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Apple y la cruzada por los impuestos

Redacción
31 de agosto, 2016

En un caso que ha dado mucho de qué hablar en estos últimos días, el gigante estadounidense Apple ha sido señalado por la Comisión Europea (el órgano ejecutivo que monitorea la aplicación de tratados y decisiones de instituciones de la Unión Europea) para que pague 13,000 millones de euros por supuestas “ilegales ventajas fiscales” recibidas en Irlanda –país donde residen las centrales europeas de dicha multinacional. Según la Comisión Europea, estas ventajas fiscales concedidas por el gobierno irlandés permitieron a Apple pagar “substancialmente menos” impuestos que otras empresas, denotando así un trato selectivo.
¿Cómo sucedió esto? Apple, como otras empresas, canaliza la mayoría de sus ganancias de Europa, el Medio Oriente, África e India a través de Irlanda. Esto viene siendo el caso desde hace casi 30 años. En 1991, Apple acordó con el gobierno irlandés un esquema en donde podía dividir estas ganancias entre su sucursal irlandesa y una “oficina central” (entidad que sólo existía en los libros). La mayoría de ganancias se contabilizaron sobre esta oficina central sobre la cual, según la ley irlandesa, no aplicaba ningún impuesto.
De esta manera, Apple pudo pagar una “tasa efectiva del impuesto de sociedades del 1% de sus beneficios europeos en 2003 que bajó hasta el 0,005% en 2014” según la Comisión. Es importante recordar que la tasa de sociedades de Irlanda es de un 12.5%. ¿Evasión fiscal? Definitivamente no. La práctica de Apple es un caso de elusión fiscal, el cual implica intentar reducir el pago de impuestos dentro de los límites de la ley –esto último es clave de entenderlo y es una práctica tanto legal como racional que tanto empresas como individuos realizan. No creo que muchos paguen más impuestos de los que son obligados a pagar.
La posición de Apple, plasmada en una contundente carta de Tim Cook, establece que la empresa, aparte de trabajar en conjunto con las autoridades locales, cumple la ley y paga todos los impuestos a lo que está obligada. Apple nunca, escribe Cook, ha pedido ni recibido un trato especial y las acusaciones de la Comisión Europea no tienen fundamentos e ignoran las leyes fiscales de Irlanda. Cook también valora la aportación de Apple a la economía irlandesa, a través de los trabajos que genera y la riqueza que crea. Adicionalmente, menciona que Apple es ya el mayor contribuyente de Irlanda, Estados Unidos y el mundo. Finalmente, indican que esta decisión impactaría la inversión y creación de empleo en Europa dada la incertidumbre jurídica.
Existen muchas aristas a considerar dentro de este caso. Primero, es si la Comisión Europea ha sobrepasado sus límites y propia jurisprudencia al considerar “discriminatorio” el trato del gobierno irlandés a Apple en relación a otras empresas y, por lo tanto, todo régimen fiscal que no le parezca adecuado. Bajo este argumento la Comisión podría intervenir a imponer sanciones a cualquier empresa y, peor aún, con un carácter retroactivo. Recordemos que los 13,000 millones de euros son en concepto de impuestos “no pagados” desde hace 10 años.
Otro trasfondo es si la intencionalidad de la Comisión es de cercenar la competencia fiscal dentro de la UE para atraer inversión por parte de un país miembro y así equipararlo a las altas tasas impositivas del resto de países. Una suerte de cruzada socialdemócrata por altos impuestos. En este caso Irlanda, gracias a sus políticas que son atractivas para la inversión, se ha convertido en el segundo país más rico de la Eurozona por detrás de Luxemburgo. Entendiendo esto, el gobierno irlandés apelará la sanción a pesar del clamor popular de recibir esta suma (sin entender los efectos a largo plazo para la inversión y, en consecuencia, crecimiento económico). A la UE no parece gustarle el régimen fiscal irlandés e impone sanciones –luego muchos se preguntan del porqué del euroescepticismo que propagó el BREXIT.
La importancia de este caso, más allá de la gran envergadura de esta sanción, reside en el precedente que puede suponer para otras multinacionales queriendo invertir en países miembros de la Unión Europea (se dice que la UE va luego tras Google), el manejo soberano que cada país miembro pueda darle a su propio régimen fiscal (reabriendo así el debate de la híper burocratización y regulación que supone la UE) y el debate sobre la “moralidad” de los impuestos vs la creación de valor. El caso de Apple es un parteaguas y otro capítulo más del eterno péndulo entre la intervención estatal y la libertad económica.
Jorge V. Ávila Prera
@jorgeavilaprera

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Apple y la cruzada por los impuestos

Redacción
31 de agosto, 2016

En un caso que ha dado mucho de qué hablar en estos últimos días, el gigante estadounidense Apple ha sido señalado por la Comisión Europea (el órgano ejecutivo que monitorea la aplicación de tratados y decisiones de instituciones de la Unión Europea) para que pague 13,000 millones de euros por supuestas “ilegales ventajas fiscales” recibidas en Irlanda –país donde residen las centrales europeas de dicha multinacional. Según la Comisión Europea, estas ventajas fiscales concedidas por el gobierno irlandés permitieron a Apple pagar “substancialmente menos” impuestos que otras empresas, denotando así un trato selectivo.
¿Cómo sucedió esto? Apple, como otras empresas, canaliza la mayoría de sus ganancias de Europa, el Medio Oriente, África e India a través de Irlanda. Esto viene siendo el caso desde hace casi 30 años. En 1991, Apple acordó con el gobierno irlandés un esquema en donde podía dividir estas ganancias entre su sucursal irlandesa y una “oficina central” (entidad que sólo existía en los libros). La mayoría de ganancias se contabilizaron sobre esta oficina central sobre la cual, según la ley irlandesa, no aplicaba ningún impuesto.
De esta manera, Apple pudo pagar una “tasa efectiva del impuesto de sociedades del 1% de sus beneficios europeos en 2003 que bajó hasta el 0,005% en 2014” según la Comisión. Es importante recordar que la tasa de sociedades de Irlanda es de un 12.5%. ¿Evasión fiscal? Definitivamente no. La práctica de Apple es un caso de elusión fiscal, el cual implica intentar reducir el pago de impuestos dentro de los límites de la ley –esto último es clave de entenderlo y es una práctica tanto legal como racional que tanto empresas como individuos realizan. No creo que muchos paguen más impuestos de los que son obligados a pagar.
La posición de Apple, plasmada en una contundente carta de Tim Cook, establece que la empresa, aparte de trabajar en conjunto con las autoridades locales, cumple la ley y paga todos los impuestos a lo que está obligada. Apple nunca, escribe Cook, ha pedido ni recibido un trato especial y las acusaciones de la Comisión Europea no tienen fundamentos e ignoran las leyes fiscales de Irlanda. Cook también valora la aportación de Apple a la economía irlandesa, a través de los trabajos que genera y la riqueza que crea. Adicionalmente, menciona que Apple es ya el mayor contribuyente de Irlanda, Estados Unidos y el mundo. Finalmente, indican que esta decisión impactaría la inversión y creación de empleo en Europa dada la incertidumbre jurídica.
Existen muchas aristas a considerar dentro de este caso. Primero, es si la Comisión Europea ha sobrepasado sus límites y propia jurisprudencia al considerar “discriminatorio” el trato del gobierno irlandés a Apple en relación a otras empresas y, por lo tanto, todo régimen fiscal que no le parezca adecuado. Bajo este argumento la Comisión podría intervenir a imponer sanciones a cualquier empresa y, peor aún, con un carácter retroactivo. Recordemos que los 13,000 millones de euros son en concepto de impuestos “no pagados” desde hace 10 años.
Otro trasfondo es si la intencionalidad de la Comisión es de cercenar la competencia fiscal dentro de la UE para atraer inversión por parte de un país miembro y así equipararlo a las altas tasas impositivas del resto de países. Una suerte de cruzada socialdemócrata por altos impuestos. En este caso Irlanda, gracias a sus políticas que son atractivas para la inversión, se ha convertido en el segundo país más rico de la Eurozona por detrás de Luxemburgo. Entendiendo esto, el gobierno irlandés apelará la sanción a pesar del clamor popular de recibir esta suma (sin entender los efectos a largo plazo para la inversión y, en consecuencia, crecimiento económico). A la UE no parece gustarle el régimen fiscal irlandés e impone sanciones –luego muchos se preguntan del porqué del euroescepticismo que propagó el BREXIT.
La importancia de este caso, más allá de la gran envergadura de esta sanción, reside en el precedente que puede suponer para otras multinacionales queriendo invertir en países miembros de la Unión Europea (se dice que la UE va luego tras Google), el manejo soberano que cada país miembro pueda darle a su propio régimen fiscal (reabriendo así el debate de la híper burocratización y regulación que supone la UE) y el debate sobre la “moralidad” de los impuestos vs la creación de valor. El caso de Apple es un parteaguas y otro capítulo más del eterno péndulo entre la intervención estatal y la libertad económica.
Jorge V. Ávila Prera
@jorgeavilaprera

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo