Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

PRESOS EN LA CIUDAD

Adriana Lopez
25 de junio, 2016

Era yo, una señorita de 20 años tratando de encontrar una solución a mi problema. Era el problema, una tarea de fotografía social que tenía que hacer en el Centro Histórico. Y mis opciones se estaban agotando. Había tenido la idea de fotografiar estas calles por la noche; su ambiente, su gente y su color. Y lo más probable era que no lo iba a conseguir.

El problema no era la capacidad de llegar a la zona uno y mucho menos mi conocimiento para tomar fotografías por la noche. Lo que en realidad me complicaba la vida, como se podrán imaginar, es que no podía arriesgarme a ir por tantas calles de la ciudad con una cámara colgando del cuello. De noche y sola, parecía una idea inconcebible. Y estoy segura que no soy la única a la que le ha pasado. En medio de mis pensamientos desesperados por escoger a una persona que pudiese acompañarme y protegerme, me puse a pensar en mi ciudad y en cómo soy presa de ella. Alto ahí, ésta no es una columna feminista. Tranquilos. Cuando digo que no puedo ir sola a determinado lugar, también quiero que entiendan que es porque nadie puede ir solo.

Ustedes también son presos de la ciudad ¿lo han sentido? Estar preso es esa idea que lo retiene a uno de salir a caminar solo por las calles después de las 8 de la noche. Estar preso, se siente como cuando vamos en el carro y una moto se detiene al lado de nuestra ventana. Se siente como lo caliente que nos sube a la cara cuando alguien camina muy cerca de nosotros u otro carro se parquea repentinamente a nuestro lado cuando nos bajamos del carro. Estar presos es cuando pensamos en determinadas zonas y nos dan escalofríos sólo por pensar las amenazas que podríamos encontrar ahí. Estamos presos en nuestra ciudad ¿ya se dieron cuenta?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Presos del miedo. Le tenemos pánico a estar en soledad por éstas calles. Ya nos programamos a evadir determinados lugares, a determinadas horas y por determinadas razones. Ya no concebimos la idea de caminar por todas las avenidas y visitar todos los lugares que queremos. Porque algo malo puede pasar, siempre algo malo nos puede pasar. La violencia descontrolada con la que convivimos nos obligó a guardarle respeto (del que parece miedo) a nuestra ciudad.

Es una lástima que tantos edificios tan bonitos se queden con las ganas de ser admirados. Que tantas iglesias y atracciones con potencial turístico se hayan quedado olvidadas. Que tristes deben estas esas calles que ya nadie recorre y que pocos recuerdos nos quedan de cómo era vivir en una ciudad accesible en todas las maneras posibles.

No amigos, hoy no hay buenas noticias. Solo unas tristes letras para recordar que la violencia cada día nos hace más presos de nuestra propia ciudad.

PRESOS EN LA CIUDAD

Adriana Lopez
25 de junio, 2016

Era yo, una señorita de 20 años tratando de encontrar una solución a mi problema. Era el problema, una tarea de fotografía social que tenía que hacer en el Centro Histórico. Y mis opciones se estaban agotando. Había tenido la idea de fotografiar estas calles por la noche; su ambiente, su gente y su color. Y lo más probable era que no lo iba a conseguir.

El problema no era la capacidad de llegar a la zona uno y mucho menos mi conocimiento para tomar fotografías por la noche. Lo que en realidad me complicaba la vida, como se podrán imaginar, es que no podía arriesgarme a ir por tantas calles de la ciudad con una cámara colgando del cuello. De noche y sola, parecía una idea inconcebible. Y estoy segura que no soy la única a la que le ha pasado. En medio de mis pensamientos desesperados por escoger a una persona que pudiese acompañarme y protegerme, me puse a pensar en mi ciudad y en cómo soy presa de ella. Alto ahí, ésta no es una columna feminista. Tranquilos. Cuando digo que no puedo ir sola a determinado lugar, también quiero que entiendan que es porque nadie puede ir solo.

Ustedes también son presos de la ciudad ¿lo han sentido? Estar preso es esa idea que lo retiene a uno de salir a caminar solo por las calles después de las 8 de la noche. Estar preso, se siente como cuando vamos en el carro y una moto se detiene al lado de nuestra ventana. Se siente como lo caliente que nos sube a la cara cuando alguien camina muy cerca de nosotros u otro carro se parquea repentinamente a nuestro lado cuando nos bajamos del carro. Estar presos es cuando pensamos en determinadas zonas y nos dan escalofríos sólo por pensar las amenazas que podríamos encontrar ahí. Estamos presos en nuestra ciudad ¿ya se dieron cuenta?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Presos del miedo. Le tenemos pánico a estar en soledad por éstas calles. Ya nos programamos a evadir determinados lugares, a determinadas horas y por determinadas razones. Ya no concebimos la idea de caminar por todas las avenidas y visitar todos los lugares que queremos. Porque algo malo puede pasar, siempre algo malo nos puede pasar. La violencia descontrolada con la que convivimos nos obligó a guardarle respeto (del que parece miedo) a nuestra ciudad.

Es una lástima que tantos edificios tan bonitos se queden con las ganas de ser admirados. Que tantas iglesias y atracciones con potencial turístico se hayan quedado olvidadas. Que tristes deben estas esas calles que ya nadie recorre y que pocos recuerdos nos quedan de cómo era vivir en una ciudad accesible en todas las maneras posibles.

No amigos, hoy no hay buenas noticias. Solo unas tristes letras para recordar que la violencia cada día nos hace más presos de nuestra propia ciudad.