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A GRANDES MALES, GRANDES REMEDIOS.

Redacción
01 de junio, 2016

En esta ocasión, inicio con una expresión sencilla, pero contundente, sí, a grandes males, grandes remedios. Seguramente tras haberla leído ya han dado con su significado. Cuando mayor es un mal, mayores deberán ser los remedios para dar con la solución del fondo del problema y mayor el esfuerzo para conseguirlo.
Pues bien, empecemos con el tema de la educación pública en Guatemala, que lejos de ser un alivio para quienes no pueden costearse una escuela o colegio privado, es uno de los grandes males del país, de su subdesarrollo, de su hambre, de su miseria, un verdadero viacrucis y martirio para los estudiantes, sus padres y para los maestros honrados. La educación pública en Guatemala apesta al basurero de la zona tres.

El Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), en el corazón y en la mente del pueblo de Guatemala: una organización criminal, comandada por este “Jodiel”, desde hace muchísimos años, tiene en jaque a cada gobierno de turno y a la población; solo recordemos los últimos bloqueos de carreteras y calles ocasionadas por sus paros y manifestaciones de tinte extorsionista.

Ahora resulta que el STEG tendría control de unos Q954 millones del Mineduc, luego de haber firmado un convenio con el señor Ministro, con el objetivo de “aplicar, implementar y ejecutar los programas de apoyo a escala nacional”, y aunque el STEG no administrará los fondos, sí tendría el control para determinar la distribución de recursos como “útiles escolares, refacción y valija didáctica”. Lejos de debilitar a esta banda criminal, el gobierno los fortalece, vaya vaya.

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Continuemos con el tema de la salud pública, falta de centros de atención, falta de médicos, falta de hospitales, falta de medicinas y equipo… …y no sigo con la interminable lista de faltantes. Lo que no falta son pactos colectivos de condiciones de trabajo a favor de empleados salubristas, pactos que desangran las arcas nacionales y no elevan la calidad de los servicios. El nivel de desarrollo humano de una nación se fundamente en gran medida en su sistema de salud.

Como profesional del Derecho, últimamente he estado leyendo y releyendo la legislación nacional, convenios internacionales, libros y publicaciones en ambos temas –educación y salud- y me he martillado la cabeza en pensar cómo se podría transformar jurídicamente todo el sistema de salud y educación. Cuando creo que tengo una respuesta, siempre encuentro un obstáculo en las ridículas e injustas leyes y convenios internacionales en materia laboral, que frenan casi cualquier salida o solución, pues estas normas están hechas y “fríamente calculadas” para favorecer a los mafiosos sindicatos y a sus ampones dirigentes.

Hasta que hace unos días, vi una luz al final del túnel, un gran remedio a un gran mal. Solución que dependería del Congreso de la República y de su valentía y compromiso con el pueblo de Guatemala. Y digo valentía (extrema valentía) porque este camino sería una bomba nuclear para los sindicatos de Salud y Educación y un ejemplo a seguir contra cualquier institución que, como estos dos sindicatos, vivan por encima de la ley y la justicia. Este remedio socavaría muchas instituciones y podría crear unas revueltas impensables y hasta sangrientas, sufrirían miles, pero se beneficiarían millones.

Bien, aquí va la propuesta macro, ya que el plan concreto, la logística, la política, la estrategia, el mes del año correcto y cualquier otro detalle para hacerlo realidad, deberá ser orquestado y ejecutado por el Estado, en especial por el Congreso de la República -que para eso tiene asesores y “gente capaz” a granel, ¿o no?-. Primero, el Congreso crea dos instituciones, dos entes tipo *Comisión Nacional en Educación* y otra igual en Salud. Estas entidades estarían a la espera del paso dos, que debería ser casi de inmediato, pues es el crucial: la modificación de la Ley del Organismo Ejecutivo, eliminando de “un solo soplón” a los Ministerios de Educación y de Salud. Sí, yo sé, parece imposible, pero jurídicamente el Congreso puede modificar las leyes, según el artículo 171 y ninguna norma superior prohíbe modificar esta ley ordinaria.

Suprimidos los dos Ministerios, quedan muertos los sindicatos de los mismos: “kaput” por guillotina –y claro, quedan un montón de desempleados-. Por supuesto que el Ejecutivo tendría presupuestada la liquidación de todos y cada uno de los empleados públicos y su cobertura, más pensiones y montepíos por medio del Servicio Civil. La tercera fase queda a cargo de las dos nuevas entidades, del Ejecutivo y del Congreso, en la cual se aprueban todas las medidas y programas para crear inmediatamente la infraestructura legal y física que implemente en cuestión de meses la educación y salud pública, a través de alianzas público privadas y descentralizadas con las Municipalidades y cualquier otro tipo de institución nacional o internacional (puede ser una fase a corto, mediano o largo plazo). Proyectos tales como el “voucher educativo” podría llegar a ser una realidad. Importante es señalar que según nuestra Constitución, ambos servicios deberían seguir siendo gratuitos. Muchos de los capaces trabajadores despedidos podrían ser recontratados en las distintas entidades y áreas, “Jodiel” y secuaces “nunca mais”…

Como consecuencia de esto, y siempre volviendo a insistir que mientras se ejecuta el plan, podríamos vivir sumidos en el caos unos buenos meses y haber un montón de muertos (nada muy distinto a los paros en educación y desatención en salud actuales) nunca jamás volverían a formarse sindicatos que concentren tanto poder y tanta corrupción, pues estos dos sectores, al quedar las escuelas y hospitales en forma descentralizada y bajo distintos mandos (público-privados), si es que llegasen a crearse, jamás llegarían a tener el poder de las actuales bandas criminales que parasitan a Guatemala.

Admito que este artículo es controversial, que a muchos les parecerá ilusorio e imposible, a algunos les sacará una carcajada, y algún otro afectado se recordará de mi santa madre, pero es que no hay como ser creativo y quijotesco. Espero que alguno lo lea, le haga “click”, le ilumine el “coco” y saque una propuesta basada en el mismo o distinta, ¡pero que de resultado, por Dios!

Los sindicatos son un cáncer en nuestra sociedad, que debe ser extirpado. Por eso digo: a grandes males, grandes remedios.

A GRANDES MALES, GRANDES REMEDIOS.

Redacción
01 de junio, 2016

En esta ocasión, inicio con una expresión sencilla, pero contundente, sí, a grandes males, grandes remedios. Seguramente tras haberla leído ya han dado con su significado. Cuando mayor es un mal, mayores deberán ser los remedios para dar con la solución del fondo del problema y mayor el esfuerzo para conseguirlo.
Pues bien, empecemos con el tema de la educación pública en Guatemala, que lejos de ser un alivio para quienes no pueden costearse una escuela o colegio privado, es uno de los grandes males del país, de su subdesarrollo, de su hambre, de su miseria, un verdadero viacrucis y martirio para los estudiantes, sus padres y para los maestros honrados. La educación pública en Guatemala apesta al basurero de la zona tres.

El Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), en el corazón y en la mente del pueblo de Guatemala: una organización criminal, comandada por este “Jodiel”, desde hace muchísimos años, tiene en jaque a cada gobierno de turno y a la población; solo recordemos los últimos bloqueos de carreteras y calles ocasionadas por sus paros y manifestaciones de tinte extorsionista.

Ahora resulta que el STEG tendría control de unos Q954 millones del Mineduc, luego de haber firmado un convenio con el señor Ministro, con el objetivo de “aplicar, implementar y ejecutar los programas de apoyo a escala nacional”, y aunque el STEG no administrará los fondos, sí tendría el control para determinar la distribución de recursos como “útiles escolares, refacción y valija didáctica”. Lejos de debilitar a esta banda criminal, el gobierno los fortalece, vaya vaya.

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Continuemos con el tema de la salud pública, falta de centros de atención, falta de médicos, falta de hospitales, falta de medicinas y equipo… …y no sigo con la interminable lista de faltantes. Lo que no falta son pactos colectivos de condiciones de trabajo a favor de empleados salubristas, pactos que desangran las arcas nacionales y no elevan la calidad de los servicios. El nivel de desarrollo humano de una nación se fundamente en gran medida en su sistema de salud.

Como profesional del Derecho, últimamente he estado leyendo y releyendo la legislación nacional, convenios internacionales, libros y publicaciones en ambos temas –educación y salud- y me he martillado la cabeza en pensar cómo se podría transformar jurídicamente todo el sistema de salud y educación. Cuando creo que tengo una respuesta, siempre encuentro un obstáculo en las ridículas e injustas leyes y convenios internacionales en materia laboral, que frenan casi cualquier salida o solución, pues estas normas están hechas y “fríamente calculadas” para favorecer a los mafiosos sindicatos y a sus ampones dirigentes.

Hasta que hace unos días, vi una luz al final del túnel, un gran remedio a un gran mal. Solución que dependería del Congreso de la República y de su valentía y compromiso con el pueblo de Guatemala. Y digo valentía (extrema valentía) porque este camino sería una bomba nuclear para los sindicatos de Salud y Educación y un ejemplo a seguir contra cualquier institución que, como estos dos sindicatos, vivan por encima de la ley y la justicia. Este remedio socavaría muchas instituciones y podría crear unas revueltas impensables y hasta sangrientas, sufrirían miles, pero se beneficiarían millones.

Bien, aquí va la propuesta macro, ya que el plan concreto, la logística, la política, la estrategia, el mes del año correcto y cualquier otro detalle para hacerlo realidad, deberá ser orquestado y ejecutado por el Estado, en especial por el Congreso de la República -que para eso tiene asesores y “gente capaz” a granel, ¿o no?-. Primero, el Congreso crea dos instituciones, dos entes tipo *Comisión Nacional en Educación* y otra igual en Salud. Estas entidades estarían a la espera del paso dos, que debería ser casi de inmediato, pues es el crucial: la modificación de la Ley del Organismo Ejecutivo, eliminando de “un solo soplón” a los Ministerios de Educación y de Salud. Sí, yo sé, parece imposible, pero jurídicamente el Congreso puede modificar las leyes, según el artículo 171 y ninguna norma superior prohíbe modificar esta ley ordinaria.

Suprimidos los dos Ministerios, quedan muertos los sindicatos de los mismos: “kaput” por guillotina –y claro, quedan un montón de desempleados-. Por supuesto que el Ejecutivo tendría presupuestada la liquidación de todos y cada uno de los empleados públicos y su cobertura, más pensiones y montepíos por medio del Servicio Civil. La tercera fase queda a cargo de las dos nuevas entidades, del Ejecutivo y del Congreso, en la cual se aprueban todas las medidas y programas para crear inmediatamente la infraestructura legal y física que implemente en cuestión de meses la educación y salud pública, a través de alianzas público privadas y descentralizadas con las Municipalidades y cualquier otro tipo de institución nacional o internacional (puede ser una fase a corto, mediano o largo plazo). Proyectos tales como el “voucher educativo” podría llegar a ser una realidad. Importante es señalar que según nuestra Constitución, ambos servicios deberían seguir siendo gratuitos. Muchos de los capaces trabajadores despedidos podrían ser recontratados en las distintas entidades y áreas, “Jodiel” y secuaces “nunca mais”…

Como consecuencia de esto, y siempre volviendo a insistir que mientras se ejecuta el plan, podríamos vivir sumidos en el caos unos buenos meses y haber un montón de muertos (nada muy distinto a los paros en educación y desatención en salud actuales) nunca jamás volverían a formarse sindicatos que concentren tanto poder y tanta corrupción, pues estos dos sectores, al quedar las escuelas y hospitales en forma descentralizada y bajo distintos mandos (público-privados), si es que llegasen a crearse, jamás llegarían a tener el poder de las actuales bandas criminales que parasitan a Guatemala.

Admito que este artículo es controversial, que a muchos les parecerá ilusorio e imposible, a algunos les sacará una carcajada, y algún otro afectado se recordará de mi santa madre, pero es que no hay como ser creativo y quijotesco. Espero que alguno lo lea, le haga “click”, le ilumine el “coco” y saque una propuesta basada en el mismo o distinta, ¡pero que de resultado, por Dios!

Los sindicatos son un cáncer en nuestra sociedad, que debe ser extirpado. Por eso digo: a grandes males, grandes remedios.