Hay noticias que de verdad hacen que el corazón sienta un dolor punzante y casi permanente. Sobre todo, cuando tienen que ver con injusticia, con cosas que nos pudieron suceder a nosotros mismos, con situaciones que nos romperían no solo a nosotros, sino que también a los que no aman y amamos.
La semana pasada una joven de 14 años fue asesinada a sangre fría y por la espalda. Para variar los medios nacionales en televisión reprodujeron hasta el cansancio el video de su asesinato. Y apenas ayer, una niña de 12 fue encontrada muerta en una siembra de café. Y en este caso en particular el asesino la violó antes de arrancarle su futuro.
A los 12 años yo estaba en 5to primaria, no sabía que iba a estudiar y si alguien me hubiera ido a contar todo lo que me ha pasado en estos diez años, seguramente no le habría creído. Porque la vida puede cambiarnos en un segundo, cómo no va a sacudirnos más cuando le hemos dado ya varios años para hacerlo.
Me duele por muchas cosas, porque imagino todo lo que ambas querían hacer en su futuro y al final a las dos se los robaron. Quizás una soñaba con ser escritora, maestra, presidenta, mamá o chef. Y otra de ellas pensaba en todas las cosas que iba a hacer cuando saliera del colegio. Tenían tantos días por delante, tantas cosas por vivir. Pensar en el dolor de sus familias y amigos es solamente desgarrador.
Además da tristeza y rabia recordar una vez más lo fregado que es ser mujer/niña/señorita. El peligro que corremos por querer ejercer nuestra independencia. Recordar todas esas cosas que nos pueden pasar si “osamos” a caminar solas o a vestirnos de alguna manera. Darnos cuenta de que estamos como presas en la jungla y que en un momento de “descuido” pueden atacar y demos nuestra última pelea. Y a veces siento igual que la jungla es más justa.
Y lo que duele es que esta historia se repite una y mil veces, no solamente en nuestro país, en todo el mundo. Diferente nombre, pero nos duele a todos y a todas, nos da rabia y nos dan ganas de hacer algo para que ninguna otra mujer/niña/señorita tenga que dejar de cumplir sus sueños a causa de una persona enferma que nos ve como objetos con una vida que no tiene valor.
Duele porque aún nos falta mucho para sentirnos seguras.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo