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Seremos hipócritas…

José Carlos Ortega
23 de julio, 2018

No podemos seguir en la hipocresía de los valores, tenemos que hacer la diferencia, regirnos por la defensa de la vida, la libertad, la propiedad y la familia.

Intento con este espacio hacer una reflexión personal y llamar a una reflexión personal individual, a una apertura de corazón y de mente, de intentar sacudirme de ideas preconcebidas y dejar el equipaje de raciocinios, justificaciones y demás por una simple idea, ver hacia adentro, medirme con la intención de ser mejor, de procurar ser mejor.

Hace poco leía de alguien que se atrevía a decir que si en algo su pensamiento había logrado un cambio, una reflexión acerca de alguna cuestión que en ese momento podía ser llamada fuera de moda o antisistema, pero que en ella misma se llegaba a la mejor ruta para defender ciertos principios y ciertos valores, aquellos que son llamados los derechos fundamentales del hombre, anteriores y superiores al Estado, los que cuidan del hombre en su esencia, en su identidad – la vida, la libertad, la propiedad y la familia – esos fundamentos para intentar, sino lograr, el desarrollo personal y de las naciones podía decirlo con la frente en alto: “no hay nada de que avergonzarse”.

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No pretendo, en ningún momento llamar hipócrita a nadie, sino paso por la pura reflexión personal donde posiblemente haya transitado numerosas veces, pero hoy, ante la evidencia de nuestros actuaciones no queda más que llamar a reflexionar si somos, o no, y que ya no seamos.

En Nicaragua está sucediendo una masacre. No se le puede llamar de otra forma. Cuando una ciudadanía protesta pacíficamente en contra de una injusticia y es reprimida violenta y brutalmente como hemos podido atestiguar, muchos de forma personal y millones más a través del altavoz de los nuevos medios de comunicación masiva, desde la internet por las redes sociales, no podemos llamarla de otra forma: es una masacre vil, actos orquestados de violencia organizada a través del poder del Estado, que los reprime, asesina, tortura, desaparece, hiere, violenta sus hogares y lugares de estudio, etc. La represión del Estado por medio de sus órganos oficiales y también, por aquellos que siempre fueron diseñados para esto – grupos paramilitares – para reprimir a los ciudadanos que en cualquier momento intentaran, osaran, pararse valientemente contra la tiranía. ¡Ya quisiera yo ver a esos valientes enmascarados paramilitares enfrentarse a un ejército y no salir corriendo – o saltar de un tren, como alguna vez nos señaló la historia!

El diseño de un Estado represor es un símbolo que todos los Estados en su diseño original deben impedir y hacerse pensando que el gobierno con sus aparatos de violencia legal, puede llegar a ser el que coarte los derechos de los individuos libres de ese territorio. Por ello, la norma general, el contrato social, la constitución del país, debe impedir que el gobierno tenga poderes ilimitados sobre las personas, que transija sus derechos, que los limite y abuse de ellos con cualquier excusa. La limitación del poder de los gobernantes y la división de funciones de las instituciones, su separación e independencia real deben ser la búsqueda de todos los ciudadanos.

Desgraciadamente, con muchísima frecuencia encuentro que en la sociedad no se intenta la búsqueda, el debate, el diálogo y la implementación de dichos principios. Con demasiada frecuencia encuentro que lo importante para los distintos grupos es colocar en los puestos de autoridad, poder y decisión a personas que me son afines con toda la intención que desde esa posición de autoridad y poder pueda arreglarme mis asuntos, me pegue una ayudadita, me mantenga o me cree privilegios.

Así que hoy, una izquierda sorda, ciega y sordomuda quiere justificar lo injustificable: proteger al tirano, a los asesinos Daniel Ortega y Rosario Murillo, con una cantaleta de lo más ridículo, sino es que ingenua, de la protección del pueblo nicaragüense de los lacayos del imperialismo, de una posible agresión o invasión y cualquier pamplina que se ocurra. Mismo argumento que utilizan hasta hoy el gobierno nicaragüense y el venezolano comandado por Nicolás Maduro.

¡Claro que en Nicaragua hay una defensa con piedras y morteros! Si no existiera esa represión violenta y asesina no se vería, con total seguridad, un ataque a estaciones policiales con esos morteros y piedras. ¡Se hace porque es la única forma desigual, de defensa, de un pueblo que se encuentra desarmado, violentando su derecho, de la vida,libertad y su propiedad!

El discurso del lado de los gobiernos en todas las latitudes y tipos de gobierno es el mismo, imponer el orden contra los subversivos terroristas, reprimir a los violentos.

En Guatemala, cuando el gobierno ha actuado así, entonces otros defienden lo indefendible, los que hoy critican a Ortega-Murillo o a Chavez-Maduro. No podemos seguir así, criticando las acciones de aquellos con los que no estamos de acuerdo por razones únicamente ideológicas sin autoexaminarnos primero, defendiendo las acciones equivocadas de nuestros amigos, sino valorando las acciones de cada uno a la luz de la defensa de los derechos individuales. Es cuestión de principios, no de personas.

No podemos seguir en la hipocresía de los valores, tenemos que hacer la diferencia, regirnos por la defensa de la vida, la libertad, la propiedad y la familia. Llamar a lo malo, malo, y llamar a lo bueno, bueno. El proceso de reflexión y conciencia debe ser hoy, no cabe más equivocación tendenciosa. Si el gobierno con el que simpatizo hace algo errado, lo denuncio, de la misma manera que con quien no simpatizo.

Sígame y compenteme en Twitter: @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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No podemos seguir en la hipocresía de los valores, tenemos que hacer la diferencia, regirnos por la defensa de la vida, la libertad, la propiedad y la familia.

Intento con este espacio hacer una reflexión personal y llamar a una reflexión personal individual, a una apertura de corazón y de mente, de intentar sacudirme de ideas preconcebidas y dejar el equipaje de raciocinios, justificaciones y demás por una simple idea, ver hacia adentro, medirme con la intención de ser mejor, de procurar ser mejor.

Hace poco leía de alguien que se atrevía a decir que si en algo su pensamiento había logrado un cambio, una reflexión acerca de alguna cuestión que en ese momento podía ser llamada fuera de moda o antisistema, pero que en ella misma se llegaba a la mejor ruta para defender ciertos principios y ciertos valores, aquellos que son llamados los derechos fundamentales del hombre, anteriores y superiores al Estado, los que cuidan del hombre en su esencia, en su identidad – la vida, la libertad, la propiedad y la familia – esos fundamentos para intentar, sino lograr, el desarrollo personal y de las naciones podía decirlo con la frente en alto: “no hay nada de que avergonzarse”.

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En Nicaragua está sucediendo una masacre. No se le puede llamar de otra forma. Cuando una ciudadanía protesta pacíficamente en contra de una injusticia y es reprimida violenta y brutalmente como hemos podido atestiguar, muchos de forma personal y millones más a través del altavoz de los nuevos medios de comunicación masiva, desde la internet por las redes sociales, no podemos llamarla de otra forma: es una masacre vil, actos orquestados de violencia organizada a través del poder del Estado, que los reprime, asesina, tortura, desaparece, hiere, violenta sus hogares y lugares de estudio, etc. La represión del Estado por medio de sus órganos oficiales y también, por aquellos que siempre fueron diseñados para esto – grupos paramilitares – para reprimir a los ciudadanos que en cualquier momento intentaran, osaran, pararse valientemente contra la tiranía. ¡Ya quisiera yo ver a esos valientes enmascarados paramilitares enfrentarse a un ejército y no salir corriendo – o saltar de un tren, como alguna vez nos señaló la historia!

El diseño de un Estado represor es un símbolo que todos los Estados en su diseño original deben impedir y hacerse pensando que el gobierno con sus aparatos de violencia legal, puede llegar a ser el que coarte los derechos de los individuos libres de ese territorio. Por ello, la norma general, el contrato social, la constitución del país, debe impedir que el gobierno tenga poderes ilimitados sobre las personas, que transija sus derechos, que los limite y abuse de ellos con cualquier excusa. La limitación del poder de los gobernantes y la división de funciones de las instituciones, su separación e independencia real deben ser la búsqueda de todos los ciudadanos.

Desgraciadamente, con muchísima frecuencia encuentro que en la sociedad no se intenta la búsqueda, el debate, el diálogo y la implementación de dichos principios. Con demasiada frecuencia encuentro que lo importante para los distintos grupos es colocar en los puestos de autoridad, poder y decisión a personas que me son afines con toda la intención que desde esa posición de autoridad y poder pueda arreglarme mis asuntos, me pegue una ayudadita, me mantenga o me cree privilegios.

Así que hoy, una izquierda sorda, ciega y sordomuda quiere justificar lo injustificable: proteger al tirano, a los asesinos Daniel Ortega y Rosario Murillo, con una cantaleta de lo más ridículo, sino es que ingenua, de la protección del pueblo nicaragüense de los lacayos del imperialismo, de una posible agresión o invasión y cualquier pamplina que se ocurra. Mismo argumento que utilizan hasta hoy el gobierno nicaragüense y el venezolano comandado por Nicolás Maduro.

¡Claro que en Nicaragua hay una defensa con piedras y morteros! Si no existiera esa represión violenta y asesina no se vería, con total seguridad, un ataque a estaciones policiales con esos morteros y piedras. ¡Se hace porque es la única forma desigual, de defensa, de un pueblo que se encuentra desarmado, violentando su derecho, de la vida,libertad y su propiedad!

El discurso del lado de los gobiernos en todas las latitudes y tipos de gobierno es el mismo, imponer el orden contra los subversivos terroristas, reprimir a los violentos.

En Guatemala, cuando el gobierno ha actuado así, entonces otros defienden lo indefendible, los que hoy critican a Ortega-Murillo o a Chavez-Maduro. No podemos seguir así, criticando las acciones de aquellos con los que no estamos de acuerdo por razones únicamente ideológicas sin autoexaminarnos primero, defendiendo las acciones equivocadas de nuestros amigos, sino valorando las acciones de cada uno a la luz de la defensa de los derechos individuales. Es cuestión de principios, no de personas.

No podemos seguir en la hipocresía de los valores, tenemos que hacer la diferencia, regirnos por la defensa de la vida, la libertad, la propiedad y la familia. Llamar a lo malo, malo, y llamar a lo bueno, bueno. El proceso de reflexión y conciencia debe ser hoy, no cabe más equivocación tendenciosa. Si el gobierno con el que simpatizo hace algo errado, lo denuncio, de la misma manera que con quien no simpatizo.

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