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¿De verdad estamos construyendo país?

Carolina Castellanos
29 de septiembre, 2017

Más parece que las redes sociales y las conversaciones constantes son un “rosario” de quejas. Leemos y escuchamos algunas propuestas, pero no trascienden por varias causas: los proponentes no buscan vehículos adecuados para hacerlas trascender o viralizar; son rápidamente desvirtuadas por quienes tienen diferente ideología; son desvalorizadas por quienes “lo saben todo”; hay inundación de quejas que bloquean la capacidad de ver que, entre tantos mensajes, hay propuestas.

No veo cómo podemos construir país así. O mejor aterricemos: no veo cómo cada uno de nosotros tendrá oportunidades para desarrollarnos en lo que se nos antoje, vivir en libertad, tener oportunidades para tener trabajo (digno o no, informal o no, bien pagado o no; simplemente, trabajo).

Muchos han perdido la visión a largo plazo. No me incluyo en este grupo. Han sido cegados por sus agendas de querer tomar el poder “a puro tubo”, sin importar las consecuencias para el país. El gobierno de los jueces es un ejemplo. Esta frase se ha repetido mucho últimamente. Ahora son los tribunales los que dirigen la actividad del país, los que gobiernan, los que dicen qué se puede hacer y que no. Estamos perdiendo la “República”, esa separación de poderes que genera un sistema de pesos y contrapesos, que evita la injerencia de un poder en el otro y que permite construir país.

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Ahora unos diputados quieren expropiar tierras para regalarlas a indígenas. Otros diputados imponen inspectores de la refacción escolar, generando una burocracia costosísima y un sistema corrupto servido en bandeja de pobreza y desnutrición.

Un ministro afirma que el sistema asistencialista de regalar comida a los menos favorecidos, no ha funcionado. Y su solución es incrementar el presupuesto del próximo año para ampliarlo. Si a usted no le hizo sentido, no se preocupe, a mi tampoco.

Otro ministro dice que, incrementando en Q3,000 millones el presupuesto para carreteras hará que, ahora sí, haya reparación, mantenimiento y construcción de infraestructura vial. ¿Y todo el dinero que hay ahora? Tampoco entiendo…

Y resulta que SAT dispone que no estamos pagando suficientes impuestos, así que hay que incrementarlos. Ya sabemos que eso no resuelve nada pues, como bien dice Jorge Jacobs, el gobierno siempre encontrará en qué gastarse ese dinero “extra”. O sea, nunca alcanzará.

Los resultados están a la vista: no hay inversión y, consecuentemente, no hay empleos. Dentro de menos de un mes se estarán graduando 150,000 estudiantes de diversificado, a nivel nacional. ¿Dónde encontrarán trabajo?

La conflictividad está a la orden del día. No hay autoridades fuertes que metan a la cárcel a quienes la causan. Por el contrario, la defienden, como es el caso del procurador de los derechos humanos (con minúsculas, a propósito). Hay bloqueos en Casillas, impidiendo que la Minera San Rafael reinicie operaciones, pero no hay autoridad que los quite porque “pobrecitos, son sus derechos”. Hay miles de hectáreas de tierras cultivadas que están invadidas por delincuentes ladrones y vividores, pero nadie los saca porque “pobrecitos, no tienen donde vivir”.

La guinda en el pastel: el índice de competitividad mundial reporta que Guatemala bajó del puesto 74 al 83. O sea, nadie volteará a vernos para invertir.

Usted, que amablemente lee esta columna de opinión, de pronto está luchando en su negocio para sostenerlo e incluso incrementar sus ventas. Ahora entiende por qué le está costando lograrlo.

Es momento de construir país, con propuestas, no con protestas, con argumentos, con principios y valores fundamentales, con visión de futuro. ¡Hágase escuchar!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿De verdad estamos construyendo país?

Carolina Castellanos
29 de septiembre, 2017

Más parece que las redes sociales y las conversaciones constantes son un “rosario” de quejas. Leemos y escuchamos algunas propuestas, pero no trascienden por varias causas: los proponentes no buscan vehículos adecuados para hacerlas trascender o viralizar; son rápidamente desvirtuadas por quienes tienen diferente ideología; son desvalorizadas por quienes “lo saben todo”; hay inundación de quejas que bloquean la capacidad de ver que, entre tantos mensajes, hay propuestas.

No veo cómo podemos construir país así. O mejor aterricemos: no veo cómo cada uno de nosotros tendrá oportunidades para desarrollarnos en lo que se nos antoje, vivir en libertad, tener oportunidades para tener trabajo (digno o no, informal o no, bien pagado o no; simplemente, trabajo).

Muchos han perdido la visión a largo plazo. No me incluyo en este grupo. Han sido cegados por sus agendas de querer tomar el poder “a puro tubo”, sin importar las consecuencias para el país. El gobierno de los jueces es un ejemplo. Esta frase se ha repetido mucho últimamente. Ahora son los tribunales los que dirigen la actividad del país, los que gobiernan, los que dicen qué se puede hacer y que no. Estamos perdiendo la “República”, esa separación de poderes que genera un sistema de pesos y contrapesos, que evita la injerencia de un poder en el otro y que permite construir país.

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Ahora unos diputados quieren expropiar tierras para regalarlas a indígenas. Otros diputados imponen inspectores de la refacción escolar, generando una burocracia costosísima y un sistema corrupto servido en bandeja de pobreza y desnutrición.

Un ministro afirma que el sistema asistencialista de regalar comida a los menos favorecidos, no ha funcionado. Y su solución es incrementar el presupuesto del próximo año para ampliarlo. Si a usted no le hizo sentido, no se preocupe, a mi tampoco.

Otro ministro dice que, incrementando en Q3,000 millones el presupuesto para carreteras hará que, ahora sí, haya reparación, mantenimiento y construcción de infraestructura vial. ¿Y todo el dinero que hay ahora? Tampoco entiendo…

Y resulta que SAT dispone que no estamos pagando suficientes impuestos, así que hay que incrementarlos. Ya sabemos que eso no resuelve nada pues, como bien dice Jorge Jacobs, el gobierno siempre encontrará en qué gastarse ese dinero “extra”. O sea, nunca alcanzará.

Los resultados están a la vista: no hay inversión y, consecuentemente, no hay empleos. Dentro de menos de un mes se estarán graduando 150,000 estudiantes de diversificado, a nivel nacional. ¿Dónde encontrarán trabajo?

La conflictividad está a la orden del día. No hay autoridades fuertes que metan a la cárcel a quienes la causan. Por el contrario, la defienden, como es el caso del procurador de los derechos humanos (con minúsculas, a propósito). Hay bloqueos en Casillas, impidiendo que la Minera San Rafael reinicie operaciones, pero no hay autoridad que los quite porque “pobrecitos, son sus derechos”. Hay miles de hectáreas de tierras cultivadas que están invadidas por delincuentes ladrones y vividores, pero nadie los saca porque “pobrecitos, no tienen donde vivir”.

La guinda en el pastel: el índice de competitividad mundial reporta que Guatemala bajó del puesto 74 al 83. O sea, nadie volteará a vernos para invertir.

Usted, que amablemente lee esta columna de opinión, de pronto está luchando en su negocio para sostenerlo e incluso incrementar sus ventas. Ahora entiende por qué le está costando lograrlo.

Es momento de construir país, con propuestas, no con protestas, con argumentos, con principios y valores fundamentales, con visión de futuro. ¡Hágase escuchar!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo