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Guatemala es primero

Fernando García Molina
02 de diciembre, 2019

Durante noviembre y parte de octubre las noticias y mensajes a través de las redes sociales nos informaron con vídeos y comentarios los sucesos en América del Sur. Para mí lo sorpresivo fue lo acontecido en Santiago y otras ciudades chilenas. Se trata del país emblema de América Latina; el que mayor desarrollo consiguió en los últimos 46 años.

Antes los países del Sur de América, principalmente sus vecinos veían a Argentina como aquel donde brillaba con mayor intensidad el intelecto, la educación, la formación académica, la literatura, las artes…

Pero fue Chile el que poco a poco consiguió atraer la mirada de los demás, al tiempo que Argentina declinaba por razones cada vez más conocidas y menos discutibles. Las mismas causas que a partir del año próximo podrían volver a quitarle la tenue esperanza que conservaba para resurgir.

Como consecuencia del éxito económico alcanzado, llegó el desarrollo en las artes, las ciencias y la tecnología. Las universidades chilenas se colocaron a la cabeza de las universidades en toda la región iberoamericana.

¿Cómo, entonces, entonces, aquellos sucesos aciagos pudieron acontecer?

No quiero especular sobre las causas. Pero si deseo comentar sobre la constante en todos, o casi todos, los mensajes que he recibido en la redes sociales. Los chilenos académicos y quienes ocupan la parte más alta de esa sociedad, insisten en que el gran error cometido por el presidente Piñera fue su política de fronteras abiertas, posiblemente dictadas por la ONU, que cogobierna ese país. Están convencidos de que, a través de sus fronteras, entraron personas que no buscaban refugio sino llevaban la consigna de causar daño.

Los infiltrados, dicen, promovieron los incendios y la destrucción de gran parte de la infraestructura en las ciudades chilenas, principalmente en Santiago.

Hoy un poco tarde los chilenos se han convertido en guardianes celosos de sus fronteras a través de las cuales el ingreso de cualquier persona quedó sujeto a minuciosas revisiones y cuidadosos análisis. 

Nosotros en Guatemala estamos haciendo exactamente lo contrario. El gobierno puso nuestras fronteras al servicio de otro gobierno. Estados Unidos enviará a quienes no desea tener en su territorio mientras desarrollan el trámite de asilo en ese país. Trasladaron a nuestra Guatemala un problema que debiera ser solo suyo ¿Acaso se puede asegurar que no hay ya infiltrados internacionales en CODECA, CUC o las fundaciones Toriello y Turcios Lima?

A Estados Unidos también llegan personas provenientes de Europa, Asia y Oceanía. Ellos buscan instalarse, trabajar y desarrollar su vida allí y suelen ser bienvenidos. En particular aquellos que llegan con sumas importantes de dinero para instalar empresas en ese país. También lo son quienes, sin tener esos recursos, presentan un potencial de desarrollo para Estados Unidos.

Trump lo dijo con diáfana claridad (usó otras palabras): Si un migrante viene de Noruega, le abro los brazos; si viene de Latinoamérica le doy una patada en el culo.

Los “otros” migrantes permanecerán en Estados Unidos. Nunca serían remitidos a Guatemala. Aquí vendrán quienes carecen de dinero, los que no tienen una formación para el trabajo, los faltos de educación y quienes no muestran mayor habilidad dentro del mundo de la tecnología. Indudablemente en su gran mayoría se trata de buenas personas, pero con absoluta certeza, también vendrán ladrones y asesinos, asaltantes, pandilleros, violadores de personas y demás lacras sociales, la escoria humana.

A la larga, nuestras autoridades no les podrán negar la entrada. Habremos de acogerlos, de la misma forma que lo hacemos con la gente buena, trabajadora y honrada que desde siempre hemos recibido en nuestro país.

En Guatemala conviven con nosotros muchos salvadoreños y hondureños, así como personas de otras nacionalidades que se han integrado a nuestro país para establecer aquí su futuro y el de sus hijos. Muchos de ellos, posiblemente una mayoría, son mejores ciudadanos que los aquí nacidos ya que suelen ser más respetuosos de la ley y de nuestras tradiciones y costumbres.

Recientemente el presidente Bukele persiguió a criminales salvadoreños para encerrarlos. El acoso contra ellos produjo que algunos capitularan ofreciendo reconvertirse. Otros huyeron hacia Guatemala, Honduras o Nicaragua. Los que vinieron hacia acá fueron detenidos y podrán ser deportados. Ellos están sujetos a nuestras leyes. Con los enviados por Estados Unidos será mucho más complejo; recibirán trato preferencial.

Tendremos que ofrecerles servicios de salud y de educación; harán uso de nuestra infraestructura pública y acudirán a los tribunales de justicia como ofendidos o como ofensores. Existe un costo de oportunidad por los servicios que se les preste. Son servicios que se dejarán de prestar a los residentes actuales, quienes pagan impuestos para mantener las escuelas, hospitales, carreteras, tribunales…

Mala herencia nos deja Morales, Degenhart y Jovel, a quienes muy probablemente habremos de recordar con lamentos por haber articulado el convenio por medio del cual Guatemala pierde su soberano derecho de aceptar o rechazar a quienes libremente desean establecerse aquí. En adelante Estados Unidos obligará a quienes no desee tener en su territorio, a venir a Guatemala y forzará a nuestro país a recibirlos. Nos habremos quedado sin soberanía.

Muchas personas en Guatemala respetan profundamente las instituciones de Estados Unidos y a sus ciudadanos. Están auténticamente temerosos con el proceso político que se sigue contra Trump. Temen que el año próximo los demócratas puedan ganar las elecciones y que una vez en el poder, envíen otro Todd Robinson como procónsul y que este nos ofenda de la manera terrible como lo hizo el anterior.

Personalmente comparto esos temores. Sin embargo, rechazo absolutamente, sin la menor duda, que nuestro territorio que nuestro país, que nuestra soberanía, que nuestra dignidad sea sacrificada para resolver los problemas políticos de Estados Unidos. No debemos cubrir sus costos sacrificando nuestra precaria institucionalidad. Guatemala debe estar, siempre primero. 

Morales, Degenhart y Jovel no lo entendieron así. Que la historia los condene.

Muy pronto Giammattei será juramentado por el Congreso de la República y deberá repetir, con emoción y fervor patrio, al igual que sus antecesores, el juramento de rigor:

Presidente del Congreso: Ciudadano Alejandro Eduardo Giammattei Falla: ¿Jura usted ante Dios y por su honor de ciudadano ser fiel, leal y obediente a la Constitución Política de la República de Guatemala, cumplirla y velar porque se cumpla?

¿Jura usted fortalecer el Estado de Derecho y para el efecto cumplir, respetar y velar por el cumplimiento de la leyes de la Nación?

¿Jura usted cumplir con honor patriótico el cargo de Presidente de la República para el cual directa y popularmente electo?

Presidente del Congreso: Si así lo hiciere la patria lo premie, de lo contrario la historia y el pueblo de Guatemala se lo exigirán y se lo demandarán.

En nombre del Congreso de la República y del pueblo de Guatemala aquí representado legal, legítima y solemnemente, le doy posesión del cargo de la Presidente de la República de Guatemala para el período 2020 – 2024.

Sé que no es así, pero pienso que ese juramento debiera incluir una parte en la que se le hiciera exclamar: Guatemala es primero, es segundo es tercero…Zona de los archivos adjuntos

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02 de diciembre, 2019

Durante noviembre y parte de octubre las noticias y mensajes a través de las redes sociales nos informaron con vídeos y comentarios los sucesos en América del Sur. Para mí lo sorpresivo fue lo acontecido en Santiago y otras ciudades chilenas. Se trata del país emblema de América Latina; el que mayor desarrollo consiguió en los últimos 46 años.

Antes los países del Sur de América, principalmente sus vecinos veían a Argentina como aquel donde brillaba con mayor intensidad el intelecto, la educación, la formación académica, la literatura, las artes…

Pero fue Chile el que poco a poco consiguió atraer la mirada de los demás, al tiempo que Argentina declinaba por razones cada vez más conocidas y menos discutibles. Las mismas causas que a partir del año próximo podrían volver a quitarle la tenue esperanza que conservaba para resurgir.

Como consecuencia del éxito económico alcanzado, llegó el desarrollo en las artes, las ciencias y la tecnología. Las universidades chilenas se colocaron a la cabeza de las universidades en toda la región iberoamericana.

¿Cómo, entonces, entonces, aquellos sucesos aciagos pudieron acontecer?

No quiero especular sobre las causas. Pero si deseo comentar sobre la constante en todos, o casi todos, los mensajes que he recibido en la redes sociales. Los chilenos académicos y quienes ocupan la parte más alta de esa sociedad, insisten en que el gran error cometido por el presidente Piñera fue su política de fronteras abiertas, posiblemente dictadas por la ONU, que cogobierna ese país. Están convencidos de que, a través de sus fronteras, entraron personas que no buscaban refugio sino llevaban la consigna de causar daño.

Los infiltrados, dicen, promovieron los incendios y la destrucción de gran parte de la infraestructura en las ciudades chilenas, principalmente en Santiago.

Hoy un poco tarde los chilenos se han convertido en guardianes celosos de sus fronteras a través de las cuales el ingreso de cualquier persona quedó sujeto a minuciosas revisiones y cuidadosos análisis. 

Nosotros en Guatemala estamos haciendo exactamente lo contrario. El gobierno puso nuestras fronteras al servicio de otro gobierno. Estados Unidos enviará a quienes no desea tener en su territorio mientras desarrollan el trámite de asilo en ese país. Trasladaron a nuestra Guatemala un problema que debiera ser solo suyo ¿Acaso se puede asegurar que no hay ya infiltrados internacionales en CODECA, CUC o las fundaciones Toriello y Turcios Lima?

A Estados Unidos también llegan personas provenientes de Europa, Asia y Oceanía. Ellos buscan instalarse, trabajar y desarrollar su vida allí y suelen ser bienvenidos. En particular aquellos que llegan con sumas importantes de dinero para instalar empresas en ese país. También lo son quienes, sin tener esos recursos, presentan un potencial de desarrollo para Estados Unidos.

Trump lo dijo con diáfana claridad (usó otras palabras): Si un migrante viene de Noruega, le abro los brazos; si viene de Latinoamérica le doy una patada en el culo.

Los “otros” migrantes permanecerán en Estados Unidos. Nunca serían remitidos a Guatemala. Aquí vendrán quienes carecen de dinero, los que no tienen una formación para el trabajo, los faltos de educación y quienes no muestran mayor habilidad dentro del mundo de la tecnología. Indudablemente en su gran mayoría se trata de buenas personas, pero con absoluta certeza, también vendrán ladrones y asesinos, asaltantes, pandilleros, violadores de personas y demás lacras sociales, la escoria humana.

A la larga, nuestras autoridades no les podrán negar la entrada. Habremos de acogerlos, de la misma forma que lo hacemos con la gente buena, trabajadora y honrada que desde siempre hemos recibido en nuestro país.

En Guatemala conviven con nosotros muchos salvadoreños y hondureños, así como personas de otras nacionalidades que se han integrado a nuestro país para establecer aquí su futuro y el de sus hijos. Muchos de ellos, posiblemente una mayoría, son mejores ciudadanos que los aquí nacidos ya que suelen ser más respetuosos de la ley y de nuestras tradiciones y costumbres.

Recientemente el presidente Bukele persiguió a criminales salvadoreños para encerrarlos. El acoso contra ellos produjo que algunos capitularan ofreciendo reconvertirse. Otros huyeron hacia Guatemala, Honduras o Nicaragua. Los que vinieron hacia acá fueron detenidos y podrán ser deportados. Ellos están sujetos a nuestras leyes. Con los enviados por Estados Unidos será mucho más complejo; recibirán trato preferencial.

Tendremos que ofrecerles servicios de salud y de educación; harán uso de nuestra infraestructura pública y acudirán a los tribunales de justicia como ofendidos o como ofensores. Existe un costo de oportunidad por los servicios que se les preste. Son servicios que se dejarán de prestar a los residentes actuales, quienes pagan impuestos para mantener las escuelas, hospitales, carreteras, tribunales…

Mala herencia nos deja Morales, Degenhart y Jovel, a quienes muy probablemente habremos de recordar con lamentos por haber articulado el convenio por medio del cual Guatemala pierde su soberano derecho de aceptar o rechazar a quienes libremente desean establecerse aquí. En adelante Estados Unidos obligará a quienes no desee tener en su territorio, a venir a Guatemala y forzará a nuestro país a recibirlos. Nos habremos quedado sin soberanía.

Muchas personas en Guatemala respetan profundamente las instituciones de Estados Unidos y a sus ciudadanos. Están auténticamente temerosos con el proceso político que se sigue contra Trump. Temen que el año próximo los demócratas puedan ganar las elecciones y que una vez en el poder, envíen otro Todd Robinson como procónsul y que este nos ofenda de la manera terrible como lo hizo el anterior.

Personalmente comparto esos temores. Sin embargo, rechazo absolutamente, sin la menor duda, que nuestro territorio que nuestro país, que nuestra soberanía, que nuestra dignidad sea sacrificada para resolver los problemas políticos de Estados Unidos. No debemos cubrir sus costos sacrificando nuestra precaria institucionalidad. Guatemala debe estar, siempre primero. 

Morales, Degenhart y Jovel no lo entendieron así. Que la historia los condene.

Muy pronto Giammattei será juramentado por el Congreso de la República y deberá repetir, con emoción y fervor patrio, al igual que sus antecesores, el juramento de rigor:

Presidente del Congreso: Ciudadano Alejandro Eduardo Giammattei Falla: ¿Jura usted ante Dios y por su honor de ciudadano ser fiel, leal y obediente a la Constitución Política de la República de Guatemala, cumplirla y velar porque se cumpla?

¿Jura usted fortalecer el Estado de Derecho y para el efecto cumplir, respetar y velar por el cumplimiento de la leyes de la Nación?

¿Jura usted cumplir con honor patriótico el cargo de Presidente de la República para el cual directa y popularmente electo?

Presidente del Congreso: Si así lo hiciere la patria lo premie, de lo contrario la historia y el pueblo de Guatemala se lo exigirán y se lo demandarán.

En nombre del Congreso de la República y del pueblo de Guatemala aquí representado legal, legítima y solemnemente, le doy posesión del cargo de la Presidente de la República de Guatemala para el período 2020 – 2024.

Sé que no es así, pero pienso que ese juramento debiera incluir una parte en la que se le hiciera exclamar: Guatemala es primero, es segundo es tercero…Zona de los archivos adjuntos

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