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Votar sí en la Consulta Popular es un deber humanitario

Redacción
26 de marzo, 2018

“Es importantísimo que reflexionemos en estos días acerca de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Me daré, sin embargo, el permiso de pedirles también que aprovechemos el descanso para meditar sobre la cita cívica que tenemos el 15 de abril”, dijo un sacerdote al concluir la homilía dominical.

Los feligreses rieron ante el comentario inesperado del religioso y al finalizar la misa, varios lo abordaron para cuestionarlo sobre el llamado que hizo. La respuesta fue sencilla. Parafraseándolo, mencionó que se ha dejado de ver el tema como un asunto humanitario al no recordar a las familias que viven en la zona de adyacencia y que enfrentan violencia, carencias y temor.

Considero oportuno tomar en cuenta esta sugerencia, independientemente de nuestras creencias religiosas. Es necesario reflexionar sobre los efectos de nuestra participación en las urnas y del impacto que nuestra respuesta tendrá, no solo en esas personas que se encuentran en un limbo, sino también a todo el país.

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Es lamentable que ya se enarbolen falsos patriotismos que solo confunden a la población y que desinforman desincentivando así la participación ciudadana. También son evidentes algunos oportunistas que politizan el tema y solo han propiciado desencanto en quienes están facultados para votar.

He intentado comprender los argumentos de quienes cuestionan el monto que se invertirá en la Consulta Popular. Entiendo los graves problemas sociales que tiene Guatemala y las necesidades que podrían cubrirse con Q300 millones, pero es aquí donde el comentario del sacerdote le da un sentido importante, al menos para mí. Seguir postergando este tema solo prolongaría la incertidumbre de esos connacionales y el costo del proceso puede incrementarse mientras pase más tiempo.

Además, se ha documentado que no menos de 10 guatemaltecos han perdido la vida en la zona no definida entre Guatemala y Belice. ¿Cuánto vale una vida humana? ¿Podemos seguir arriesgando a esas familias?

Considero que el problema ya se ha postergado lo suficiente. En dos ocasiones he tenido la oportunidad de escuchar al excanciller Carlos Raúl Morales y es contundente al decir que tenemos en esta ocasión la posibilidad de encauzar el tema después de más de 200 años de diferencias y, por qué no decirlo, de indiferencias.

Es cierto, no será al día siguiente de la Consulta Popular cuando veamos los resultados, aún nos toca esperar algún tiempo, pero al menos Guatemala estará honrando su palabra y demostrará al mundo que su gente aboga por las soluciones pacíficas.

De ganar el sí, tanto en Guatemala como en Belice, se resolverá el diferendo ante la Corte Internacional de Justicia, lo cual garantiza que se aplicarán las normas jurídicas internacionales. De esta forma, ambos países estarán aceptando la decisión de la Corte.

Es necesario entonces informarnos, entender la historia y participar. Todos tenemos una voz que debemos hacer valer en las urnas, en el nombre de quienes no pueden votar, pero que necesitan que se resuelva el diferendo.

En ese tema no caben los intereses particulares, sino es un asunto de Estado y nos interesa a todos.

Ya es hora de que vayamos rompiendo con esa tendencia cortoplacista que por años nos ha frenado como sociedad. El desarrollo de todos es importante y una condición para que ello se dé es contar con certeza jurídica, reglas claras y presencia del Estado; eso, por el momento, no se tiene en una tierra de nadie.

Ver el tema desde una perspectiva humanitaria puede ayudarnos a entender mejor lo que está sucediendo y el futuro que se espera luego de la Consulta Popular. Pensemos en este momento en Guatemala y vayamos a votar por el SÍ con la convicción de procurar mejores condiciones de vida a quienes hoy sufren de incertidumbre.

No nos preocupemos por el momento por lo que Belice hará o dejará de hacer; ya llegará el momento de poner atención en ello. Concentrémonos ahora en la responsabilidad de participar y en ese deber cívico que tenemos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Votar sí en la Consulta Popular es un deber humanitario

Redacción
26 de marzo, 2018

“Es importantísimo que reflexionemos en estos días acerca de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Me daré, sin embargo, el permiso de pedirles también que aprovechemos el descanso para meditar sobre la cita cívica que tenemos el 15 de abril”, dijo un sacerdote al concluir la homilía dominical.

Los feligreses rieron ante el comentario inesperado del religioso y al finalizar la misa, varios lo abordaron para cuestionarlo sobre el llamado que hizo. La respuesta fue sencilla. Parafraseándolo, mencionó que se ha dejado de ver el tema como un asunto humanitario al no recordar a las familias que viven en la zona de adyacencia y que enfrentan violencia, carencias y temor.

Considero oportuno tomar en cuenta esta sugerencia, independientemente de nuestras creencias religiosas. Es necesario reflexionar sobre los efectos de nuestra participación en las urnas y del impacto que nuestra respuesta tendrá, no solo en esas personas que se encuentran en un limbo, sino también a todo el país.

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Es lamentable que ya se enarbolen falsos patriotismos que solo confunden a la población y que desinforman desincentivando así la participación ciudadana. También son evidentes algunos oportunistas que politizan el tema y solo han propiciado desencanto en quienes están facultados para votar.

He intentado comprender los argumentos de quienes cuestionan el monto que se invertirá en la Consulta Popular. Entiendo los graves problemas sociales que tiene Guatemala y las necesidades que podrían cubrirse con Q300 millones, pero es aquí donde el comentario del sacerdote le da un sentido importante, al menos para mí. Seguir postergando este tema solo prolongaría la incertidumbre de esos connacionales y el costo del proceso puede incrementarse mientras pase más tiempo.

Además, se ha documentado que no menos de 10 guatemaltecos han perdido la vida en la zona no definida entre Guatemala y Belice. ¿Cuánto vale una vida humana? ¿Podemos seguir arriesgando a esas familias?

Considero que el problema ya se ha postergado lo suficiente. En dos ocasiones he tenido la oportunidad de escuchar al excanciller Carlos Raúl Morales y es contundente al decir que tenemos en esta ocasión la posibilidad de encauzar el tema después de más de 200 años de diferencias y, por qué no decirlo, de indiferencias.

Es cierto, no será al día siguiente de la Consulta Popular cuando veamos los resultados, aún nos toca esperar algún tiempo, pero al menos Guatemala estará honrando su palabra y demostrará al mundo que su gente aboga por las soluciones pacíficas.

De ganar el sí, tanto en Guatemala como en Belice, se resolverá el diferendo ante la Corte Internacional de Justicia, lo cual garantiza que se aplicarán las normas jurídicas internacionales. De esta forma, ambos países estarán aceptando la decisión de la Corte.

Es necesario entonces informarnos, entender la historia y participar. Todos tenemos una voz que debemos hacer valer en las urnas, en el nombre de quienes no pueden votar, pero que necesitan que se resuelva el diferendo.

En ese tema no caben los intereses particulares, sino es un asunto de Estado y nos interesa a todos.

Ya es hora de que vayamos rompiendo con esa tendencia cortoplacista que por años nos ha frenado como sociedad. El desarrollo de todos es importante y una condición para que ello se dé es contar con certeza jurídica, reglas claras y presencia del Estado; eso, por el momento, no se tiene en una tierra de nadie.

Ver el tema desde una perspectiva humanitaria puede ayudarnos a entender mejor lo que está sucediendo y el futuro que se espera luego de la Consulta Popular. Pensemos en este momento en Guatemala y vayamos a votar por el SÍ con la convicción de procurar mejores condiciones de vida a quienes hoy sufren de incertidumbre.

No nos preocupemos por el momento por lo que Belice hará o dejará de hacer; ya llegará el momento de poner atención en ello. Concentrémonos ahora en la responsabilidad de participar y en ese deber cívico que tenemos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo