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Guatemala: una economía paralizada que requiere de acuerdos

Alfonso Muralles
06 de septiembre, 2016

Es muy difícil llegar a acuerdos entre partes desconfiadas, cada vez más polarizadas. Más difícil aun, cuando cada parte cuenta con los tanques de pensamiento que le sustentan, teóricamente, sus posiciones. Si hoy se buscara crear una institución como el IGSS, no se lograrían los acuerdos necesarios. No habría IRTRA ni INTECAP.

La desconfianza entre las partes con posiciones divergentes que deben tomar decisiones políticas y económicas es natural. Hasta diríamos que es sana. Siempre y cuando se cuente con un aparato con autoridad que genera respeto. No siendo ese el caso de Guatemala hoy, en donde los 3 organismos del estado han dado recientemente abundantes ejemplos de su capacidad para tomar decisiones que no privilegian el bien común, hace falta crear espacios de discusión y análisis enriquecidos por la capacidad y diversidad de sus participantes, que tengan un ente mediador con la habilidad de, según el caso, inclinar la brújula hacia rutas que, quienes apuntaban en otra dirección acepten y respeten.

¿Podría ser ese mediador Consejo Económico y Social? O ¿perdió ya la oportunidad de serlo? Y el peso moral que se esperaba de un G4 (Iglesias Católica y Protestante, con la USAC y la Procuraduría de los Derechos Humanos) se esfumo por las declaraciones y posiciones no siempre afortunadas de sus representantes?

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Y mientras tanto, el país con una economía paralizada que no logra generar, por lo menos en el futuro inmediato, la certeza necesaria para la inversión. El desempleado, en el mejor de los casos, migrando o quedándose para incrementar los índices de criminalidad.

Hay problemas estructurales que requieren de soluciones, y eso no hay que perderlo de vista. Hay problemas de hambre que requieren soluciones que no pueden esperar que lleguen cambios estructurales.

¿Aceptarían los científicos de la economía y la política de posiciones divergentes, como por ejemplo, los que buscaron que se crearan estímulos a la inversión como salarios diferenciados menores al salario mínimo en determinados municipios y los que se opusieron por ser ello un retroceso en la reivindicaciones laborales, sentarse a buscar caminos que se puedan recorrer pronto? Sin sentir que con ello claudican a sus respectivas teorías para el largo plazo?

¿Quien invita?

Guatemala: una economía paralizada que requiere de acuerdos

Alfonso Muralles
06 de septiembre, 2016

Es muy difícil llegar a acuerdos entre partes desconfiadas, cada vez más polarizadas. Más difícil aun, cuando cada parte cuenta con los tanques de pensamiento que le sustentan, teóricamente, sus posiciones. Si hoy se buscara crear una institución como el IGSS, no se lograrían los acuerdos necesarios. No habría IRTRA ni INTECAP.

La desconfianza entre las partes con posiciones divergentes que deben tomar decisiones políticas y económicas es natural. Hasta diríamos que es sana. Siempre y cuando se cuente con un aparato con autoridad que genera respeto. No siendo ese el caso de Guatemala hoy, en donde los 3 organismos del estado han dado recientemente abundantes ejemplos de su capacidad para tomar decisiones que no privilegian el bien común, hace falta crear espacios de discusión y análisis enriquecidos por la capacidad y diversidad de sus participantes, que tengan un ente mediador con la habilidad de, según el caso, inclinar la brújula hacia rutas que, quienes apuntaban en otra dirección acepten y respeten.

¿Podría ser ese mediador Consejo Económico y Social? O ¿perdió ya la oportunidad de serlo? Y el peso moral que se esperaba de un G4 (Iglesias Católica y Protestante, con la USAC y la Procuraduría de los Derechos Humanos) se esfumo por las declaraciones y posiciones no siempre afortunadas de sus representantes?

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Y mientras tanto, el país con una economía paralizada que no logra generar, por lo menos en el futuro inmediato, la certeza necesaria para la inversión. El desempleado, en el mejor de los casos, migrando o quedándose para incrementar los índices de criminalidad.

Hay problemas estructurales que requieren de soluciones, y eso no hay que perderlo de vista. Hay problemas de hambre que requieren soluciones que no pueden esperar que lleguen cambios estructurales.

¿Aceptarían los científicos de la economía y la política de posiciones divergentes, como por ejemplo, los que buscaron que se crearan estímulos a la inversión como salarios diferenciados menores al salario mínimo en determinados municipios y los que se opusieron por ser ello un retroceso en la reivindicaciones laborales, sentarse a buscar caminos que se puedan recorrer pronto? Sin sentir que con ello claudican a sus respectivas teorías para el largo plazo?

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