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La voz…

Redacción
21 de junio, 2016

No. No es una voz que clama en el desierto, en la soledad o en el vacío. Sus palabras y, más bien, su relato entero, retumban más allá del cuarto nivel del gran edificio del Barrio Gerona. Sí, es un mafioso. Un “arrepentido”. Uno que busca un poco de clemencia e indulgencia de las autoridades de Justicia a cambio de delatar cómo se aceitó, una parte de la maquinaria del PP, para llegar al poder y cómo operaron ya instalados en el Ejecutivo.

Pero, no cabe duda, la más reciente declaración de Juan Carlos Monzón, JCM, como colaborador eficaz de la FECI-MP, es “jugosa” y, cual novelón de moda, es por demás entretenida de principio a fin. No logro imaginar qué hubiese escrito el legendario y ya fallecido Mario Puzo con semejante material en las manos. O bien, el mismísimo Saviano o Pérez-Reverte.

Juan Carlos Monzón, dirán sus antiguos jefes y compañeritos, ha roto la “omertá”. Ha roto lo más sagrado de la mafia. Ha roto el silencio. Ha roto el código de honor de la mafia… JCM ha optado por seguir el camino de Tommaso Buscetta en contra de la Cosa Nostra italiana: delatar, delatar y delatar.

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Y de los más recientes chivatazos de Monzón se han derivado dos grandes casos: Cooptación del Estado y “La Cooperacha”.

Algunos no salen del asombro. Todavía no se digiere en diversos sectores y “liderazgos” de la sociedad, la magnitud y el alcance de las estructuras mafiosas. Pero ojo, el relato de Monzón es apenas una parte de la historia. Eso sí, ha sido suficiente para inculpar a empresarios -tradicionales y emergentes-, cooperativistas, ex Ministros de Estado, testaferros, banqueros, diputados y ex diputados al Congreso, supuestos “líderes” campesinos y del magisterio, abogados… y la lista sigue.

Por eso la voz de Juan Carlos Monzón escandaliza. Retumba alto. Pero no seamos ingenuos. Lo que JCM está haciendo no es otra que ponerle nombre y apellido a algunos de los agentes que han prosperado a costa del Estado y que se han servido de él. Sí, admitámoslo, no es ninguna novedad la cooptación del Estado por parte de las mafias… la diferencia, ahora, es que esa mafia tiene rostro, tiene DPI o personería jurídica: es identificable… tiene identidad.

Por otro lado, además del testimonio de JCM y ECO, el MP y la CICIG, cuentan con miles y miles de documentos que dan soporte a las acusaciones; sin embargo, los fiscales y jueces no la tendrán fácil.

Que todo lo que ha dicho Monzón, el MP y la CICIG se tiene que probar en los tribunales, sí, ninguna duda cabe. Cualquiera que se precie de creyente y defensor de los valores básicos de la Democracia y la República, estará de acuerdo en que se deberá llevar un debido proceso y el respeto de las garantías constitucionales.

Como era de esperarse, la táctica de defensa de los implicados en los casos de corrupción es y será, al menos por ahora: restarle legitimidad a los testimonios de Juan Carlos Monzón y, eventualmente, lanzar campañas y ataques para desacreditar fiscales y jueces. Si aquello no les funciona, no sería extraño que, encendidos por auténtico pánico y furia, recurran a tácticas menos ortodoxas para dejar mostrar su fuerza y “poder”.

Hay que decirlo: en los casos de alto impacto en contra de ex funcionarios del PP y sus corruptores, hay en juego algo más que el solo hecho de hacer Justicia en casos de corrupción.

La valiente Fiscal General Thelma Aldana, claro con el apoyo de la CICIG y la Embajada, está, básicamente, alterando un “orden”. Un “orden” que, dudo mucho, querrán abandonar los que están acostumbrados a servirse de él.

En este contexto, todo lo que se inició en abril de 2,016 acabaría siendo una fugaz felicidad colectiva, un recuerdo nostálgico de “primavera institucional” y una oportunidad perdida de país, si no se logra alterar el status quo… es decir, la estructura del Estado.

@bequerchocooj

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad de su autor

La voz…

Redacción
21 de junio, 2016

No. No es una voz que clama en el desierto, en la soledad o en el vacío. Sus palabras y, más bien, su relato entero, retumban más allá del cuarto nivel del gran edificio del Barrio Gerona. Sí, es un mafioso. Un “arrepentido”. Uno que busca un poco de clemencia e indulgencia de las autoridades de Justicia a cambio de delatar cómo se aceitó, una parte de la maquinaria del PP, para llegar al poder y cómo operaron ya instalados en el Ejecutivo.

Pero, no cabe duda, la más reciente declaración de Juan Carlos Monzón, JCM, como colaborador eficaz de la FECI-MP, es “jugosa” y, cual novelón de moda, es por demás entretenida de principio a fin. No logro imaginar qué hubiese escrito el legendario y ya fallecido Mario Puzo con semejante material en las manos. O bien, el mismísimo Saviano o Pérez-Reverte.

Juan Carlos Monzón, dirán sus antiguos jefes y compañeritos, ha roto la “omertá”. Ha roto lo más sagrado de la mafia. Ha roto el silencio. Ha roto el código de honor de la mafia… JCM ha optado por seguir el camino de Tommaso Buscetta en contra de la Cosa Nostra italiana: delatar, delatar y delatar.

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Y de los más recientes chivatazos de Monzón se han derivado dos grandes casos: Cooptación del Estado y “La Cooperacha”.

Algunos no salen del asombro. Todavía no se digiere en diversos sectores y “liderazgos” de la sociedad, la magnitud y el alcance de las estructuras mafiosas. Pero ojo, el relato de Monzón es apenas una parte de la historia. Eso sí, ha sido suficiente para inculpar a empresarios -tradicionales y emergentes-, cooperativistas, ex Ministros de Estado, testaferros, banqueros, diputados y ex diputados al Congreso, supuestos “líderes” campesinos y del magisterio, abogados… y la lista sigue.

Por eso la voz de Juan Carlos Monzón escandaliza. Retumba alto. Pero no seamos ingenuos. Lo que JCM está haciendo no es otra que ponerle nombre y apellido a algunos de los agentes que han prosperado a costa del Estado y que se han servido de él. Sí, admitámoslo, no es ninguna novedad la cooptación del Estado por parte de las mafias… la diferencia, ahora, es que esa mafia tiene rostro, tiene DPI o personería jurídica: es identificable… tiene identidad.

Por otro lado, además del testimonio de JCM y ECO, el MP y la CICIG, cuentan con miles y miles de documentos que dan soporte a las acusaciones; sin embargo, los fiscales y jueces no la tendrán fácil.

Que todo lo que ha dicho Monzón, el MP y la CICIG se tiene que probar en los tribunales, sí, ninguna duda cabe. Cualquiera que se precie de creyente y defensor de los valores básicos de la Democracia y la República, estará de acuerdo en que se deberá llevar un debido proceso y el respeto de las garantías constitucionales.

Como era de esperarse, la táctica de defensa de los implicados en los casos de corrupción es y será, al menos por ahora: restarle legitimidad a los testimonios de Juan Carlos Monzón y, eventualmente, lanzar campañas y ataques para desacreditar fiscales y jueces. Si aquello no les funciona, no sería extraño que, encendidos por auténtico pánico y furia, recurran a tácticas menos ortodoxas para dejar mostrar su fuerza y “poder”.

Hay que decirlo: en los casos de alto impacto en contra de ex funcionarios del PP y sus corruptores, hay en juego algo más que el solo hecho de hacer Justicia en casos de corrupción.

La valiente Fiscal General Thelma Aldana, claro con el apoyo de la CICIG y la Embajada, está, básicamente, alterando un “orden”. Un “orden” que, dudo mucho, querrán abandonar los que están acostumbrados a servirse de él.

En este contexto, todo lo que se inició en abril de 2,016 acabaría siendo una fugaz felicidad colectiva, un recuerdo nostálgico de “primavera institucional” y una oportunidad perdida de país, si no se logra alterar el status quo… es decir, la estructura del Estado.

@bequerchocooj

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad de su autor