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Posverdad y ¡olé!

Luis Felipe Garrán
05 de octubre, 2017

-¡Vosotros lo que queréis es una guerra civil!- Un hombre, enfundado en una bandera española, respondía así a un grupo de catalanes independentistas que le increpaban cerca del centro de Barcelona en uno de cientos de videos que han inundado las redes en los últimos días. El tipo no iba insultando a nadie, pero su singularidad (esa por la que tanto han luchado los propios catalanes) le ha hecho objetivo de las mayores sandeces.
España vive las que quizá son sus horas más duras desde la instauración de la democracia a finales de los ’70, y si bien parece que ni uno ni otro bando está dispuesto a iniciar una guerra civil (con todo lo que conlleva) la guerra mediática tiene más peso que en cualquier otro momento de la historia, y sus efectos pueden ser tan nocivos como los de los fusiles.

Cuando Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, muchos pensamos que sus primeras reformas serían fiscales o migratorias, pero la verdad es que llegaron en el campo de la lengua. Apareció la mentira emotiva, con la cual se moldea el pensamiento público a través de las emociones, que valen más que los hechos objetivos. El mundo la llamó posverdad, Trump “vio que era buena” y le gustó. Ahora, esta ha sido empaquetada y exportada. ¿Locación actual? Catalunya.
Las noticias que nos llegan desde el noreste español nos pueden hacer pensar que los Guardias Civiles son unos bárbaros que no buscaban más que hacer daño a modo de amaestrar a quien pensara en provocar nuevas turbas, o que todos los independentistas catalanes son unos radicales y xenófobos que se han atrevido a desafiar a un colectivo del que no se sienten parte por ser inferiores. Los hechos han sido unos, y en teoría, ambas concepciones son simultáneas, pero según qué medios hayamos visto, será una u otra cosa.
Si nos informamos a través de la TV3 o la Rac1 (cadenas catalanas) oiremos de un pueblo oprimido por un Estado que ha desplazado a sus fuerzas de seguridad, sin enterarnos de que cientos de Guardias Civiles han sido expulsados de sus hoteles en una clara acción de opresión por parte del catalanismo. Si lo hacemos por TVE (la televisión pública española) el debate se convertirá en algo meramente político, olvidando que sí hay un grupo de personas que cree en la causa independentista por razones patrióticas.

Si, por otro lado, elegimos la prensa extranjera, el lío es todavía mayor. Para The New York Times, la Guardia Civil es un cuerpo paramilitar, o sea, fuera de la ley, cuando en realidad son una institución militar dependiente del Ministerio del Interior. The Guardian nos hace creer que toda la población catalana quiere la independencia, dejando a un lado a los millones que se sienten españoles y que están totalmente alejados del secesionismo. La BBC hace del lío algo más a nivel de Unión Europea que de España, y la mayoría de medios latinoamericanos de peso aún no entiende el concepto de Comunidad Autónoma.

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¿Qué es real, pues? Quizá esa delgada línea en la que convergen todas las versiones, o quizá en todos esos vacíos comunes que tienen. Sea cual sea, el daño está hecho.
Posverdad y ¡olé!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Posverdad y ¡olé!

Luis Felipe Garrán
05 de octubre, 2017

-¡Vosotros lo que queréis es una guerra civil!- Un hombre, enfundado en una bandera española, respondía así a un grupo de catalanes independentistas que le increpaban cerca del centro de Barcelona en uno de cientos de videos que han inundado las redes en los últimos días. El tipo no iba insultando a nadie, pero su singularidad (esa por la que tanto han luchado los propios catalanes) le ha hecho objetivo de las mayores sandeces.
España vive las que quizá son sus horas más duras desde la instauración de la democracia a finales de los ’70, y si bien parece que ni uno ni otro bando está dispuesto a iniciar una guerra civil (con todo lo que conlleva) la guerra mediática tiene más peso que en cualquier otro momento de la historia, y sus efectos pueden ser tan nocivos como los de los fusiles.

Cuando Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, muchos pensamos que sus primeras reformas serían fiscales o migratorias, pero la verdad es que llegaron en el campo de la lengua. Apareció la mentira emotiva, con la cual se moldea el pensamiento público a través de las emociones, que valen más que los hechos objetivos. El mundo la llamó posverdad, Trump “vio que era buena” y le gustó. Ahora, esta ha sido empaquetada y exportada. ¿Locación actual? Catalunya.
Las noticias que nos llegan desde el noreste español nos pueden hacer pensar que los Guardias Civiles son unos bárbaros que no buscaban más que hacer daño a modo de amaestrar a quien pensara en provocar nuevas turbas, o que todos los independentistas catalanes son unos radicales y xenófobos que se han atrevido a desafiar a un colectivo del que no se sienten parte por ser inferiores. Los hechos han sido unos, y en teoría, ambas concepciones son simultáneas, pero según qué medios hayamos visto, será una u otra cosa.
Si nos informamos a través de la TV3 o la Rac1 (cadenas catalanas) oiremos de un pueblo oprimido por un Estado que ha desplazado a sus fuerzas de seguridad, sin enterarnos de que cientos de Guardias Civiles han sido expulsados de sus hoteles en una clara acción de opresión por parte del catalanismo. Si lo hacemos por TVE (la televisión pública española) el debate se convertirá en algo meramente político, olvidando que sí hay un grupo de personas que cree en la causa independentista por razones patrióticas.

Si, por otro lado, elegimos la prensa extranjera, el lío es todavía mayor. Para The New York Times, la Guardia Civil es un cuerpo paramilitar, o sea, fuera de la ley, cuando en realidad son una institución militar dependiente del Ministerio del Interior. The Guardian nos hace creer que toda la población catalana quiere la independencia, dejando a un lado a los millones que se sienten españoles y que están totalmente alejados del secesionismo. La BBC hace del lío algo más a nivel de Unión Europea que de España, y la mayoría de medios latinoamericanos de peso aún no entiende el concepto de Comunidad Autónoma.

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¿Qué es real, pues? Quizá esa delgada línea en la que convergen todas las versiones, o quizá en todos esos vacíos comunes que tienen. Sea cual sea, el daño está hecho.
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República es ajena a la opinión expresada en este artículo