trabajan en el MP, con el apoyo de la CICIG, están realizando un trabajo de investigación de primer nivel, para demostrarle al país y al mundo, los niveles de corrupción y cooptación en los que cayó el Estado de Guatemala. Hay, por otro lado, un valiente “Caballero del Derecho” en la persona del Juez Miguel Ángel Gálvez.

Sin embargo, los verdaderos cambios institucionales y la interiorización de una cultura por la transparencia tomarán mucho más tiempo. Y se demorarán, mucho más, si la manifestación ciudadana no va más allá de la mera “Plazocracia” y no se organiza de cara al futuro.

Y es que en poco más de una década nos hemos vuelto más apáticos y desorganizados. Por ejemplo, en el año 2000 al menos 30 de cada 100 guatemaltecos de siete y más años de edad participaba en alguna organización. Para el año 2006 y 2011 ya solo participaban 24 y 11 de cada 100 personas, respectivamente. Pero la cosa no acabó ahí. Para el 2014 apenas participaron 5 de cada 100 guatemaltecos (ENCOVI: 2014). Con estos débiles niveles de participación en organizaciones no esperemos muchos cambios.

La partidocracia, en cambio, ha sido exitosa en el país porque sus huestes sí se organizan, participan y defienden sus territorios y liderazgos. Algo similar ocurre con el narcotráfico, el crimen organizado y las maras: tienen redes de redes e información precisa en tiempo real.

Eso no ocurre con el resto de la ciudadanía, la cual se convierte en una mera espectadora del acontecer nacional. Por ello la “Plazocracia” es alentadora, pero es insuficiente para promover cambios radicales y de largo alcance en la arquitectura del Estado nacional.

Es verdad que algunos de los colectivos que se han dado cita en La Plaza ya han tenido algún nivel de conocimiento mutuo y conversaciones para la construcción de confianza colectiva. Sin embargo, bien harían en promover algo más que esporádicas manifestaciones que solo dan la ilusión de participación.

Un paso de esta naturaleza implica dejar de trabajar o promover agendas sectoriales y trabajar sobre la base de una agenda nacional. Además, se hará necesario articular un discurso y agenda común entre la Guatemala ladina y la Guatemala indígena y rural; entre la Guatemala de clase media y aquella que vive en la pobreza.

A las élites, no les quedará otra que sumarse y apoyar los cambios… o sucumbir poco a poco…

@bequerchocooj

Más allá de la “Plazocracia”

Redacción
14 de junio, 2016

Es plausible, impresionante y alentador el hecho de ver a la población urbana de vuelta en los espacios públicos demandando #JusticiaYa y una lucha frontal contra la corrupción. La “Plazocracia” a la chapina, como la ha denominado Mario “Cabra Loca” Taracena, está de vuelta.

Pero no es suficiente.

Contrario a seguir la línea de aquellos comentarios y mensajes que indican, por ejemplo, que “Guatemala ya cambió”, “Guatemala ya despertó”, “Guatemala es otra” desde abril de 2015, pienso que las manifestaciones de la “Plazocracia” tan solo nos dan la ilusión y percepción de que una parte importante de la población del país ha salido de su marasmo social y se ha volcado, en serio, a ejercer ciudadanía para transformar el país.

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Pero no nos engañemos. Aquí hay una mujer valiente de nombre Thelma Aldana, que apoyada por un grupo de buenos guatemaltecos que trabajan en el MP, con el apoyo de la CICIG, están realizando un trabajo de investigación de primer nivel, para demostrarle al país y al mundo, los niveles de corrupción y cooptación en los que cayó el Estado de Guatemala. Hay, por otro lado, un valiente “Caballero del Derecho” en la persona del Juez Miguel Ángel Gálvez.

Sin embargo, los verdaderos cambios institucionales y la interiorización de una cultura por la transparencia tomarán mucho más tiempo. Y se demorarán, mucho más, si la manifestación ciudadana no va más allá de la mera “Plazocracia” y no se organiza de cara al futuro.

Y es que en poco más de una década nos hemos vuelto más apáticos y desorganizados. Por ejemplo, en el año 2000 al menos 30 de cada 100 guatemaltecos de siete y más años de edad participaba en alguna organización. Para el año 2006 y 2011 ya solo participaban 24 y 11 de cada 100 personas, respectivamente. Pero la cosa no acabó ahí. Para el 2014 apenas participaron 5 de cada 100 guatemaltecos (ENCOVI: 2014). Con estos débiles niveles de participación en organizaciones no esperemos muchos cambios.

La partidocracia, en cambio, ha sido exitosa en el país porque sus huestes sí se organizan, participan y defienden sus territorios y liderazgos. Algo similar ocurre con el narcotráfico, el crimen organizado y las maras: tienen redes de redes e información precisa en tiempo real.

Eso no ocurre con el resto de la ciudadanía, la cual se convierte en una mera espectadora del acontecer nacional. Por ello la “Plazocracia” es alentadora, pero es insuficiente para promover cambios radicales y de largo alcance en la arquitectura del Estado nacional.

Es verdad que algunos de los colectivos que se han dado cita en La Plaza ya han tenido algún nivel de conocimiento mutuo y conversaciones para la construcción de confianza colectiva. Sin embargo, bien harían en promover algo más que esporádicas manifestaciones que solo dan la ilusión de participación.

Un paso de esta naturaleza implica dejar de trabajar o promover agendas sectoriales y trabajar sobre la base de una agenda nacional. Además, se hará necesario articular un discurso y agenda común entre la Guatemala ladina y la Guatemala indígena y rural; entre la Guatemala de clase media y aquella que vive en la pobreza.

A las élites, no les quedará otra que sumarse y apoyar los cambios… o sucumbir poco a poco…

@bequerchocooj