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MOTIVOS MIXTOS

Redacción
21 de junio, 2016

En el mundo del entretenimiento familiar existe un curioso juego de mesa llamado “motivos mixtos”. Como todo juego, dispone de un mazo de cartas y de una suerte de reglas que los jugadores deben seguir. Por supuesto el objetivo del mismo es ganar en forma individual, pero lo interesante de esta versión es la finalidad que persiguen los jugadores. Usualmente y en todo juego está muy claro que todos los jugadores persiguen un mismo fin y el primero en alcanzarlo será el ganador. Aquí no. En este juego cada jugador tiene un objetivo distinto, desconocido para los otros competidores, lo que lo hace significativamente más interesante. Pero aun hay más. Para complicar y retorcer las cosas, este innovador mecanismo contempla, por ejemplo, que uno de los jugadores no tenga más objetivo que impedir sostenidamente que alguien más, quienquiera que sea, alcance cualquier meta. Es decir, que simplemente gane haciendo perder a todos los demás.

He traído a colación este sencillo entretenimiento porque a veces me recuerda a mi país. No es que uno pretenda encontrar en los actores sociales, políticos y económicos una especie de uniformidad, que al final creo que sería hasta indeseable. Cada grupo tiene el derecho y la responsabilidad de seguir y conseguir objetivos y fines lícitos dentro del marco de las reglas de juego de una sociedad. En esa diversidad está el juego de la democracia. El problema está más bien en aquellos actores que, como en el juego de “motivos mixtos” no buscar construir sobre lo propio, sino más bien evitar que otros consigan lo suyo o simplemente ganar destruyendo lo que otros construyen.

¿En quienes veo yo que han recibido esta especie de “tarjeta de objetivo” en el juego? Obviamente en aquellos que piensan que en paralizar las actividades económicas haciendo perder miles de empleos, recurriendo para ello a la presión de calle. A aquellos que frente a las iniciativas económicas que buscan generar oportunidades allí donde nunca las ha habido, pierden el sueño buscando razones para encontrar fallas en la propuesta, sin proponer jamás una alternativa razonable. En aquellos que dedican tiempo y empeño en tomar la pluma para decir, señalar y destruir reputaciones, sin que de ellos salga una palabra por querer encontrar coincidencias. En aquellos que tocan las puertas de fuera para conseguir allí lo que no son capaces de encontrar localmente, simplemente para servir a intereses que ni siquiera les son propios. En aquellos que resistiéndose a someterse al escrutinio del elector, prefieren tomar atajos políticos. Con este panorama uno llega realmente a preguntarse si ¿estos actores realmente tienen un objetivo propio al final? No lo creo. A unos, por consigna, se les ha enseñado a odiar; a otros por ideología se les ha enseñado a buscar que todo colapse simplemente porque una ley inefable de la historia conducirá a un mejor estado, no necesariamente sabiendo cuál es.

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Toda sociedad tiene derecho a la diversidad, incluso para con aquellos que tienen como “tarjeta de objetivo” la de buscar que otros pierdan. Pero es función de una sociedad, una que al menos aspire a buscar superarse y a crecer en los aspectos sociales y económicos, el saber que estos jugadores existen y de alguna manera lograr que sus voces sean las menos. Lo digo porque tengo el convencimiento real que lo guatemaltecos que quieren construir en común son muchos más que aquellos que simplemente quieren destruir. La fórmula para distinguir a unos de otros está en preguntar siempre ¿Y qué propones? Para luego preguntar también ¿Y en esto, los demás actores donde apoyan? Este simple ejercicio separa el grano de la mostaza.

Hagamos de los “motivos mixtos”, esa diversidad de ideas y corrientes de opinión en la sociedad, una razón para crecer personal e institucionalmente, una forma de encontrar en los otros trozos de razón y para recorrer caminos comunes. Solo así Guatemala tendrá posibilidades de construir un resultado en estos tiempos de cambio que beneficie a todos y no necesariamente al único jugador que tiene la división y la pérdida como propósito.

MOTIVOS MIXTOS

Redacción
21 de junio, 2016

En el mundo del entretenimiento familiar existe un curioso juego de mesa llamado “motivos mixtos”. Como todo juego, dispone de un mazo de cartas y de una suerte de reglas que los jugadores deben seguir. Por supuesto el objetivo del mismo es ganar en forma individual, pero lo interesante de esta versión es la finalidad que persiguen los jugadores. Usualmente y en todo juego está muy claro que todos los jugadores persiguen un mismo fin y el primero en alcanzarlo será el ganador. Aquí no. En este juego cada jugador tiene un objetivo distinto, desconocido para los otros competidores, lo que lo hace significativamente más interesante. Pero aun hay más. Para complicar y retorcer las cosas, este innovador mecanismo contempla, por ejemplo, que uno de los jugadores no tenga más objetivo que impedir sostenidamente que alguien más, quienquiera que sea, alcance cualquier meta. Es decir, que simplemente gane haciendo perder a todos los demás.

He traído a colación este sencillo entretenimiento porque a veces me recuerda a mi país. No es que uno pretenda encontrar en los actores sociales, políticos y económicos una especie de uniformidad, que al final creo que sería hasta indeseable. Cada grupo tiene el derecho y la responsabilidad de seguir y conseguir objetivos y fines lícitos dentro del marco de las reglas de juego de una sociedad. En esa diversidad está el juego de la democracia. El problema está más bien en aquellos actores que, como en el juego de “motivos mixtos” no buscar construir sobre lo propio, sino más bien evitar que otros consigan lo suyo o simplemente ganar destruyendo lo que otros construyen.

¿En quienes veo yo que han recibido esta especie de “tarjeta de objetivo” en el juego? Obviamente en aquellos que piensan que en paralizar las actividades económicas haciendo perder miles de empleos, recurriendo para ello a la presión de calle. A aquellos que frente a las iniciativas económicas que buscan generar oportunidades allí donde nunca las ha habido, pierden el sueño buscando razones para encontrar fallas en la propuesta, sin proponer jamás una alternativa razonable. En aquellos que dedican tiempo y empeño en tomar la pluma para decir, señalar y destruir reputaciones, sin que de ellos salga una palabra por querer encontrar coincidencias. En aquellos que tocan las puertas de fuera para conseguir allí lo que no son capaces de encontrar localmente, simplemente para servir a intereses que ni siquiera les son propios. En aquellos que resistiéndose a someterse al escrutinio del elector, prefieren tomar atajos políticos. Con este panorama uno llega realmente a preguntarse si ¿estos actores realmente tienen un objetivo propio al final? No lo creo. A unos, por consigna, se les ha enseñado a odiar; a otros por ideología se les ha enseñado a buscar que todo colapse simplemente porque una ley inefable de la historia conducirá a un mejor estado, no necesariamente sabiendo cuál es.

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Hagamos de los “motivos mixtos”, esa diversidad de ideas y corrientes de opinión en la sociedad, una razón para crecer personal e institucionalmente, una forma de encontrar en los otros trozos de razón y para recorrer caminos comunes. Solo así Guatemala tendrá posibilidades de construir un resultado en estos tiempos de cambio que beneficie a todos y no necesariamente al único jugador que tiene la división y la pérdida como propósito.