Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

De polarización a represión

Betty Marroquin
17 de mayo, 2018

¿Cuántas veces queremos opinar sobre algo y no nos atrevemos? Escuchamos sobre algún tema pero por temor a llevar la contra, a que nos tachen de esto o aquello, no nos atrevemos a manifestar nuestro parecer. Es cómo si la “dictadura de masas” fuese la norma bajo la cual nos debemos de restringir y abstener de expresarnos. Esto es hoy por hoy más evidente en las redes sociales. Y sin embargo, en un país de casi 16 millones de habitantes, las redes sólamente reflejan el sentir de un puñado de personas, porque la gran mayoría no tiene ni los medios, ni el interés, ni el tiempo para estar vociferando en redes.

Es además evidente que de la polarización que tenemos, que nos ha llevado a un cuasi alto al diálogo, estamos además con temor de decir lo que pensamos cuando disentimos de lo que leemos que otros piensan. La realidad es que el ser humano tiene derecho a disentir, pero educadamente. Evitamos hacerlo porque no queremos que nos lluevan los insultos que tiene la gente en la punta del dedo, lista para teclear cualquier oprobio contra quien la piensa diferente.

Por ejemplo, durante años la izquierda organizada ha llevado sus mensajes a Washington-DC, tanto al Congreso como al Departamento de Estado, y a organizaciones no gubernamentales y tanques de pensamiento. Estan en todo su derecho de manifestarse y dar su punto de vista sobre lo que sea, y esa libertad no se las puede quitar nadie. Pero da la casualidad que lo mismo aplica para quienes opinan lo contrario y deciden trabajar para hacerse escuchar por las personas correctas así sea en Guatemala, en Washington o dónde sea. Quienes reciben esas opiniones tendrán que evaluar y sacar sus propias conclusiones.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En redes sociales ha estado circulando un meme que encuentro muy atinado y dice: “En los gobiernos de derecha la izquierda crece, critica, marcha, hace huelga y trina. En los gobiernos de izquierda, la derecha NO existe, los opositores son encarcelados o fusilados, no hay huelgas, no hay redes y duran hasta que se acaba la riqueza que dejó la derecha.” ¿Qué alguien por favor me diga si en Cuba, en Corea del Norte, en la China comunista, en la Rusia roja, existía oposición que pudiera alzar la voz? Que le pregunten a Leopoldo López.

Guatemala es aún un país libre, dónde los pro Ché Guevara pueden expresarse lo mismo que los que admiramos a Margaret Thatcher o a Ronald Reagan. Guste o disguste, es así. Lo mismo sucede cuando deseamos comunicarnos con nuestros contactos en el exterior. Tenemos tanto derecho de decir si algo nos parece bien como de decir si no es así, se llama libertad de expresión. ¿Quién se creen que son para tratar de callar a quien opina diferente? Yo respeto a los que disienten de mi parecer, porque respeto su derecho a disentir. Y cuando debato lo hago sin insultos ni atropellos. Abordo la substancia de su argumento, no su edad, género o etnia. Me interesa lo que piensan las personas, porque creo que la gente merece respeto aunque a mi criterio estén equivocados. Nadie tiene el monopolio de la razón. Si me (nos) callan, sería represión, y no pienso agachar la cabeza mientras Guatemala no sea comunista o totalitaria, y espero quienes como yo expresan sus ideas tampoco callen. El día que entendamos que la libertad implica libre emisión del pensamiento, responsabilidad y respeto, Guatemala podrá comenzar a salir del agujero negro en que se encuentra.

Irónicamente queremos mejores servidores públicos pero de igual forma, estamos tan acostumbrados a descalificar a quien disiente de nosotros que lo aplicamos a todo aquel que nos es antipático asi estén realizando un trabajo digno y esto se aplica a los burócratas, a los periodistas etc. Generalizamos, todos son malos o todos son buenos. Como si los dedos de la mano fuesen todos iguales o unos dedos mejores que otros. Si alguien digno entra a servir al país es mal visto, pero quienes critican no se animan a lanzarse ellos al ruedo de la burocracia estatal. La realidad es que todos tenemos derecho a tener una opinión y tenemos derecho a un trabajo, y si no hay conflicto de interés no entiendo cual es el problema. Queremos mejores funcionarios, entremos a servir al país lo mejor que podamos.

En los últimos días he sido objeto de todo tipo de insultos, amenazas de muerte y de otras cosas, de parte de esos pro izquierda que o son de net center y les pagan para ello, o son enfermos que creen que uno no puede opinar sólo por disentir de lo que ellos piensan. Me considero una persona libre de exponer sus ideas, y lo hago de frente y dándo la cara, no detrás de pseudónimos y caricaturas. Continuaré compartiendo mi sentir con mis amistades en dónde estén dispuestas a escuchar, no es ni ilegal ni ilegítimo. Como bien dijo Daniel Hearing, estoy en todo mi derecho.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

De polarización a represión

Betty Marroquin
17 de mayo, 2018

¿Cuántas veces queremos opinar sobre algo y no nos atrevemos? Escuchamos sobre algún tema pero por temor a llevar la contra, a que nos tachen de esto o aquello, no nos atrevemos a manifestar nuestro parecer. Es cómo si la “dictadura de masas” fuese la norma bajo la cual nos debemos de restringir y abstener de expresarnos. Esto es hoy por hoy más evidente en las redes sociales. Y sin embargo, en un país de casi 16 millones de habitantes, las redes sólamente reflejan el sentir de un puñado de personas, porque la gran mayoría no tiene ni los medios, ni el interés, ni el tiempo para estar vociferando en redes.

Es además evidente que de la polarización que tenemos, que nos ha llevado a un cuasi alto al diálogo, estamos además con temor de decir lo que pensamos cuando disentimos de lo que leemos que otros piensan. La realidad es que el ser humano tiene derecho a disentir, pero educadamente. Evitamos hacerlo porque no queremos que nos lluevan los insultos que tiene la gente en la punta del dedo, lista para teclear cualquier oprobio contra quien la piensa diferente.

Por ejemplo, durante años la izquierda organizada ha llevado sus mensajes a Washington-DC, tanto al Congreso como al Departamento de Estado, y a organizaciones no gubernamentales y tanques de pensamiento. Estan en todo su derecho de manifestarse y dar su punto de vista sobre lo que sea, y esa libertad no se las puede quitar nadie. Pero da la casualidad que lo mismo aplica para quienes opinan lo contrario y deciden trabajar para hacerse escuchar por las personas correctas así sea en Guatemala, en Washington o dónde sea. Quienes reciben esas opiniones tendrán que evaluar y sacar sus propias conclusiones.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En redes sociales ha estado circulando un meme que encuentro muy atinado y dice: “En los gobiernos de derecha la izquierda crece, critica, marcha, hace huelga y trina. En los gobiernos de izquierda, la derecha NO existe, los opositores son encarcelados o fusilados, no hay huelgas, no hay redes y duran hasta que se acaba la riqueza que dejó la derecha.” ¿Qué alguien por favor me diga si en Cuba, en Corea del Norte, en la China comunista, en la Rusia roja, existía oposición que pudiera alzar la voz? Que le pregunten a Leopoldo López.

Guatemala es aún un país libre, dónde los pro Ché Guevara pueden expresarse lo mismo que los que admiramos a Margaret Thatcher o a Ronald Reagan. Guste o disguste, es así. Lo mismo sucede cuando deseamos comunicarnos con nuestros contactos en el exterior. Tenemos tanto derecho de decir si algo nos parece bien como de decir si no es así, se llama libertad de expresión. ¿Quién se creen que son para tratar de callar a quien opina diferente? Yo respeto a los que disienten de mi parecer, porque respeto su derecho a disentir. Y cuando debato lo hago sin insultos ni atropellos. Abordo la substancia de su argumento, no su edad, género o etnia. Me interesa lo que piensan las personas, porque creo que la gente merece respeto aunque a mi criterio estén equivocados. Nadie tiene el monopolio de la razón. Si me (nos) callan, sería represión, y no pienso agachar la cabeza mientras Guatemala no sea comunista o totalitaria, y espero quienes como yo expresan sus ideas tampoco callen. El día que entendamos que la libertad implica libre emisión del pensamiento, responsabilidad y respeto, Guatemala podrá comenzar a salir del agujero negro en que se encuentra.

Irónicamente queremos mejores servidores públicos pero de igual forma, estamos tan acostumbrados a descalificar a quien disiente de nosotros que lo aplicamos a todo aquel que nos es antipático asi estén realizando un trabajo digno y esto se aplica a los burócratas, a los periodistas etc. Generalizamos, todos son malos o todos son buenos. Como si los dedos de la mano fuesen todos iguales o unos dedos mejores que otros. Si alguien digno entra a servir al país es mal visto, pero quienes critican no se animan a lanzarse ellos al ruedo de la burocracia estatal. La realidad es que todos tenemos derecho a tener una opinión y tenemos derecho a un trabajo, y si no hay conflicto de interés no entiendo cual es el problema. Queremos mejores funcionarios, entremos a servir al país lo mejor que podamos.

En los últimos días he sido objeto de todo tipo de insultos, amenazas de muerte y de otras cosas, de parte de esos pro izquierda que o son de net center y les pagan para ello, o son enfermos que creen que uno no puede opinar sólo por disentir de lo que ellos piensan. Me considero una persona libre de exponer sus ideas, y lo hago de frente y dándo la cara, no detrás de pseudónimos y caricaturas. Continuaré compartiendo mi sentir con mis amistades en dónde estén dispuestas a escuchar, no es ni ilegal ni ilegítimo. Como bien dijo Daniel Hearing, estoy en todo mi derecho.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo