Los últimos días han sido difíciles para el presidente Jimmy Morales. Las investigaciones que se dieron dentro del caso botín del registro de la propiedad que salpicaron a dos parientes del presidente, tensaron su relación con la población. La estrategia y las formas con las que el presidente se comunica no son las más felices.

En el caso de la investigación de la que podrían ser objeto su hermano y su hijo, el presidente salió con una de cal y otra de arena. Por una parte, toma la buena decisión de ser él quien anuncie la situación a la población. Pero erró al afirmar que nunca volvería a hablar del tema. En medio de una situación tan delicada la actitud más adecuada es la apertura y la transparencia. La percepción que la población se llevó de ese mensaje fue negativa.

A los pocos días el presidente dedicó unas palabras a los medios de comunicación. Para el presidente, las críticas de los medios de comunicación para con su gobierno se deben a cese o disminución de la publicidad del gobierno y a que “se acabó la fafa”. Unas declaraciones desafortunadas.

Para colmo el martes se publicó un decreto para declarar un estado de prevención en virtud de la ley de orden público so pretexto de los temporales de lluvia. Razonable considerar el estado de prevención en caso de desastres naturales. Lamentablemente el decreto hacía un uso exagerado de las limitaciones a los derechos fundamentales. Estas herramientas son excepcionales y no hacía falta facultar al ejecutivo para limitar los derechos de manifestación o de libertad de expresión. Un error.

Reza el dicho que la mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo. El presidente debe creer en el estado de derecho y respetarlo; debe creer en la sociedad abierta y además demostrar que efectivamente cree en ella. Es irrelevante si en el fondo del corazón de un político hay profundas convicciones democráticas o no. Lo que importa son los hechos. Una persona es la suma de sus acciones.

En la política lo más importante son las percepciones. El presidente no ha sido estratégico en su comunicación con la población. Ha tenido crisis que habrían sido fácilmente evitables con una buena comunicación y no haberlo hecho ha erosionado el alto capital político con el que llegó a la presidencia.

En este momento el presidente debe reflexionar. Debe entender que las críticas a su gestión son parte del ejercicio regular de la opinión pública y de los medios de comunicación. Todos los gobiernos democráticos son sujetos de críticas. Hay crítica buena, sólida y fundada y hay crítica mala, tendenciosa e insustancial. Parte del rol de un presidente es lidiar con todas ellas y continuar con su labor. Ser político incluye aprender de la buena crítica y tolerar la mala crítica.

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