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La niñez en Guatemala

Redacción
30 de septiembre, 2018

Soy una persona que ha tenido la oportunidad de vivir en Guatemala setenta años. En cierto momento uno empieza a vivir la vida entre la marginación y el olvido. A eso hay que añadir pobreza. Todo esto junto en Guatemala ve conculcada la vida de muchos guatemaltecos. A diferencia mía, cuya plenitud de vida, provoca una serenidad ante las circunstancias, en los niños guatemaltecos, han perdido toda esperanza a pesar de increíbles avances en jurisprudencia a favor de ellos.

En 1989 la Organización de las Naciones Unidas estableció la Convención de los derechos del niño ratificado por el Decreto Legislativo 27-90 del Honorable Congreso de la República. A pesar de ser un instrumento jurídico no encuentro en las Gacetas Constitucionales de la Honorable Corte de Constitucionalidad una sola acción a favor de que los niños sean protegidos del odio, hambre, miseria y dolor que todos los días enfrentan. La Convención se convirtió en 1989 en la voluntad política en favor de un mundo mejor para los mas desposeídos en el planeta. Nunca ha habido marchas ni protestas pacíficas organizadas por la Universidad de San Carlos de Guatemala, a pesar de que sus egresados realizan el ejercicio profesional supervisado en los lugares de miseria en Guatemala.

La movilización de la Procuraduría General de la Nación y todos los entes de Niñez y Adolescencia están mucho más interesados en las estadísticas de incidencia que entender problemas reales. Cientos de miles de niños han fallecido en el periodo de 2014-2018 en condiciones infrahumanas en las cuales no he visto la indignación del Procurador de Derechos Humanos y he visto a los diputados más ofendidos por la acción del Señor presidente ante la Organización de las Naciones Unidas voltear y ver a otro lado. Inclusive se congracian de la elección de Eduardo Stein quien en su gestión jamás se mostró con la vehemencia necesaria, ni a sus mecenas como Dionisio Gutiérrez manifestarse a favor de los niños, a no ser que medie entre unos y otros un interés mercadológico. Hace años un niño lustrador con un deseo de cambiar un vale por un pan en un día a favor de los niños fu expulsado de un restaurante por ser pobre, resultado de la miseria de la vida nacional.

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Álvaro Enrique Arzú Irigoyen quien en vida compartió con la Madre Teresa inició un proyecto educativo convirtiendo la escuela de ubicada en el vertedero municipal de la zona 3 como un centro educativo modelo con altos niveles de calidad, mismo que se replicó en los cinturones de pobreza de la ciudad de Guatemala.

Ahora que soy anciano y desposeído y marginado de la calidez humana me percato que todas las acciones de combate a la corrupción son producto de no querer ver los miles de niños que deambulan solos sin Norte hacia los Estados Unidos de América y que en 2014 se convirtieron en amenaza a la seguridad nacional.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La niñez en Guatemala

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30 de septiembre, 2018

Soy una persona que ha tenido la oportunidad de vivir en Guatemala setenta años. En cierto momento uno empieza a vivir la vida entre la marginación y el olvido. A eso hay que añadir pobreza. Todo esto junto en Guatemala ve conculcada la vida de muchos guatemaltecos. A diferencia mía, cuya plenitud de vida, provoca una serenidad ante las circunstancias, en los niños guatemaltecos, han perdido toda esperanza a pesar de increíbles avances en jurisprudencia a favor de ellos.

En 1989 la Organización de las Naciones Unidas estableció la Convención de los derechos del niño ratificado por el Decreto Legislativo 27-90 del Honorable Congreso de la República. A pesar de ser un instrumento jurídico no encuentro en las Gacetas Constitucionales de la Honorable Corte de Constitucionalidad una sola acción a favor de que los niños sean protegidos del odio, hambre, miseria y dolor que todos los días enfrentan. La Convención se convirtió en 1989 en la voluntad política en favor de un mundo mejor para los mas desposeídos en el planeta. Nunca ha habido marchas ni protestas pacíficas organizadas por la Universidad de San Carlos de Guatemala, a pesar de que sus egresados realizan el ejercicio profesional supervisado en los lugares de miseria en Guatemala.

La movilización de la Procuraduría General de la Nación y todos los entes de Niñez y Adolescencia están mucho más interesados en las estadísticas de incidencia que entender problemas reales. Cientos de miles de niños han fallecido en el periodo de 2014-2018 en condiciones infrahumanas en las cuales no he visto la indignación del Procurador de Derechos Humanos y he visto a los diputados más ofendidos por la acción del Señor presidente ante la Organización de las Naciones Unidas voltear y ver a otro lado. Inclusive se congracian de la elección de Eduardo Stein quien en su gestión jamás se mostró con la vehemencia necesaria, ni a sus mecenas como Dionisio Gutiérrez manifestarse a favor de los niños, a no ser que medie entre unos y otros un interés mercadológico. Hace años un niño lustrador con un deseo de cambiar un vale por un pan en un día a favor de los niños fu expulsado de un restaurante por ser pobre, resultado de la miseria de la vida nacional.

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Álvaro Enrique Arzú Irigoyen quien en vida compartió con la Madre Teresa inició un proyecto educativo convirtiendo la escuela de ubicada en el vertedero municipal de la zona 3 como un centro educativo modelo con altos niveles de calidad, mismo que se replicó en los cinturones de pobreza de la ciudad de Guatemala.

Ahora que soy anciano y desposeído y marginado de la calidez humana me percato que todas las acciones de combate a la corrupción son producto de no querer ver los miles de niños que deambulan solos sin Norte hacia los Estados Unidos de América y que en 2014 se convirtieron en amenaza a la seguridad nacional.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo