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Conferencia Episcopal de Guatemala nuevamente lanza un comunicado

Redacción República
05 de febrero, 2018

Por Mireya Molina

Según publicó el Obispo Gonzalo de Villa, el 19 de enero de 2018, en su calidad de Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala, lanzó un comunicado, nuevamente, igual que hace 38 años, lo hicieron sus compañeros jesuitas en un comunicado parecido el 16 de enero de 1980. Ahora dicen:
“Queremos ser testigos de la verdad” (cfr. Juan 18,37)
“Nos desconcierta la falta de cohesión y articulación de los sectores sociales, empresariales,
académicos y religiosos para levantar al país del profundo agujero en el que ha caído.”

Le recuerdo tener prudencia, ya que ambos somos testigos pero del terror y del dolor de perder a los seres queridos bajo el fuego de la una guerra, producto del odio humano. Ambos fuimos testigos en la “Quema de la Embajada de España”.

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Su madre y mi padre fueron tomados como rehenes, siendo civiles, inocentes víctimas del terrorismo y de la confrontación. No creo que ni él ni yo deseemos para nadie, el terrible demonio de la guerra entre hermanos. Porque aunque se llamen mayas o ladinos, ambos somos seres humanos, ambos somos guatemaltecos, con sangre en las venas y un corazón latiente.

Quizás se sienta obligado como buen jesuita a seguir la lucha social y la Teología de la Liberación lo obligue a seguir el llamado de Dios como en el libro de Jonás, donde Dios le ordena:
“Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia.” Jonás 1:1:2
Como el profeta, tratará de esconderse a toda costa, porque conoce a su Señor, y sabe que al final le vencerá su misericordia, pero Dios le persigue y lanza una amenaza aún mayor:
“Solo cuarenta días más, y Nínive será derribada.” Jonás 3:1:4

Jonás proclama la amenaza de Dios. Pero una vez más, el Señor es misericordioso, como siempre y pone al profeta en ridículo. Recuerde: La lección no es más que para los que suelen condenar:
“Por mi parte, ¿no debería yo sentir lástima por Nínive, la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?” Jonás 4:9:11

Por más Obispo o jesuita que sea, cerebral y frío, ¿no recuerda sentir el dolor de los que sufrimos y para aplicar la misericordia? Más vale evitar la violencia que promoverla.
En el Antiguo Testamento se presenta la historia de Rut quien era moabita, después de la muerte de su esposo ella adopta las creencias de su suegra Nohemí. “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”, llegó a ser parte del linaje de familia de la cual vendría Jesús (Mateo 1:1-16).

Todos somos guatemaltecos y seres humanos ¿No cree que es mejor integrar a los pueblos que poner hermanos contra otros ? ¿No fue acaso el yugo español o la evangelización a la fuerza por los curas católicos, lo que generó odio? ¿Por qué es que ahora les surgen remordimientos a los miembros de la Iglesia? ¿Quiere ahora la Iglesia redimirse?¿Acaso no fue la voluntad de Dios?¿Desde cuándo Dios pide perdón a los hombres?

Ustedes jesuitas y otros religiosos, junto con obispos como Gerardi, en 1976 crearon al CUC y lo levantaron hacia la violencia. ¿Es eso cristiano? ¿Acaso no es la Teología de la Liberación la que aboga por la guerra justa? ¿Acaso no dicen que Dios permite morir por un bien mayor? La Teología de la Liberación se aplica hoy a la lucha de clases pero siendo “testigos de la verdad” antes la Iglesia lo aplicaba a la lucha contra el indígena. La contradicción que la Iglesia ha practicado durante siglos solo demuestra su falta de misericordia y su falta de fe verdadera.

Si hoy nos sacasen sangre a todos los guatemaltecos, pocos serían de sangre pura, casi todos somos mestizos y compartirmos los mismos genes indígenas y españoles. Somos producto de una integración, querrámos o no. Ya el racismo se acabó genéticamente. No hay maya puro ni español puro en este pueblo de guatemaltecos. Somos una amalgama que nos ha unido la voluntad de Dios y que no la separe ningún hombre.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Conferencia Episcopal de Guatemala nuevamente lanza un comunicado

Redacción República
05 de febrero, 2018

Por Mireya Molina

Según publicó el Obispo Gonzalo de Villa, el 19 de enero de 2018, en su calidad de Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala, lanzó un comunicado, nuevamente, igual que hace 38 años, lo hicieron sus compañeros jesuitas en un comunicado parecido el 16 de enero de 1980. Ahora dicen:
“Queremos ser testigos de la verdad” (cfr. Juan 18,37)
“Nos desconcierta la falta de cohesión y articulación de los sectores sociales, empresariales,
académicos y religiosos para levantar al país del profundo agujero en el que ha caído.”

Le recuerdo tener prudencia, ya que ambos somos testigos pero del terror y del dolor de perder a los seres queridos bajo el fuego de la una guerra, producto del odio humano. Ambos fuimos testigos en la “Quema de la Embajada de España”.

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Su madre y mi padre fueron tomados como rehenes, siendo civiles, inocentes víctimas del terrorismo y de la confrontación. No creo que ni él ni yo deseemos para nadie, el terrible demonio de la guerra entre hermanos. Porque aunque se llamen mayas o ladinos, ambos somos seres humanos, ambos somos guatemaltecos, con sangre en las venas y un corazón latiente.

Quizás se sienta obligado como buen jesuita a seguir la lucha social y la Teología de la Liberación lo obligue a seguir el llamado de Dios como en el libro de Jonás, donde Dios le ordena:
“Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia.” Jonás 1:1:2
Como el profeta, tratará de esconderse a toda costa, porque conoce a su Señor, y sabe que al final le vencerá su misericordia, pero Dios le persigue y lanza una amenaza aún mayor:
“Solo cuarenta días más, y Nínive será derribada.” Jonás 3:1:4

Jonás proclama la amenaza de Dios. Pero una vez más, el Señor es misericordioso, como siempre y pone al profeta en ridículo. Recuerde: La lección no es más que para los que suelen condenar:
“Por mi parte, ¿no debería yo sentir lástima por Nínive, la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?” Jonás 4:9:11

Por más Obispo o jesuita que sea, cerebral y frío, ¿no recuerda sentir el dolor de los que sufrimos y para aplicar la misericordia? Más vale evitar la violencia que promoverla.
En el Antiguo Testamento se presenta la historia de Rut quien era moabita, después de la muerte de su esposo ella adopta las creencias de su suegra Nohemí. “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”, llegó a ser parte del linaje de familia de la cual vendría Jesús (Mateo 1:1-16).

Todos somos guatemaltecos y seres humanos ¿No cree que es mejor integrar a los pueblos que poner hermanos contra otros ? ¿No fue acaso el yugo español o la evangelización a la fuerza por los curas católicos, lo que generó odio? ¿Por qué es que ahora les surgen remordimientos a los miembros de la Iglesia? ¿Quiere ahora la Iglesia redimirse?¿Acaso no fue la voluntad de Dios?¿Desde cuándo Dios pide perdón a los hombres?

Ustedes jesuitas y otros religiosos, junto con obispos como Gerardi, en 1976 crearon al CUC y lo levantaron hacia la violencia. ¿Es eso cristiano? ¿Acaso no es la Teología de la Liberación la que aboga por la guerra justa? ¿Acaso no dicen que Dios permite morir por un bien mayor? La Teología de la Liberación se aplica hoy a la lucha de clases pero siendo “testigos de la verdad” antes la Iglesia lo aplicaba a la lucha contra el indígena. La contradicción que la Iglesia ha practicado durante siglos solo demuestra su falta de misericordia y su falta de fe verdadera.

Si hoy nos sacasen sangre a todos los guatemaltecos, pocos serían de sangre pura, casi todos somos mestizos y compartirmos los mismos genes indígenas y españoles. Somos producto de una integración, querrámos o no. Ya el racismo se acabó genéticamente. No hay maya puro ni español puro en este pueblo de guatemaltecos. Somos una amalgama que nos ha unido la voluntad de Dios y que no la separe ningún hombre.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo