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Libertad de expresión

Redacción
18 de septiembre, 2016

Todos, absolutamente todos los presidentes de Guatemala del período democrático 1986-2016, sus vicepresidentes y sus ministros, han sido personas muy controvertidas que de muchas formas han influido en el Estado de Guatemala. Sin embargo, en las tres décadas de política democrática a la sombra de militares, intereses internacionales y de maniobras clientelistas, nepotistas, la mayoría han callado o se les ha callado abruptamente.
El período histórico comenzó con Marco Vinicio Cerezo Arévalo, presidente totalmente desconocido para más del 50% de la población joven de Guatemala. Puso en marcha el período democrático, rompió brechas con el pasado y tuvo la valentía de parar el movimiento magisterial que, en su tiempo, era muchísimo más poderoso que el Ministerio Público y sus mecenas. Se convirtió en un personaje-institución cuya lealtad se finca en no permitir el fracaso de la organización política civil frente a las enormes presiones militares de su época. Eso sí a un costo económico y político altísimo.
Jorge Serrano Elías no sucumbe ante los militares. Lo hace frente a los diputados comprometidos con el mal y los clichés que circularon lo mantienen en el exilio en Panamá y desde ahí goza de una influencia en una minoría política en Guatemala. A Juicio de la ley el castigo severo impuesto por la ley de Guatemala se ha revertido no en la persona de Serano sino en la crueldad y lesividad del propio Estado de Guatemala contra sí mismo.
Ramiro De León Carpio polarizó la opinión pública tanto en el ámbito nacional como internacional. Sobre el recurren adhesiones entusiastas y recusaciones agresivas. Con él se hizo público el artículo 237 de la Constitución que reza “no podrán incluirse en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado gastos confidenciales o gasto alguno que no deba ser comprobado o que no esté sujeto a fiscalización. Esta disposición es aplicable a los presupuestos de cualquier organismo, institución, empresa o entidad descentralizada o autónoma.”
Álvaro Arzú, goga, en su mandato, de una continuidad y discontinuidad en el desarrollo del Estado. Al no saber, en su tiempo, distinguir de socialismo y liberalismo. Autoritarista logra en una nación no-socialista un totalitarismo de Estado. En su mandato la violencia en Guatemala cejó significativamente. En la sociedad ha sido un personaje demasiado crítico por su intolerancia a los medios de comunicación y la manipulación de la opinión pública a través de AVANCES.
Alfonso Portillo, socialista para unos, no lo bastante para otros hizo enfurecer a la plutocracia guatemalteca que, para castigarlo, trajo a la CICIG en Guatemala y con ello abrió el peor capítulo de crueldad sobre población civil en la historia del planeta. Para unos endeble, para otros agresivo ha sido un polemista sin que la historia de Guatemala haya marcado su vida.
Oscar Berger, gozó de un apoyo ciego de la población. Su partido político sin tener un plan para la educación de Guatemala, con el apoyo déspota del pueblo, destruyó todo el avance en materia de educación logrado en el gobierno de Alfonso Portillo. Oscar Berger apaño los negocios mafiosos de Guatemala y los institucionalizó a través de obras disfrazadas como la terminal aérea de la ciudad y la del interior que se han convertido en una vergüenza al ser reinauguradas por el gobierno actual. Clientelismo, corrupción, nepotismo no es el problema de Guatemala sino militares, intereses internacionales y el tener vacía la silla presidencial al día de hoy.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

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18 de septiembre, 2016

Todos, absolutamente todos los presidentes de Guatemala del período democrático 1986-2016, sus vicepresidentes y sus ministros, han sido personas muy controvertidas que de muchas formas han influido en el Estado de Guatemala. Sin embargo, en las tres décadas de política democrática a la sombra de militares, intereses internacionales y de maniobras clientelistas, nepotistas, la mayoría han callado o se les ha callado abruptamente.
El período histórico comenzó con Marco Vinicio Cerezo Arévalo, presidente totalmente desconocido para más del 50% de la población joven de Guatemala. Puso en marcha el período democrático, rompió brechas con el pasado y tuvo la valentía de parar el movimiento magisterial que, en su tiempo, era muchísimo más poderoso que el Ministerio Público y sus mecenas. Se convirtió en un personaje-institución cuya lealtad se finca en no permitir el fracaso de la organización política civil frente a las enormes presiones militares de su época. Eso sí a un costo económico y político altísimo.
Jorge Serrano Elías no sucumbe ante los militares. Lo hace frente a los diputados comprometidos con el mal y los clichés que circularon lo mantienen en el exilio en Panamá y desde ahí goza de una influencia en una minoría política en Guatemala. A Juicio de la ley el castigo severo impuesto por la ley de Guatemala se ha revertido no en la persona de Serano sino en la crueldad y lesividad del propio Estado de Guatemala contra sí mismo.
Ramiro De León Carpio polarizó la opinión pública tanto en el ámbito nacional como internacional. Sobre el recurren adhesiones entusiastas y recusaciones agresivas. Con él se hizo público el artículo 237 de la Constitución que reza “no podrán incluirse en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado gastos confidenciales o gasto alguno que no deba ser comprobado o que no esté sujeto a fiscalización. Esta disposición es aplicable a los presupuestos de cualquier organismo, institución, empresa o entidad descentralizada o autónoma.”
Álvaro Arzú, goga, en su mandato, de una continuidad y discontinuidad en el desarrollo del Estado. Al no saber, en su tiempo, distinguir de socialismo y liberalismo. Autoritarista logra en una nación no-socialista un totalitarismo de Estado. En su mandato la violencia en Guatemala cejó significativamente. En la sociedad ha sido un personaje demasiado crítico por su intolerancia a los medios de comunicación y la manipulación de la opinión pública a través de AVANCES.
Alfonso Portillo, socialista para unos, no lo bastante para otros hizo enfurecer a la plutocracia guatemalteca que, para castigarlo, trajo a la CICIG en Guatemala y con ello abrió el peor capítulo de crueldad sobre población civil en la historia del planeta. Para unos endeble, para otros agresivo ha sido un polemista sin que la historia de Guatemala haya marcado su vida.
Oscar Berger, gozó de un apoyo ciego de la población. Su partido político sin tener un plan para la educación de Guatemala, con el apoyo déspota del pueblo, destruyó todo el avance en materia de educación logrado en el gobierno de Alfonso Portillo. Oscar Berger apaño los negocios mafiosos de Guatemala y los institucionalizó a través de obras disfrazadas como la terminal aérea de la ciudad y la del interior que se han convertido en una vergüenza al ser reinauguradas por el gobierno actual. Clientelismo, corrupción, nepotismo no es el problema de Guatemala sino militares, intereses internacionales y el tener vacía la silla presidencial al día de hoy.

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