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El Onceavo Mandamiento

Carolina Castellanos
23 de junio, 2017

Consultarás todo lo que haces

Como en este nuestro país todo nos lo inventamos, lo adaptamos y, si vemos que no nos gusta, pues lo cambiamos. Pero todo es posible por una casi inexistente institucionalidad. Con esto, me refiero a la falta de presencia del gobierno en la mayor parte del país. Pero, peor aún es la falta de autoridad y de credibilidad.

Ahora estamos en un tremendo lío, que solo parece que va encaminado a solucionarse, pero es solo eso, apariencias. Me refiero a la aplicación universal del Convenio 169 de la OIT. Y por eso el onceavo mandamiento.

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Resulta que hay un señor que quiere abrir una gasolinera en Suchitepéquez. La población se ha opuesto pues dice que ese proyecto debe ser consultado. Para ellos, la consulta es dar o no el “permiso” al empresario, cuando el convenio es claro en decir que es un proceso de diálogo de buena fe.

El convenio 169 nace del Convenio 107, de la misma OIT, que era integracionista. Esto es, buscaba la integración de los pueblos indígenas a la modernidad. El 169 elimina esto, pues dice que es fundamental proteger y preservar las costumbres, cultura, idioma, etc., de los pueblos indígenas. Yo soy amante de las artesanías guatemaltecas. En este último año y medio he tenido la oportunidad de conocer más de cerca algunas de sus costumbres y formas de vida, degustar platillos muy locales que no es común encontrar en cualquier lugar. También he empezado a conocer un poco de la cosmovisión maya. Todo esto ha sido a través de la Escuela Maya de Negocios, proyecto que ALDS coordina y apoya en su ejecución.

Considero sumamente importante preservar toda esta cultura, sabiduría milenaria, costumbres, idiomas, etc. Pero también debo reconocer que es necesaria la integración, la interculturalidad que permite aprendizaje en ambas vías, y por ende el enriquecimiento de todos. El convenio 107 tenía ese enfoque integracionista, aunque de pronto fallaba en la preservación de las culturas y costumbres indígenas.

En Estados Unidos, por ejemplo, la solución fue radical: otorgaron territorios delimitados a las tribus, llamadas reservaciones. Allí adentro, las leyes son las tribales, hay un jefe definido, hay costumbres, idiomas, comida, todo circunscrito a esa área definida. En Guatemala, y en la mayoría del planeta, no es así. Vivimos y convivimos juntos. Esto es algo que debe ser aprovechado para enriquecer todas las culturas. O sea, integración sin pérdida de la identidad de cada quien.

Pero, como decía al inicio, en Guate todo nos lo inventamos, lo cambiamos, lo adaptamos, con el libertinaje que nos da la débil institucionalidad. Así que una gasolinera, una hidroeléctrica, un cultivo, deben ser consultadas porque los aprovechados del momento crearon ese onceavo mandamiento. También hay que consultar leyes, reglamentos, todo lo que pueda afectar a los pueblos indígenas.

Bueno, ¿y el resto de nosotros? ¿No tenemos los mismos derechos? Resulta que los grandes proyectos son generados por no indígenas. Esto no se da por ley ni por mandato ni por un doceavo mandamiento. Lamentablemente, se da principalmente por una deficiente educación, salud y, en general, desarrollo, en la mayor parte del país, que es donde vive la mayoría de indígenas, impidiendo así que sean éstos los que inviertan en grandes proyectos.
Pero, en Estados Unidos, es una tribu indígena la propietaria absoluta de Hard Rock Café. En 2007, la Tribu Seminole de Florida lo adquirió. Tiene 175 restaurantes en  53 países. En Canadá, hay una gran cementera propiedad de un indígena. Y si seguimos buscando, encontraremos miles de casos en Japón, Nueva Zelanda, Australia, etc.

Obviamente, son circunstancias diferentes, en países muy diferentes, con desarrollo mucho más avanzado, versus el nuestro. Pero, si el Convenio 169 es de aplicación universal, debería tener capacidad de adaptación a cada país. Se respetan los  principios generales y se permite el desarrollo.

Si tenemos que aplicar el onceavo mandamiento, terminaremos en una paralización del país. Será imposible aprobar una ley, abrir un negocio, nombrar a un funcionario, hacer una carretera, pues todo lo que un gobierno haga afecta a la  población indígena. Y también a los no indígenas. Y a los extranjeros que viven aquí así como a los chapines. ¿Cómo evitarlo? Con un gobierno fuerte que dicte la reglas del juego y que implemente su propio sistema para lograr una convivencia pacífica sin impedir el desarrollo, que es de beneficio para todos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El Onceavo Mandamiento

Carolina Castellanos
23 de junio, 2017

Consultarás todo lo que haces

Como en este nuestro país todo nos lo inventamos, lo adaptamos y, si vemos que no nos gusta, pues lo cambiamos. Pero todo es posible por una casi inexistente institucionalidad. Con esto, me refiero a la falta de presencia del gobierno en la mayor parte del país. Pero, peor aún es la falta de autoridad y de credibilidad.

Ahora estamos en un tremendo lío, que solo parece que va encaminado a solucionarse, pero es solo eso, apariencias. Me refiero a la aplicación universal del Convenio 169 de la OIT. Y por eso el onceavo mandamiento.

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Resulta que hay un señor que quiere abrir una gasolinera en Suchitepéquez. La población se ha opuesto pues dice que ese proyecto debe ser consultado. Para ellos, la consulta es dar o no el “permiso” al empresario, cuando el convenio es claro en decir que es un proceso de diálogo de buena fe.

El convenio 169 nace del Convenio 107, de la misma OIT, que era integracionista. Esto es, buscaba la integración de los pueblos indígenas a la modernidad. El 169 elimina esto, pues dice que es fundamental proteger y preservar las costumbres, cultura, idioma, etc., de los pueblos indígenas. Yo soy amante de las artesanías guatemaltecas. En este último año y medio he tenido la oportunidad de conocer más de cerca algunas de sus costumbres y formas de vida, degustar platillos muy locales que no es común encontrar en cualquier lugar. También he empezado a conocer un poco de la cosmovisión maya. Todo esto ha sido a través de la Escuela Maya de Negocios, proyecto que ALDS coordina y apoya en su ejecución.

Considero sumamente importante preservar toda esta cultura, sabiduría milenaria, costumbres, idiomas, etc. Pero también debo reconocer que es necesaria la integración, la interculturalidad que permite aprendizaje en ambas vías, y por ende el enriquecimiento de todos. El convenio 107 tenía ese enfoque integracionista, aunque de pronto fallaba en la preservación de las culturas y costumbres indígenas.

En Estados Unidos, por ejemplo, la solución fue radical: otorgaron territorios delimitados a las tribus, llamadas reservaciones. Allí adentro, las leyes son las tribales, hay un jefe definido, hay costumbres, idiomas, comida, todo circunscrito a esa área definida. En Guatemala, y en la mayoría del planeta, no es así. Vivimos y convivimos juntos. Esto es algo que debe ser aprovechado para enriquecer todas las culturas. O sea, integración sin pérdida de la identidad de cada quien.

Pero, como decía al inicio, en Guate todo nos lo inventamos, lo cambiamos, lo adaptamos, con el libertinaje que nos da la débil institucionalidad. Así que una gasolinera, una hidroeléctrica, un cultivo, deben ser consultadas porque los aprovechados del momento crearon ese onceavo mandamiento. También hay que consultar leyes, reglamentos, todo lo que pueda afectar a los pueblos indígenas.

Bueno, ¿y el resto de nosotros? ¿No tenemos los mismos derechos? Resulta que los grandes proyectos son generados por no indígenas. Esto no se da por ley ni por mandato ni por un doceavo mandamiento. Lamentablemente, se da principalmente por una deficiente educación, salud y, en general, desarrollo, en la mayor parte del país, que es donde vive la mayoría de indígenas, impidiendo así que sean éstos los que inviertan en grandes proyectos.
Pero, en Estados Unidos, es una tribu indígena la propietaria absoluta de Hard Rock Café. En 2007, la Tribu Seminole de Florida lo adquirió. Tiene 175 restaurantes en  53 países. En Canadá, hay una gran cementera propiedad de un indígena. Y si seguimos buscando, encontraremos miles de casos en Japón, Nueva Zelanda, Australia, etc.

Obviamente, son circunstancias diferentes, en países muy diferentes, con desarrollo mucho más avanzado, versus el nuestro. Pero, si el Convenio 169 es de aplicación universal, debería tener capacidad de adaptación a cada país. Se respetan los  principios generales y se permite el desarrollo.

Si tenemos que aplicar el onceavo mandamiento, terminaremos en una paralización del país. Será imposible aprobar una ley, abrir un negocio, nombrar a un funcionario, hacer una carretera, pues todo lo que un gobierno haga afecta a la  población indígena. Y también a los no indígenas. Y a los extranjeros que viven aquí así como a los chapines. ¿Cómo evitarlo? Con un gobierno fuerte que dicte la reglas del juego y que implemente su propio sistema para lograr una convivencia pacífica sin impedir el desarrollo, que es de beneficio para todos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo