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Nicaragua: Represión y muerte

Ramon Parellada
13 de julio, 2018

De acuedo a la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), hasta hace dos días iban 264 muertos y más de 1,800 personas heridas desde que se iniciaron las protestas, en abril de este año, contra el gobierno del dictador Daniel Ortega.  Y la cosa no se ve que vaya a terminar ahí.  Más bien, parece que está empeorándose.

La confrontación entre Ortgeguistas y anti-orteguistas se ha visto opacada por la tremenda violencia y por el apoyo de fuerzas paramilitares que actúan con total impunidad.   Existen además muchos capturados que son sometidos a torturas.  

La ANPDH (Asociación Nicaraguense Pro Derechos Humanos) habla de 351 muertos y 261 desaparecidos.  La cifra es mucho mayor que la de la CIDH.  

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El CENIDH (Centro Nicaragüense de Derechos Humanos), habla de 258 personas asesinadas identificadas, 2 cuerpos sin identificar en el Instituto de Medicina Legal, de estos 17 son menores de edad y 21 murieron el pasado fin de semana, durante la incursión de paramilitares y policías en Carazo.

Sea como sea, son cifras que le paran los pelos a cualquiera.  Es una situación insostenible.  Ortega aferrándose al poder y reprimiendo a su pueblo como cualquier dictadorzuelo mientras que los ciudadanos nicaragüenses están sufriendo las consecuencias poniendo los muertos, desaparecidos, torturados, heridos y muchos ya están huyendo del país a los países vecinos.  Parece que se repite la historia nada más que ahora es Ortega quien detenta todo el poder.

Como si fuera poco, la política de intimidación a quienes se le oponen está cada día más violenta.    Además de todo lo mencionado hasta ahora, dos casos recientes bastan para condenar el régimen dictatorial y represivo de Ortega:

El primero es la reciente agresión física y verbal a obispos y sacerdotes en el departamento de Carazo, al sur de la capital.   Este párrafo es de un comunicado emitido el pasado 9 de julio por la Arquidiócesis de Managua: “Condenable y repudiable el hecho cobarde de agredir a obispos, al nuncio y sacerdotes por personas afines del gobierno y paramilitares”.  Y la CEN (Conferencia Episcopal de Nicaragua) también comentó en un comunicado: “La delegación cumplía la misión de Jesucristo, estar al lado del pueblo sufriente, una visita pastoral a sacerdotes y fieles de la zona de Carazo, víctima de policías, paramilitares y turbas produciendo muerte y dolor”.  

El segundo caso fue el de la intimidación y golpiza que le dieron a Felix Maradiaga del  IEEPP (Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas) por un grupo de 50 simpatizantes sandinistas en León.

El mismo Felix en su cuenta de Facebook ha publicado lo siguiente que reproduzco porque veo la forma pacífica en que se está oponiendo a modo de evitar más derramamiento de sangre:  

“Quiero agradecer a todas las personas que se han preocupado por mí, después de la agresión que sufrí por hordas enardecidas enviadas por el orteguismo. Estas ingresaron a una propiedad privada cuando sosteníamos una reunión con estudiantes. No tengo golpes de mucha gravedad. Espero que pronto me pueda sumar a la labor urgente de seguir buscando el país que todos/as soñamos y que cada nicaragüense, sin excepción, merece.

Les invito a no tener miedo; no flaquear en la búsqueda de la libertad frente a la tiranía, de la verdad ante la mentira, de la justicia frente a la opresión. Tampoco debemos dejar que nuestro corazón se llene de odio. Ya está cerca el día en que esta nación empezará a sanar

A pesar de las amenazas, debemos seguir haciendo uso de nuestro derecho humano de expresarnos cívicamente. Quienes puedan, deben ir a la marcha “Juntos Somos un Volcán”, tomando las precauciones necesarias.”

No es de extrañar que a Felix se le acuse de terrorista.  Si atacaron a los Obispos y sacerdotes quienes buscaban un diálogo pacífico, a mi juicio imposible con los dictadorzuelos del SigloXXI,  ¿cómo no van a acusar de terrorista a cualquier que se oponga aunque sólo sea criticando al gobierno de Ortega y sus colaboradores?

La situación en Nicaragua no está mejorando.  Está empeorando y creo que se va a poner mucho peor antes que salga Ortega, si es que sale.  Esperemos por el bien de los nicaragüenses y los centroamericanos que esto termine pronto y se de paso a una nueva Nicaragua basada en el respeto de los derechos individuales bajo un verdadero Estado de Derecho y división de poderes.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Nicaragua: Represión y muerte

Ramon Parellada
13 de julio, 2018

De acuedo a la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), hasta hace dos días iban 264 muertos y más de 1,800 personas heridas desde que se iniciaron las protestas, en abril de este año, contra el gobierno del dictador Daniel Ortega.  Y la cosa no se ve que vaya a terminar ahí.  Más bien, parece que está empeorándose.

La confrontación entre Ortgeguistas y anti-orteguistas se ha visto opacada por la tremenda violencia y por el apoyo de fuerzas paramilitares que actúan con total impunidad.   Existen además muchos capturados que son sometidos a torturas.  

La ANPDH (Asociación Nicaraguense Pro Derechos Humanos) habla de 351 muertos y 261 desaparecidos.  La cifra es mucho mayor que la de la CIDH.  

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El CENIDH (Centro Nicaragüense de Derechos Humanos), habla de 258 personas asesinadas identificadas, 2 cuerpos sin identificar en el Instituto de Medicina Legal, de estos 17 son menores de edad y 21 murieron el pasado fin de semana, durante la incursión de paramilitares y policías en Carazo.

Sea como sea, son cifras que le paran los pelos a cualquiera.  Es una situación insostenible.  Ortega aferrándose al poder y reprimiendo a su pueblo como cualquier dictadorzuelo mientras que los ciudadanos nicaragüenses están sufriendo las consecuencias poniendo los muertos, desaparecidos, torturados, heridos y muchos ya están huyendo del país a los países vecinos.  Parece que se repite la historia nada más que ahora es Ortega quien detenta todo el poder.

Como si fuera poco, la política de intimidación a quienes se le oponen está cada día más violenta.    Además de todo lo mencionado hasta ahora, dos casos recientes bastan para condenar el régimen dictatorial y represivo de Ortega:

El primero es la reciente agresión física y verbal a obispos y sacerdotes en el departamento de Carazo, al sur de la capital.   Este párrafo es de un comunicado emitido el pasado 9 de julio por la Arquidiócesis de Managua: “Condenable y repudiable el hecho cobarde de agredir a obispos, al nuncio y sacerdotes por personas afines del gobierno y paramilitares”.  Y la CEN (Conferencia Episcopal de Nicaragua) también comentó en un comunicado: “La delegación cumplía la misión de Jesucristo, estar al lado del pueblo sufriente, una visita pastoral a sacerdotes y fieles de la zona de Carazo, víctima de policías, paramilitares y turbas produciendo muerte y dolor”.  

El segundo caso fue el de la intimidación y golpiza que le dieron a Felix Maradiaga del  IEEPP (Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas) por un grupo de 50 simpatizantes sandinistas en León.

El mismo Felix en su cuenta de Facebook ha publicado lo siguiente que reproduzco porque veo la forma pacífica en que se está oponiendo a modo de evitar más derramamiento de sangre:  

“Quiero agradecer a todas las personas que se han preocupado por mí, después de la agresión que sufrí por hordas enardecidas enviadas por el orteguismo. Estas ingresaron a una propiedad privada cuando sosteníamos una reunión con estudiantes. No tengo golpes de mucha gravedad. Espero que pronto me pueda sumar a la labor urgente de seguir buscando el país que todos/as soñamos y que cada nicaragüense, sin excepción, merece.

Les invito a no tener miedo; no flaquear en la búsqueda de la libertad frente a la tiranía, de la verdad ante la mentira, de la justicia frente a la opresión. Tampoco debemos dejar que nuestro corazón se llene de odio. Ya está cerca el día en que esta nación empezará a sanar

A pesar de las amenazas, debemos seguir haciendo uso de nuestro derecho humano de expresarnos cívicamente. Quienes puedan, deben ir a la marcha “Juntos Somos un Volcán”, tomando las precauciones necesarias.”

No es de extrañar que a Felix se le acuse de terrorista.  Si atacaron a los Obispos y sacerdotes quienes buscaban un diálogo pacífico, a mi juicio imposible con los dictadorzuelos del SigloXXI,  ¿cómo no van a acusar de terrorista a cualquier que se oponga aunque sólo sea criticando al gobierno de Ortega y sus colaboradores?

La situación en Nicaragua no está mejorando.  Está empeorando y creo que se va a poner mucho peor antes que salga Ortega, si es que sale.  Esperemos por el bien de los nicaragüenses y los centroamericanos que esto termine pronto y se de paso a una nueva Nicaragua basada en el respeto de los derechos individuales bajo un verdadero Estado de Derecho y división de poderes.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo