Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

A a deriva

Betty Marroquin
05 de septiembre, 2016

Como bien lo dijera el Economist en su artículo del 19 de marzo, “El puerto más grande de Europa es un barómetro para la economía mundial”, a menos que uno sea un “ermitaño” usted “usa y consume bienes que en algún momento han pasado por el puerto de Rotterdam”. Esa aseveración, declarada por la revista de análisis política más importante del planeta, viene a reafirmar que como dijera Thomas L. Friedman, “el mundo es plano” refiriéndose a los efectos de la globalización que hoy por hoy nos tienen a todos conectados en más de una forma. El puerto de Rotterdam es un medidor de cuatro índices cruciales para el comercio internacional: el precio del petróleo, la aceleración o desaceleración de la economía china y emergentes, el paso de la recuperación económica europea y del ritmo al que se mueve el comercio y las manufacturas mundiales.

El comercio marítimo, desde que el hombre pasó de nómada a sedentario, ha sido una parte fundamental de su existencia. Todas las culturas más desarrolladas, desde el antiguo Egipto, los Fenicios o los Vikingos, han visto el mar era como una vía de comunicación que hoy día ha llegado al extremo. Tenemos carros que vienen parcialmente ensamblados en un continente y terminados en otro. Ya no digamos los tenis, los jeans, las carteras, los lentes, los repuestos, los alimentos que consumimos. Todo está interconectado, la globalización parece ser un proceso irreversible, nos guste o no. Es así que en Guatemala actualmente encontramos productos de todo tipo, los días de tener que “ir a Miami a comprar una tele” pasaron, y la oferta es variada y accesible.

Teniendo esta versión que vivimos a diario, aunque no la pensemos, que resulta tan alarmante lo que está sucediendo en estos momentos. Si hiciéramos la matemática, cual sería la cifra que represente esos 540.000 contenedores que están, al momento de redactar esta columna de opinión, flotando a la deriva en el medio del océano, porque la flota marítima responsable de su traslado se declaró en bancarrota. Me refiero a la firma Hanjin Shipping, séptima flota mercante del mundo, la mayor de Corea, cuyo dueño es también propietario de Korean Air.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Que semejante magnate esté en problemas significa que los barcos no pueden encallar porque los puertos no los reciben ante la posibilidad de que sus servicios portuarios no sean remunerados. La empresa no quiere atracar de todas formas porque sabe que sus acreedores podrían embargar las naves y el producto que transportan. Las empresas cuyos barcos fueron arrendados por Hanjin para transportar contenedores, práctica común entre navieras, saben que corren el serio riesgo de no ser pagadas. Las empresas cuyas mercancías están en esos contenedores, corren riesgos con quienes hicieran los pedidos. Quienes hicieron los pedidos y o los pagaron por adelantado o adelantaron los frecuentes cuantiosos depósitos, corren el riesgo de perder su dinero y quedarse sin mercadería. Y no digamos los varios escenarios financieros de semejante maraña. En un mundo ideal, Hanjin encontrará pronto una solución a su mega crisis para evitar que el planeta sufra otra mega crisis. Para rematarla, no se puede pasar un contenedor de barco a barco a medio mar, las tripulaciones tienen super racionados sus alimentos (cada barco tiene entre 15 y 20 tripulantes), y está el problema del combustible. Total, es un verdadero drama.

Esta crisis es sin precedentes en la historia de la humanidad. Jamás la humanidad había sufrido una crisis comercial marítima de esta magnitud. Y nunca antes el mundo había estado tan interconectado, tan globalizado como ahora. Para Guatemala será un problema para quienes venden electrodomésticos, vehículos y repuestos, importan marcas como Samsung, LG, Hyundai, Kia, Warren Buffet’s Posco, y no digamos para empresas como Walmart, Best Buy, Amazon, etc en el mercado estadounidense, el mayor importador del mundo. Esperemos esta nueva potencial pulmonía mundial no nos cause más que un resfriado, aquí, en nuestra ya bastante sufrida economía.

Como siempre, alguien saldrá ganando de todo esto. Cómo aprovechar la oportunidad en Guatemala, sería interesante de considerar, sin sobre o subestimar nuestra capacidad de oferta. Esperemos la creatividad chapina salga a flote, quien quita y algo conseguimos para ampliar nuestras perspectivas comerciales como suplidores de bienes, maquiladores, manufactureros. Si bien siempre he pensado que no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta, dadas las circunstancias, menos mal que nuestro comercio principal es con los Estados Unidos y no con Asia.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

A a deriva

Betty Marroquin
05 de septiembre, 2016

Como bien lo dijera el Economist en su artículo del 19 de marzo, “El puerto más grande de Europa es un barómetro para la economía mundial”, a menos que uno sea un “ermitaño” usted “usa y consume bienes que en algún momento han pasado por el puerto de Rotterdam”. Esa aseveración, declarada por la revista de análisis política más importante del planeta, viene a reafirmar que como dijera Thomas L. Friedman, “el mundo es plano” refiriéndose a los efectos de la globalización que hoy por hoy nos tienen a todos conectados en más de una forma. El puerto de Rotterdam es un medidor de cuatro índices cruciales para el comercio internacional: el precio del petróleo, la aceleración o desaceleración de la economía china y emergentes, el paso de la recuperación económica europea y del ritmo al que se mueve el comercio y las manufacturas mundiales.

El comercio marítimo, desde que el hombre pasó de nómada a sedentario, ha sido una parte fundamental de su existencia. Todas las culturas más desarrolladas, desde el antiguo Egipto, los Fenicios o los Vikingos, han visto el mar era como una vía de comunicación que hoy día ha llegado al extremo. Tenemos carros que vienen parcialmente ensamblados en un continente y terminados en otro. Ya no digamos los tenis, los jeans, las carteras, los lentes, los repuestos, los alimentos que consumimos. Todo está interconectado, la globalización parece ser un proceso irreversible, nos guste o no. Es así que en Guatemala actualmente encontramos productos de todo tipo, los días de tener que “ir a Miami a comprar una tele” pasaron, y la oferta es variada y accesible.

Teniendo esta versión que vivimos a diario, aunque no la pensemos, que resulta tan alarmante lo que está sucediendo en estos momentos. Si hiciéramos la matemática, cual sería la cifra que represente esos 540.000 contenedores que están, al momento de redactar esta columna de opinión, flotando a la deriva en el medio del océano, porque la flota marítima responsable de su traslado se declaró en bancarrota. Me refiero a la firma Hanjin Shipping, séptima flota mercante del mundo, la mayor de Corea, cuyo dueño es también propietario de Korean Air.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Que semejante magnate esté en problemas significa que los barcos no pueden encallar porque los puertos no los reciben ante la posibilidad de que sus servicios portuarios no sean remunerados. La empresa no quiere atracar de todas formas porque sabe que sus acreedores podrían embargar las naves y el producto que transportan. Las empresas cuyos barcos fueron arrendados por Hanjin para transportar contenedores, práctica común entre navieras, saben que corren el serio riesgo de no ser pagadas. Las empresas cuyas mercancías están en esos contenedores, corren riesgos con quienes hicieran los pedidos. Quienes hicieron los pedidos y o los pagaron por adelantado o adelantaron los frecuentes cuantiosos depósitos, corren el riesgo de perder su dinero y quedarse sin mercadería. Y no digamos los varios escenarios financieros de semejante maraña. En un mundo ideal, Hanjin encontrará pronto una solución a su mega crisis para evitar que el planeta sufra otra mega crisis. Para rematarla, no se puede pasar un contenedor de barco a barco a medio mar, las tripulaciones tienen super racionados sus alimentos (cada barco tiene entre 15 y 20 tripulantes), y está el problema del combustible. Total, es un verdadero drama.

Esta crisis es sin precedentes en la historia de la humanidad. Jamás la humanidad había sufrido una crisis comercial marítima de esta magnitud. Y nunca antes el mundo había estado tan interconectado, tan globalizado como ahora. Para Guatemala será un problema para quienes venden electrodomésticos, vehículos y repuestos, importan marcas como Samsung, LG, Hyundai, Kia, Warren Buffet’s Posco, y no digamos para empresas como Walmart, Best Buy, Amazon, etc en el mercado estadounidense, el mayor importador del mundo. Esperemos esta nueva potencial pulmonía mundial no nos cause más que un resfriado, aquí, en nuestra ya bastante sufrida economía.

Como siempre, alguien saldrá ganando de todo esto. Cómo aprovechar la oportunidad en Guatemala, sería interesante de considerar, sin sobre o subestimar nuestra capacidad de oferta. Esperemos la creatividad chapina salga a flote, quien quita y algo conseguimos para ampliar nuestras perspectivas comerciales como suplidores de bienes, maquiladores, manufactureros. Si bien siempre he pensado que no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta, dadas las circunstancias, menos mal que nuestro comercio principal es con los Estados Unidos y no con Asia.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo