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No diga “fake”; diga WhatsApp

Luis Felipe Garrán
02 de febrero, 2018

No tenía música, pero no era difícil imaginarse de fondo la sintonía de SWAT o una canción de The White Stripes. La gente salía corriendo, asustados algunos, horrorizados otros. Los uniformados de casco en la cabeza y armas de fuego en manos y cinturones entraron pisando fuerte y tocando la puerta sin tacto. Gritaban algo, que aunque no se escuchaba, parecía obvio que eran órdenes de desalojar el recinto. Era una iglesia.

“Indignante lo que ocurre en Bolivia. El gobierno de Evo Morales ha ordenado atacar a las iglesias católicas del país”, decía el mensaje en cadena de WhatsApp que habría pasado ya por unos cientos o miles en quién sabe qué partes del mundo.

Y era falso.

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Bien extendidos son los chistes sobre la típica tía o abuela que no para de mandar imágenes de Piolín, la Virgen o cadenas de oración a través de WhatsApp; nos hace gracia que los demás nos cuenten sus líos personales de tal clase, pero nos desespera tener que borrar, cada pocas horas, un par o dos de archivos multimedia de nuestro teléfono (hay que dejar espacio para otras cosas).

Pero esto es mucho más serio.

Se dijo en algún momento que Facebook se había convertido en el medio de comunicación más extendido. Luego le reemplazó Twitter. Todo parece indicar que ahora viene el momento del sistema de mensajería del logo verde. El problema es que la mayoría de las noticias que ahí se transmiten son cadenas provenientes de medios sin respaldo, sin rigor y sin valor. Vamos, los que bien podrían ser acusados por Donald Trump de transmitir fake news.

Pero lo peor de eso es que la gente se las cree.

La prueba más grande de ello es que logran circular. No es una página falsa ni algún netcentero que mete su contenido en la red, a la vista de todos. Es información que alguien la lee, la acepta y cree que lo mejor es que los demás se enteren de lo que dice, por eso la reenvían (normalmente a TODOS los contactos).

Nada cuesta entrar a Google y buscar la noticia en algún medio serio para comprobar lo que te acaban de enviar. En Bolivia no pasó nada más que un reclamo de la Conferencia Episcopal contra el Código Penal, el cual dicen está hecho a la medida de quienes gobiernan. Ninguna persona fue encañonada dentro de ninguna iglesia.

Lector, recuerda: la verificación no les corresponde únicamente a los periodistas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

No diga “fake”; diga WhatsApp

Luis Felipe Garrán
02 de febrero, 2018

No tenía música, pero no era difícil imaginarse de fondo la sintonía de SWAT o una canción de The White Stripes. La gente salía corriendo, asustados algunos, horrorizados otros. Los uniformados de casco en la cabeza y armas de fuego en manos y cinturones entraron pisando fuerte y tocando la puerta sin tacto. Gritaban algo, que aunque no se escuchaba, parecía obvio que eran órdenes de desalojar el recinto. Era una iglesia.

“Indignante lo que ocurre en Bolivia. El gobierno de Evo Morales ha ordenado atacar a las iglesias católicas del país”, decía el mensaje en cadena de WhatsApp que habría pasado ya por unos cientos o miles en quién sabe qué partes del mundo.

Y era falso.

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Bien extendidos son los chistes sobre la típica tía o abuela que no para de mandar imágenes de Piolín, la Virgen o cadenas de oración a través de WhatsApp; nos hace gracia que los demás nos cuenten sus líos personales de tal clase, pero nos desespera tener que borrar, cada pocas horas, un par o dos de archivos multimedia de nuestro teléfono (hay que dejar espacio para otras cosas).

Pero esto es mucho más serio.

Se dijo en algún momento que Facebook se había convertido en el medio de comunicación más extendido. Luego le reemplazó Twitter. Todo parece indicar que ahora viene el momento del sistema de mensajería del logo verde. El problema es que la mayoría de las noticias que ahí se transmiten son cadenas provenientes de medios sin respaldo, sin rigor y sin valor. Vamos, los que bien podrían ser acusados por Donald Trump de transmitir fake news.

Pero lo peor de eso es que la gente se las cree.

La prueba más grande de ello es que logran circular. No es una página falsa ni algún netcentero que mete su contenido en la red, a la vista de todos. Es información que alguien la lee, la acepta y cree que lo mejor es que los demás se enteren de lo que dice, por eso la reenvían (normalmente a TODOS los contactos).

Nada cuesta entrar a Google y buscar la noticia en algún medio serio para comprobar lo que te acaban de enviar. En Bolivia no pasó nada más que un reclamo de la Conferencia Episcopal contra el Código Penal, el cual dicen está hecho a la medida de quienes gobiernan. Ninguna persona fue encañonada dentro de ninguna iglesia.

Lector, recuerda: la verificación no les corresponde únicamente a los periodistas.

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