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La Rebelión de los Payasos: The Joker y la salud mental como tabú

Juan Diego Godoy
11 de octubre, 2019

Fue así como un rebelde, un anti-sistema, tomó el control de la opinión pública y llamó la atención de los medios para comenzar a ganar seguidores y adeptos a su movimiento, a pesar de los atropellos morales que esto podría conllevar. La ciudad fue caos y reinó el desorden. Así inició la “rebelión de los payasos”; un título que podría haber sido robado de alguna saga de Star Wars y algún stand up comedy de Netflix – esas que están de moda. Pero sucede que es el título de esta columna porque esconde un secreto a voces: cuando a un grupo de individuos se le ha marginado por tanto tiempo y a tal extremo que sus necesidades y súplicas han sido ignoradas por quienes si podrían atenderlas, en ese momento es cuando las masas se rebelan y nombran como líder al más improbable, al menos sumiso, al más inadaptado, al menos preparado…. a un “payaso”. Y ese es uno de los potentes mensajes de la película “The Jocker”, de Todd Phillips, protagonizada por Joaquin Phoenix.

La película “The Joker”, ahora en cines guatemaltecos, ha traído a la palestra pública un tema que aún es tabú en este país y en varias partes del mundo, sobre todo en las geografías que se consideran “tercermundistas”. La historia de un personaje que podría considerarse como un “loco” no es más que la representación gráfica – y cínica – de lo que puede llegar a suceder cuando realidades como la falta de salud mental suelen ser desatendidas en la sociedad y en los medios de comunicación y reemplazadas por esas agendas potentes que priorizan temas como el chismorreo de los líderes, la politización de la justicia y la victimización teatral de grupos que viven del conflicto, en lugar de alertar en primera plana sobre cuestiones que, silenciosamente, están afectando a generaciones enteras, como la proliferación de la desnutrición crónica, la persecución de inocentes en el vientre materno, la coartación de libertades por el resurgimiento de viejas ideas que se creían muertas por sus fracasos en el siglo XX o bien, la desatención de la salud mental, entre otras.

Pero vamos con la última nombrada: la salud mental. Si no cree que la poca – nula – atención al tratamiento de la salud mental es un grave problema, entonces vamos a los datos. De acuerdo con el Plan de Acción para la Salud Mental de las Américas (2015-2020) (LINK: https://www.paho.org/hq/dmdocuments/2015/Salud-Mental-Brochure-11×17-V5.pdf) desarrollado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y sus Estados Miembros  (Guatemala entre ellos), el estudio concluye que entre los adultos que sufren trastornos afectivos, de ansiedad y por uso de sustancias, severos o moderados, el 73,5% no recibe un tratamiento adecuado. Además, asegura que 1 de cada 4 personas en las Américas sufre algún trastorno de salud mental o por uso de sustancias durante su vida. Finalmente, el estudio revela que en la mayoría de los países de las Américas, sólo entre 1% y 5% del presupuesto de salud es asignado a la salud mental. 

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Hay más estudios e informes que recomiendo leer a quien le interese. “La carga de los trastornos mentales en la Región de las Américas, 2018 “ (LINK: http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/49578/9789275320280_spa.pdf?sequence=9&isAllowed=y), por ejemplo, o el “Atlas de la Salud Mental en las Américas, 2017” (LINK: http://iris.paho.org/xmlui/handle/123456789/49664). Sin embargo, solo los expertos, estudiosos, o personas realmente interesadas en estos temas leerán los textos. El resto, como es normal, preferiríamos esta información digerida en otro formato y por eso, regresamos a la importancia de la película de Todd Phllips, “The Joker”. 

Películas como ésta no pueden ser vistas por cualquiera. Es un hecho que el nivel de violencia y maldad sobrepasa los límites de aceptación para cualquier persona. Sin embargo, es probable que ésta película se salte los límites de lo “socialmente permitido” para hacernos reflexionar, forzosamente, sobre la salud mental de nuestra sociedad, el nivel de atención que le prestan nuestras autoridades y las pocas – por no decir nulas – iniciativas de la ciudadanía para tratar esta realidad. Ahora bien, toda autoridad, líder de opinión, padres y madres, educadores y periodistas deberían observarla detalladamente, fuera del lente de Hollywood y desde una perspectiva realista: la depresión, el abuso, la ansiedad, los trastornos de personalidad y mucho más; todo esto es real y no está siendo atendido como debiera. ¿Cuántos niños son abusados sexual o psicológicamente en nuestro país? ¿Qué programas públicos y privados existen para tratar a estas víctimas? ¿Cómo están nuestras políticas de prevención? ¿Hasta dónde llega el tratamiento de “salud mental” en el país considerando que en la Ciudad de Guatemala – la prueba viviente del fracaso de la descentralización y del abandono descarado de todo un país – uno de los centros públicos de salud mental es el Hospital Federico Mora, que se encuentra en condiciones deplorables e inhumanas? ¿Qué tiene que ocurrir para que le prestemos atención a este tema?

Con la tragedia del Cambray II y la del Volcán de Fuego abrimos los ojos para comprobar que necesitamos un ordenamiento territorial que responda a las medidas de seguridad. Con el asesinato del lago de Amatitlán, la contaminación del Motagua y la devastación de nuestros bosques en Petén, caímos en cuenta que nos hemos dedicado a desperdiciar la flora y fauna que se nos ha confiado. ¿Qué debe suceder para que veamos realidades como la salud mental y comprendamos que tratarlas es una necesidad de carácter urgente? ¿Más películas? Quizás. O un “loco” que, desesperado y cansado de tanta marginación, se levante un día y conduzca la rebelión de los payasos. 


#TendamosPuentes

@JDGodoy95


La Rebelión de los Payasos: The Joker y la salud mental como tabú

Juan Diego Godoy
11 de octubre, 2019

Fue así como un rebelde, un anti-sistema, tomó el control de la opinión pública y llamó la atención de los medios para comenzar a ganar seguidores y adeptos a su movimiento, a pesar de los atropellos morales que esto podría conllevar. La ciudad fue caos y reinó el desorden. Así inició la “rebelión de los payasos”; un título que podría haber sido robado de alguna saga de Star Wars y algún stand up comedy de Netflix – esas que están de moda. Pero sucede que es el título de esta columna porque esconde un secreto a voces: cuando a un grupo de individuos se le ha marginado por tanto tiempo y a tal extremo que sus necesidades y súplicas han sido ignoradas por quienes si podrían atenderlas, en ese momento es cuando las masas se rebelan y nombran como líder al más improbable, al menos sumiso, al más inadaptado, al menos preparado…. a un “payaso”. Y ese es uno de los potentes mensajes de la película “The Jocker”, de Todd Phillips, protagonizada por Joaquin Phoenix.

La película “The Joker”, ahora en cines guatemaltecos, ha traído a la palestra pública un tema que aún es tabú en este país y en varias partes del mundo, sobre todo en las geografías que se consideran “tercermundistas”. La historia de un personaje que podría considerarse como un “loco” no es más que la representación gráfica – y cínica – de lo que puede llegar a suceder cuando realidades como la falta de salud mental suelen ser desatendidas en la sociedad y en los medios de comunicación y reemplazadas por esas agendas potentes que priorizan temas como el chismorreo de los líderes, la politización de la justicia y la victimización teatral de grupos que viven del conflicto, en lugar de alertar en primera plana sobre cuestiones que, silenciosamente, están afectando a generaciones enteras, como la proliferación de la desnutrición crónica, la persecución de inocentes en el vientre materno, la coartación de libertades por el resurgimiento de viejas ideas que se creían muertas por sus fracasos en el siglo XX o bien, la desatención de la salud mental, entre otras.

Pero vamos con la última nombrada: la salud mental. Si no cree que la poca – nula – atención al tratamiento de la salud mental es un grave problema, entonces vamos a los datos. De acuerdo con el Plan de Acción para la Salud Mental de las Américas (2015-2020) (LINK: https://www.paho.org/hq/dmdocuments/2015/Salud-Mental-Brochure-11×17-V5.pdf) desarrollado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y sus Estados Miembros  (Guatemala entre ellos), el estudio concluye que entre los adultos que sufren trastornos afectivos, de ansiedad y por uso de sustancias, severos o moderados, el 73,5% no recibe un tratamiento adecuado. Además, asegura que 1 de cada 4 personas en las Américas sufre algún trastorno de salud mental o por uso de sustancias durante su vida. Finalmente, el estudio revela que en la mayoría de los países de las Américas, sólo entre 1% y 5% del presupuesto de salud es asignado a la salud mental. 

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Películas como ésta no pueden ser vistas por cualquiera. Es un hecho que el nivel de violencia y maldad sobrepasa los límites de aceptación para cualquier persona. Sin embargo, es probable que ésta película se salte los límites de lo “socialmente permitido” para hacernos reflexionar, forzosamente, sobre la salud mental de nuestra sociedad, el nivel de atención que le prestan nuestras autoridades y las pocas – por no decir nulas – iniciativas de la ciudadanía para tratar esta realidad. Ahora bien, toda autoridad, líder de opinión, padres y madres, educadores y periodistas deberían observarla detalladamente, fuera del lente de Hollywood y desde una perspectiva realista: la depresión, el abuso, la ansiedad, los trastornos de personalidad y mucho más; todo esto es real y no está siendo atendido como debiera. ¿Cuántos niños son abusados sexual o psicológicamente en nuestro país? ¿Qué programas públicos y privados existen para tratar a estas víctimas? ¿Cómo están nuestras políticas de prevención? ¿Hasta dónde llega el tratamiento de “salud mental” en el país considerando que en la Ciudad de Guatemala – la prueba viviente del fracaso de la descentralización y del abandono descarado de todo un país – uno de los centros públicos de salud mental es el Hospital Federico Mora, que se encuentra en condiciones deplorables e inhumanas? ¿Qué tiene que ocurrir para que le prestemos atención a este tema?

Con la tragedia del Cambray II y la del Volcán de Fuego abrimos los ojos para comprobar que necesitamos un ordenamiento territorial que responda a las medidas de seguridad. Con el asesinato del lago de Amatitlán, la contaminación del Motagua y la devastación de nuestros bosques en Petén, caímos en cuenta que nos hemos dedicado a desperdiciar la flora y fauna que se nos ha confiado. ¿Qué debe suceder para que veamos realidades como la salud mental y comprendamos que tratarlas es una necesidad de carácter urgente? ¿Más películas? Quizás. O un “loco” que, desesperado y cansado de tanta marginación, se levante un día y conduzca la rebelión de los payasos. 


#TendamosPuentes

@JDGodoy95