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Violencia periodística o por favor revisen sus artículos antes de publicarlos

Carmen Camey
01 de noviembre, 2017

Con una revisión rápida y superficial de los medios más importantes ya nos encontramos con varios “errores y horrores”: Prensa Libre reporta sobre un rapero: “El rapero, además, no dudó en expresar sus opiniones críticas hacia el gobierno de Estados Unidos”. Gracias por el puñal en el pasado verbal. Relato, otro medio que dice buscar historias con rigor periodístico, no puede ni siquiera poner bien las mayúsculas en su propia descripción: “Buscamos historias diferentes, reporteadas con rigor periodístico. estamos interesados en difundir las noticias…”.

Guatemala es un país violento y lo es en muchos sentidos. Una de estas formas de violencia es la violencia ortográfica: me duelen los ojos cada vez que leo un medio nacional. No soy miembro honorario de la RAE ni nada por el estilo, pero más o menos sé que todas las esdrújulas se tildan y que no se pone coma entre sujeto y predicado. Sin embargo, a nuestros medios de comunicación estas normas parecen no importarles. En sus artículos las tildes brillan por su ausencia y los puntos suspensivos aparecen promiscuamente cada dos oraciones, los errores sintácticos pueblan los textos, faltan comas, sobran otras y los signos de puntuación se usan arbitrariamente y mal.

Sigo leyendo. Una revista publica: “¡Casa Ariana no solo nos hace soñar con la celebración perfecta, pero también nos las hace una realidad!”. Ni idea de qué querían decir con eso. Nómada, que aparenta ser periodismo serio, publica unos artículos incomprensibles. Hace poco uno de sus redactores escribió lo siguiente: “Como dijo Heráclito, ninguna persona puede cruzar dos veces el mismo río”. Yo cuestiono seriamente el uso del fragmento en el contexto en el que él lo hizo, pero incluso obviando eso, me preocupa que el redactor (y director del medio) esté confundiendo un poco el río en el que Heráclito hablaba de bañarse con el Rubicón que Julio César cruzó. Y aunque esto no tiene que ver con la ortografía, sí tiene que ver con la falta de una cabeza editorial. Estos ejemplos, pocos y tontos, son tan solo una muestra de lo que diariamente publican nuestros medios. No he tenido tiempo de visitarlos todos, sé que se me quedan fuera algunas joyas dignas de comentario.

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Todos incurrimos en errores ortográficos, ya sea por ignorancia o por descuido. Sin embargo, los medios de comunicación tienen una responsabilidad añadida por su capacidad de influir en sus lectores, más quizás en un país en donde muchas personas apenas saben leer y escribir. Probablemente estos lectores den por bueno todo lo que leen en los medios, pues los consideran autoridad, y probablemente perpetúen estos errores en sus propias comunicaciones. Me preocupa que los medios pasen por alto tantos errores y chapuzas que denotan un mal trabajo periodístico y poco respeto por el lector. Es importante porque en la palabra escrita radica en gran medida la unidad de nuestra lengua. Si queremos entendernos, las palabras que usamos son importantes.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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Carmen Camey
01 de noviembre, 2017

Con una revisión rápida y superficial de los medios más importantes ya nos encontramos con varios “errores y horrores”: Prensa Libre reporta sobre un rapero: “El rapero, además, no dudó en expresar sus opiniones críticas hacia el gobierno de Estados Unidos”. Gracias por el puñal en el pasado verbal. Relato, otro medio que dice buscar historias con rigor periodístico, no puede ni siquiera poner bien las mayúsculas en su propia descripción: “Buscamos historias diferentes, reporteadas con rigor periodístico. estamos interesados en difundir las noticias…”.

Guatemala es un país violento y lo es en muchos sentidos. Una de estas formas de violencia es la violencia ortográfica: me duelen los ojos cada vez que leo un medio nacional. No soy miembro honorario de la RAE ni nada por el estilo, pero más o menos sé que todas las esdrújulas se tildan y que no se pone coma entre sujeto y predicado. Sin embargo, a nuestros medios de comunicación estas normas parecen no importarles. En sus artículos las tildes brillan por su ausencia y los puntos suspensivos aparecen promiscuamente cada dos oraciones, los errores sintácticos pueblan los textos, faltan comas, sobran otras y los signos de puntuación se usan arbitrariamente y mal.

Sigo leyendo. Una revista publica: “¡Casa Ariana no solo nos hace soñar con la celebración perfecta, pero también nos las hace una realidad!”. Ni idea de qué querían decir con eso. Nómada, que aparenta ser periodismo serio, publica unos artículos incomprensibles. Hace poco uno de sus redactores escribió lo siguiente: “Como dijo Heráclito, ninguna persona puede cruzar dos veces el mismo río”. Yo cuestiono seriamente el uso del fragmento en el contexto en el que él lo hizo, pero incluso obviando eso, me preocupa que el redactor (y director del medio) esté confundiendo un poco el río en el que Heráclito hablaba de bañarse con el Rubicón que Julio César cruzó. Y aunque esto no tiene que ver con la ortografía, sí tiene que ver con la falta de una cabeza editorial. Estos ejemplos, pocos y tontos, son tan solo una muestra de lo que diariamente publican nuestros medios. No he tenido tiempo de visitarlos todos, sé que se me quedan fuera algunas joyas dignas de comentario.

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Todos incurrimos en errores ortográficos, ya sea por ignorancia o por descuido. Sin embargo, los medios de comunicación tienen una responsabilidad añadida por su capacidad de influir en sus lectores, más quizás en un país en donde muchas personas apenas saben leer y escribir. Probablemente estos lectores den por bueno todo lo que leen en los medios, pues los consideran autoridad, y probablemente perpetúen estos errores en sus propias comunicaciones. Me preocupa que los medios pasen por alto tantos errores y chapuzas que denotan un mal trabajo periodístico y poco respeto por el lector. Es importante porque en la palabra escrita radica en gran medida la unidad de nuestra lengua. Si queremos entendernos, las palabras que usamos son importantes.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo