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Los Vice-presidenciables de Estados Unidos

Redacción
27 de julio, 2016

En los últimos días se han definido las fórmulas demócratas y republicanas para optar a la Casa Blanca en noviembre de este año al nombrarse a aquellos políticos que acompañarán a Hillary Clinton y Donald Trump como candidato a vicepresidente, respectivamente. Si bien históricamente los candidatos a vicepresidente no representan un gran cambio en relación a las preferencias electorales de los votantes, si pueden llegar a sumar ciertas características en la fórmula como tal y solidificar así la oferta política.

Lo que se busca, de forma teórica, en un candidato vicepresidencial es que llegue a complementar al candidato presidencial, a proveer un balance que pueda apelar a otros sectores del electorado y mostrando también una sinergia general de la fórmula. Podemos ver el caso reciente de Sarah Palin como compañera de fórmula de John McCain para el partido republicano en 2008 como un ejemplo contrario a lo anterior. Adicionalmente, y tal vez con mayor importancia, se busca que el vicepresidente sea una persona totalmente calificada para asumir la presidencia en cualquier eventualidad –una situación que ha sucedido en 14 ocasiones en la historia estadounidense.

Del lado republicano, y luego de ciertos reportes que indicaban vacilación o duda por parte de Trump, finalmente el magnate se decidió por Mike Pence, actual gobernador del estado de Indiana –cargo que ha ostentado desde 2013. Abogado de profesión, Pence ha estado en la arena política desde 1988. Fue hasta el año 2000 que llega a la Casa de Representantes en donde permanece hasta 2012, cuando no opta por la reelección para buscar la gubernatura del estado de Indiana.

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Con un récord de votación totalmente conservador (tanto en lo social como en lo económico) y una larga carrera política, Pence viene a darle un balance a Trump, criticado, entre muchas otras cosas, de no ser un “verdadero conservador” y no contar con experiencia en el sistema político (esto último, algo importante para el “establishment” republicano). Adicionalmente, Pence estaría dispuesto a tomar el “asiento trasero” y dejar todos los focos para Trump, alguien que por su personalidad y efervescencia, necesita siempre ser el centro de atención. Esta justamente ha sido la razón por la que Trump no habría escogido a Newt Gingrich o a Chris Christie, dos políticos con más tracción y escaparate a nivel nacional.

La decisión de elegir a Pence, si bien a botepronto parece mesurada dado el balance (o contraste) de personalidad y experiencia que provee a la fórmula presidencial, es una oportunidad perdida para apelar a otros bloques de votantes. Al elegir a un hombre blanco, religioso, conservador y de un estado (Indiana) que ganó sin problema, Trump hace poco para atraer a votantes independientes, minorías y votantes de Bernie Sanders que pudiesen haber considerado votar por el GOP.

Por el lado demócrata, Hillary Clinton escogió como compañero de fórmula al senador de Virginia, Tim Kaine –decisión que fue oficialmente celebrada en un mitin en la Universidad Internacional de Florida en Miami. Kaine también es abogado de profesión y ha escalado en la carrera política, la cual inició en 1994 cuando ingresó al ayuntamiento de Richmond (en Virginia), ciudad de la cual llegó a ser alcalde en 1998. En 2005 es electo como gobernador de Virginia para posteriormente llegar al Senado en 2012. Kaine también fue el presidente del Comité Demócrata Nacional (DNC) de 2009 a 2011.

Kaine, un político bastante querido dentro de las filas demócratas, es un personaje que viene de cierta manera a tratar de componer los bajos índices de simpatía (“likeability” en inglés) y confianza que proyecta Clinton al electorado en general. Adicionalmente, la elección de Kaine denota dos factores importantes en la estrategia electoral: por un lado, consolidación del voto latino y apostar por estados clave que usualmente decantan la elección (llamados “swing” o “battleground states”). Kaine, al hablar español fluido (un argumento simplista pero que sin duda le sumará algunos votos) y provenir de Virginia, llena estos requisitos.

Uno de los problemas con la elección de Kaine es que Clinton deja por fuera al ala más “progresista” o “liberal” (en términos de política estadounidense) del partido demócrata –representados mayormente por aquellos que votaron por Bernie Sanders. La “coalición Sanders”, ciertamente con bastante fuerza, esperaba a un compañero de fórmula que representara sus intereses o al menos los temas que Sanders empujó en su campaña. Esto no lo tienen con Kaine, quien es un candidato más moderado.

Los vice-presidenciables representan opciones “seguras” en cada lado del espectro. Políticos de carrera, con bastante experiencia, cimentados en sus paradigmas políticos y con amplia experiencia del “establishment”, tanto Pence como Kaine vienen a complementar las fórmulas republicanas y demócratas en el año del “anti-establishment”. Ambas elecciones también comparten un elemento: ambas consolidan su base electoral y dejan fuera a grandes sectores. Por un lado, los republicanos se preocuparon poco por apelar a mujeres, minorías e independientes y, por otro, los demócratas dejan fuera a su base más progresiva –la que necesitan para ganar con facilidad. Si bien sabemos que muchos votantes ya han decidido su elección independientemente del vice presidenciable de cada fórmula (ya sea por votar en contra de determinado candidato o por votar siempre por uno de los dos partidos), las elecciones presidenciales de noviembre serán por demás interesantes y trascendentes.

Jorge Ávila Prera

@jorgeavilaprera

Los Vice-presidenciables de Estados Unidos

Redacción
27 de julio, 2016

En los últimos días se han definido las fórmulas demócratas y republicanas para optar a la Casa Blanca en noviembre de este año al nombrarse a aquellos políticos que acompañarán a Hillary Clinton y Donald Trump como candidato a vicepresidente, respectivamente. Si bien históricamente los candidatos a vicepresidente no representan un gran cambio en relación a las preferencias electorales de los votantes, si pueden llegar a sumar ciertas características en la fórmula como tal y solidificar así la oferta política.

Lo que se busca, de forma teórica, en un candidato vicepresidencial es que llegue a complementar al candidato presidencial, a proveer un balance que pueda apelar a otros sectores del electorado y mostrando también una sinergia general de la fórmula. Podemos ver el caso reciente de Sarah Palin como compañera de fórmula de John McCain para el partido republicano en 2008 como un ejemplo contrario a lo anterior. Adicionalmente, y tal vez con mayor importancia, se busca que el vicepresidente sea una persona totalmente calificada para asumir la presidencia en cualquier eventualidad –una situación que ha sucedido en 14 ocasiones en la historia estadounidense.

Del lado republicano, y luego de ciertos reportes que indicaban vacilación o duda por parte de Trump, finalmente el magnate se decidió por Mike Pence, actual gobernador del estado de Indiana –cargo que ha ostentado desde 2013. Abogado de profesión, Pence ha estado en la arena política desde 1988. Fue hasta el año 2000 que llega a la Casa de Representantes en donde permanece hasta 2012, cuando no opta por la reelección para buscar la gubernatura del estado de Indiana.

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Con un récord de votación totalmente conservador (tanto en lo social como en lo económico) y una larga carrera política, Pence viene a darle un balance a Trump, criticado, entre muchas otras cosas, de no ser un “verdadero conservador” y no contar con experiencia en el sistema político (esto último, algo importante para el “establishment” republicano). Adicionalmente, Pence estaría dispuesto a tomar el “asiento trasero” y dejar todos los focos para Trump, alguien que por su personalidad y efervescencia, necesita siempre ser el centro de atención. Esta justamente ha sido la razón por la que Trump no habría escogido a Newt Gingrich o a Chris Christie, dos políticos con más tracción y escaparate a nivel nacional.

La decisión de elegir a Pence, si bien a botepronto parece mesurada dado el balance (o contraste) de personalidad y experiencia que provee a la fórmula presidencial, es una oportunidad perdida para apelar a otros bloques de votantes. Al elegir a un hombre blanco, religioso, conservador y de un estado (Indiana) que ganó sin problema, Trump hace poco para atraer a votantes independientes, minorías y votantes de Bernie Sanders que pudiesen haber considerado votar por el GOP.

Por el lado demócrata, Hillary Clinton escogió como compañero de fórmula al senador de Virginia, Tim Kaine –decisión que fue oficialmente celebrada en un mitin en la Universidad Internacional de Florida en Miami. Kaine también es abogado de profesión y ha escalado en la carrera política, la cual inició en 1994 cuando ingresó al ayuntamiento de Richmond (en Virginia), ciudad de la cual llegó a ser alcalde en 1998. En 2005 es electo como gobernador de Virginia para posteriormente llegar al Senado en 2012. Kaine también fue el presidente del Comité Demócrata Nacional (DNC) de 2009 a 2011.

Kaine, un político bastante querido dentro de las filas demócratas, es un personaje que viene de cierta manera a tratar de componer los bajos índices de simpatía (“likeability” en inglés) y confianza que proyecta Clinton al electorado en general. Adicionalmente, la elección de Kaine denota dos factores importantes en la estrategia electoral: por un lado, consolidación del voto latino y apostar por estados clave que usualmente decantan la elección (llamados “swing” o “battleground states”). Kaine, al hablar español fluido (un argumento simplista pero que sin duda le sumará algunos votos) y provenir de Virginia, llena estos requisitos.

Uno de los problemas con la elección de Kaine es que Clinton deja por fuera al ala más “progresista” o “liberal” (en términos de política estadounidense) del partido demócrata –representados mayormente por aquellos que votaron por Bernie Sanders. La “coalición Sanders”, ciertamente con bastante fuerza, esperaba a un compañero de fórmula que representara sus intereses o al menos los temas que Sanders empujó en su campaña. Esto no lo tienen con Kaine, quien es un candidato más moderado.

Los vice-presidenciables representan opciones “seguras” en cada lado del espectro. Políticos de carrera, con bastante experiencia, cimentados en sus paradigmas políticos y con amplia experiencia del “establishment”, tanto Pence como Kaine vienen a complementar las fórmulas republicanas y demócratas en el año del “anti-establishment”. Ambas elecciones también comparten un elemento: ambas consolidan su base electoral y dejan fuera a grandes sectores. Por un lado, los republicanos se preocuparon poco por apelar a mujeres, minorías e independientes y, por otro, los demócratas dejan fuera a su base más progresiva –la que necesitan para ganar con facilidad. Si bien sabemos que muchos votantes ya han decidido su elección independientemente del vice presidenciable de cada fórmula (ya sea por votar en contra de determinado candidato o por votar siempre por uno de los dos partidos), las elecciones presidenciales de noviembre serán por demás interesantes y trascendentes.

Jorge Ávila Prera

@jorgeavilaprera