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Perdóneme tío Juan

Redacción
21 de junio, 2016

“Perdóneme tío Juan, pero se ve que no sabe nada, las cosas que yo le digo se sienten en carne propia… los niñitos macilentos que habitan allá en los cerros más que vivir, agonizan entreteniendo sus sueños… contésteme tío Juan, no se me quede callao, contésteme si no hay razón en que sigamos luchando por echar de nuestra patria al yanqui que no la quita y al lacayo que lo tapa.”

La teoría del conflicto afirma que toda sociedad… está sometida al cambio, es contradictoria y que siguiendo el método compositivo cada uno de los individuos contribuye al cambio y que siempre unos ejercen coacción sobre otros. ¿Quiénes son los unos y quienes son los otros? Esa es una pregunta retórica. Los guatemaltecos sin asomo de duda, sin mala fe, sabemos lo que significa la manipulación a través de un estado de legalidad y no de derecho.

A aquellos detractores de opinión pública con bandera ideológica de socialismo de siglo XXI y que hoy por hoy retratan vivamente la novela de Taylor Caldwell y de un hombre que decidió sacrificar amor, riqueza, fama y poder en aras de libertad.

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El personaje de Andrew Durant, ve como en el siglo XX los valores de los padres fundadores empiezan a decaer y se inicia una encarnizada lucha que retrata muy bien Alberto Benegas Lynch al perder la brújula de la herencia del siglo XVIII porque unos a decir de nómada asumen una postura de derecha mientras que otros asumen una postura de izquierda, destacando tal o cual aspecto. Sin apasionamientos habla claro de que desde la línea de mando de la Casa Blanca se han permitido abusos y arbitrariedades.

No se pretende desde Repúblicagt defender un antiamericanismo emotivo sino dejar claro los peligros a los que un pueblo se somete si sacrifica la libertad en pos de los ideales que hacen que la cura salga mucho más cara que la enfermedad.

La postura no es defender a los corruptos sino con el acendrado énfasis en destruir la corrupción enquistada en el Estado, Thelma Aldana, Iván Velásquez et al., no se percatan que ellos mismos son parte de esa vorágine de desestabilización social.

Esta empieza a enfrentar a grupos de ciudadanos que rompen ese silencio porque están cansados de ese doble discurso que pretende servir a mezquinos intereses utilizando para ello “diabluras de indias”.

Sin dudas han olvidado la corrupción de los gastos confidenciales de Vinicio Cerezo, Jorge Serrano Elías que terminaron llevando al país a un estado de devaluación sistemática del quetzal y quebrar con sus nefastas decisiones a un sinnúmero de empresarios guatemaltecos dignos y probos.

Thelma Aldana e Iván Velásquez no nacieron inmunes al error y al mal. Sin embargo su fanatismo exacerbado y su violencia inmisericorde los está llevando por la senda del mal y destruyendo la esperanza de un verdadero Estado de Derecho. Es el momento del alzar la voz.

Perdóneme tío Juan

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21 de junio, 2016

“Perdóneme tío Juan, pero se ve que no sabe nada, las cosas que yo le digo se sienten en carne propia… los niñitos macilentos que habitan allá en los cerros más que vivir, agonizan entreteniendo sus sueños… contésteme tío Juan, no se me quede callao, contésteme si no hay razón en que sigamos luchando por echar de nuestra patria al yanqui que no la quita y al lacayo que lo tapa.”

La teoría del conflicto afirma que toda sociedad… está sometida al cambio, es contradictoria y que siguiendo el método compositivo cada uno de los individuos contribuye al cambio y que siempre unos ejercen coacción sobre otros. ¿Quiénes son los unos y quienes son los otros? Esa es una pregunta retórica. Los guatemaltecos sin asomo de duda, sin mala fe, sabemos lo que significa la manipulación a través de un estado de legalidad y no de derecho.

A aquellos detractores de opinión pública con bandera ideológica de socialismo de siglo XXI y que hoy por hoy retratan vivamente la novela de Taylor Caldwell y de un hombre que decidió sacrificar amor, riqueza, fama y poder en aras de libertad.

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No se pretende desde Repúblicagt defender un antiamericanismo emotivo sino dejar claro los peligros a los que un pueblo se somete si sacrifica la libertad en pos de los ideales que hacen que la cura salga mucho más cara que la enfermedad.

La postura no es defender a los corruptos sino con el acendrado énfasis en destruir la corrupción enquistada en el Estado, Thelma Aldana, Iván Velásquez et al., no se percatan que ellos mismos son parte de esa vorágine de desestabilización social.

Esta empieza a enfrentar a grupos de ciudadanos que rompen ese silencio porque están cansados de ese doble discurso que pretende servir a mezquinos intereses utilizando para ello “diabluras de indias”.

Sin dudas han olvidado la corrupción de los gastos confidenciales de Vinicio Cerezo, Jorge Serrano Elías que terminaron llevando al país a un estado de devaluación sistemática del quetzal y quebrar con sus nefastas decisiones a un sinnúmero de empresarios guatemaltecos dignos y probos.

Thelma Aldana e Iván Velásquez no nacieron inmunes al error y al mal. Sin embargo su fanatismo exacerbado y su violencia inmisericorde los está llevando por la senda del mal y destruyendo la esperanza de un verdadero Estado de Derecho. Es el momento del alzar la voz.