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Una idea de transformación que merece nuestra atención

Redacción
28 de septiembre, 2016

Ese es uno de los objetivos que plantea el Plan Alianza para la Prosperidad, lanzado hace dos años. En él diferentes actores han invertido una fuerte suma de recursos. Las empresas de la región juegan un importante rol en el cumplimiento de dicho plan, sobretodo al tratarse de generación de empleo y oportunidades para la población. La propuesta lanzada a la mesa la semana pasada consiste en generar un vehículo que nos permita crear un shock de inversión para nuestro país y nuestros vecinos.

Actualmente Guatemala ha avanzado en aspectos como la lucha contra la corrupción y la reducción de la tasa de homicidios, pero aún enfrentamos grandes obstáculos en materia de generación de empleo digno. Hoy 25.6% de nuestros connacionales quieren migrar para buscar mejores oportunidades, pero lamentablemente el país no les ofrece opciones, por lo que voltean la mirada hacia el norte. La inversión en infraestructura es insuficiente para el correcto desempeño de la economía, sobretodo para generar los 150mil empleos adicionales que necesitamos. Este año la inversión pública en infraestructura será de tan solo 1.1%, contra el estándar internacional del 6%, es un monto insuficiente. Basta con ver la ausencia de mantenimiento de la red vial a lo largo de los últimos años y la situación, cada vez más precaria, en la que nos encontramos. En lugar de estarnos acercando, estamos desconectando a la población rural de nuestro país. Debemos llevar la tasa de formación bruta de capital fijo a 25% del PIB vs. el 14.7% actual, la tasa más baja en 15 años, al mantenerse la inversión privada pero reflejando la reducción en la inversión pública.

Hay una lógica muy clara que nos dice que debemos resolver el cuello de botella que hoy existe en infraestructura para desencadenar esa generación de empleos productivos. La necesidad y el déficit de infraestructura se vuelve cada vez más vinculante como limitante a nuestro desarrollo. Esta propuesta invita al sector privado a ser parte de la solución de ese déficit. Los criterios para una ejecución exitosa de la misma supone características muy específicas como gobernanzas mixtas, elementos de supervisión que aseguren la transparencia y enfoque en infraestructura estratégica. Las ideas son baratas, pero la ejecución es lo que vale. Nos hace falta encontrar cuáles son esos proyectos estratégicos para generar ese desarrollo y de dónde provendrán los son los recursos necesarios para este fondo. Es importante que mantengamos la mente abierta para considerar desde un potencial impuesto específico, hasta una inversión de capital de riesgo, o cualquier otro mecanismo.

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Ciertamente este plan ayudará a generar empleos productivos, pero es necesario tener más inversión, particularmente desde lo público. Nuestro Estado, aún aumentando la recaudación o poniendo en marcha una reforma fiscal, es poco probable que pueda invertir los recursos necesarios, con la transparencia y efectividad que se requieren, ni suplir el déficit actual que existe. Será función de la organización que se alcance para darle verdadera forma a la propuesta, no solo a nivel individual como países, sino en coordinación entre países.

En ese sentido, el vicepresidente Biden pidió invertir más en nuestros países ya que al sumar la inversión actual, tanto pública como privada, es insuficiente para sostener el desarrollo. Por tanto, la infinidad de actores que integran el sector privado del Triángulo Norte pueden tomar esta invitación para ser una parte activa y propositiva de la solución. Por su parte, Luis Alberto Moreno, presidente del BID, también resaltó la importancia del rol del sector privado como un actor significativo en la transición hacia una nueva etapa de crecimiento de la región.

Sin duda, si logramos ejecutar decididamente la propuesta, representaría un avance en la transformación productiva de nuestros países. Es evidente el compromiso y la atención que ha generado esta propuesta, tanto por los recursos que se le están asignando como también por los que nos hemos comprometido a apoyarlo. A mi parecer, la iniciativa amerita esa importancia que se le está dando porque verdaderamente ese “shock” podría ser el catalizador que nos impulse hacia el desarrollo en el corto plazo. Ahora la pelota está en nuestro lado de la cancha, y nos toca darle forma a la idea que nos han lanzado, pero no puede ser un esfuerzo aislado. Este debe ser un compromiso primero de nación y luego de región. Estoy convencido que los cambios y soluciones son posibles si todos trabajamos de la mano.

www.salvadorpaiz.com
@salva_paiz

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Una idea de transformación que merece nuestra atención

Redacción
28 de septiembre, 2016

Ese es uno de los objetivos que plantea el Plan Alianza para la Prosperidad, lanzado hace dos años. En él diferentes actores han invertido una fuerte suma de recursos. Las empresas de la región juegan un importante rol en el cumplimiento de dicho plan, sobretodo al tratarse de generación de empleo y oportunidades para la población. La propuesta lanzada a la mesa la semana pasada consiste en generar un vehículo que nos permita crear un shock de inversión para nuestro país y nuestros vecinos.

Actualmente Guatemala ha avanzado en aspectos como la lucha contra la corrupción y la reducción de la tasa de homicidios, pero aún enfrentamos grandes obstáculos en materia de generación de empleo digno. Hoy 25.6% de nuestros connacionales quieren migrar para buscar mejores oportunidades, pero lamentablemente el país no les ofrece opciones, por lo que voltean la mirada hacia el norte. La inversión en infraestructura es insuficiente para el correcto desempeño de la economía, sobretodo para generar los 150mil empleos adicionales que necesitamos. Este año la inversión pública en infraestructura será de tan solo 1.1%, contra el estándar internacional del 6%, es un monto insuficiente. Basta con ver la ausencia de mantenimiento de la red vial a lo largo de los últimos años y la situación, cada vez más precaria, en la que nos encontramos. En lugar de estarnos acercando, estamos desconectando a la población rural de nuestro país. Debemos llevar la tasa de formación bruta de capital fijo a 25% del PIB vs. el 14.7% actual, la tasa más baja en 15 años, al mantenerse la inversión privada pero reflejando la reducción en la inversión pública.

Hay una lógica muy clara que nos dice que debemos resolver el cuello de botella que hoy existe en infraestructura para desencadenar esa generación de empleos productivos. La necesidad y el déficit de infraestructura se vuelve cada vez más vinculante como limitante a nuestro desarrollo. Esta propuesta invita al sector privado a ser parte de la solución de ese déficit. Los criterios para una ejecución exitosa de la misma supone características muy específicas como gobernanzas mixtas, elementos de supervisión que aseguren la transparencia y enfoque en infraestructura estratégica. Las ideas son baratas, pero la ejecución es lo que vale. Nos hace falta encontrar cuáles son esos proyectos estratégicos para generar ese desarrollo y de dónde provendrán los son los recursos necesarios para este fondo. Es importante que mantengamos la mente abierta para considerar desde un potencial impuesto específico, hasta una inversión de capital de riesgo, o cualquier otro mecanismo.

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Ciertamente este plan ayudará a generar empleos productivos, pero es necesario tener más inversión, particularmente desde lo público. Nuestro Estado, aún aumentando la recaudación o poniendo en marcha una reforma fiscal, es poco probable que pueda invertir los recursos necesarios, con la transparencia y efectividad que se requieren, ni suplir el déficit actual que existe. Será función de la organización que se alcance para darle verdadera forma a la propuesta, no solo a nivel individual como países, sino en coordinación entre países.

En ese sentido, el vicepresidente Biden pidió invertir más en nuestros países ya que al sumar la inversión actual, tanto pública como privada, es insuficiente para sostener el desarrollo. Por tanto, la infinidad de actores que integran el sector privado del Triángulo Norte pueden tomar esta invitación para ser una parte activa y propositiva de la solución. Por su parte, Luis Alberto Moreno, presidente del BID, también resaltó la importancia del rol del sector privado como un actor significativo en la transición hacia una nueva etapa de crecimiento de la región.

Sin duda, si logramos ejecutar decididamente la propuesta, representaría un avance en la transformación productiva de nuestros países. Es evidente el compromiso y la atención que ha generado esta propuesta, tanto por los recursos que se le están asignando como también por los que nos hemos comprometido a apoyarlo. A mi parecer, la iniciativa amerita esa importancia que se le está dando porque verdaderamente ese “shock” podría ser el catalizador que nos impulse hacia el desarrollo en el corto plazo. Ahora la pelota está en nuestro lado de la cancha, y nos toca darle forma a la idea que nos han lanzado, pero no puede ser un esfuerzo aislado. Este debe ser un compromiso primero de nación y luego de región. Estoy convencido que los cambios y soluciones son posibles si todos trabajamos de la mano.

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@salva_paiz

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo