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Un mensaje para la navidad

Redacción
25 de diciembre, 2019

Tengo setenta y un años, en los cuales los gratos recuerdos de la navidad me muestran ese esfuerzo de la humanidad por encontrar coraje para enfrentar las vicisitudes y arbitrariedades de la vida. El tiempo venidero son sombríos pues un enjambre de personas ha aguijoneado inadecuadamente para producir hiel en lugar de la ansiada miel. La tristeza me invade a borbotones, pero han curado mi orgullo, soberbia y aquellos males de los cuales padecen los que no aceptan que la vida siempre es un don y una tarea.

Mis setenta y un años han demandado esfuerzo. Muchos no notan esas cualidades porque su empeño en destruirme es más eficaz que el deseo de tenderme su generosidad que caracteriza el espíritu liberal y que puedo decir abiertamente se dio pródigamente para todos muchos de los cuales me miran con desprecio inclusive desde mi propia familia. Sin embargo, me gusta la belleza de la vida encarnada en aquello que suelo hacer mejor: tener una mirada personal de la hipocresía humana.

La navidad debe ser ese momento en el cual entendemos la condición humana y la compartimos de buena voluntad. No es momento de entregarse al despilfarro sino a la acción humana cálida y sincera.

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En 1999 tuve la dicha de ver nacer una hermosa niña, inteligente, perspicaz y con deseo de esforzarse por la vida. Ella me ha enseñado que la dedicación y el esfuerzo dan sus frutos en su tiempo. Tuve la desgracia de enterarme que mientras se esforzaba por aquellas cosas que en la vida valen un conductor ebrio envistió su vehículo, se dio a la fuga y la dejo con serias lesiones. Esto ocurrió el viernes 13 de noviembre. 

Personas de noble corazón al percatarse de lo sucedido dieron persecución y lograron detener al conductor quien resultó ser un guarda de seguridad privada. Su seguro le dio cobertura y el abogado de la empresa increpo a una jovencita de escasos veinte años para que firmara un desistimiento a favor de un guatemalteco lacra para la normatividad de vivir en armonía. 

En contubernio con la policía nacional civil y los ajustadores de dos compañías protegieron al infractor mientras la niña se debatía por su vida en una crisis de salud coaccionada por policías, abogados y ajustadores. Ahora enfrenta un posible trauma craneal y condiciones que pueden conducir a dejarla parapléjica o con daño irreversible severo.

Es la navidad una época para destruir hermosas vidas y proteger malhechores amparados en el poder y el dinero. Creo que no. El caso MP0014-2019-102742 no debe convertirse en una estadística más del ministerio público. Debe ser un motivo para que los guatemaltecos entendamos la necesidad de que el orden social siga por el camino de la normatividad.

A los padres y madres insto a que cuiden a sus hijos y les enseñen que este país cambia cuando enfrentamos con coraje y voluntad la arbitrariedad y entendemos que el Derecho es un pilar en la construcción de la paz.




Un mensaje para la navidad

Redacción
25 de diciembre, 2019

Tengo setenta y un años, en los cuales los gratos recuerdos de la navidad me muestran ese esfuerzo de la humanidad por encontrar coraje para enfrentar las vicisitudes y arbitrariedades de la vida. El tiempo venidero son sombríos pues un enjambre de personas ha aguijoneado inadecuadamente para producir hiel en lugar de la ansiada miel. La tristeza me invade a borbotones, pero han curado mi orgullo, soberbia y aquellos males de los cuales padecen los que no aceptan que la vida siempre es un don y una tarea.

Mis setenta y un años han demandado esfuerzo. Muchos no notan esas cualidades porque su empeño en destruirme es más eficaz que el deseo de tenderme su generosidad que caracteriza el espíritu liberal y que puedo decir abiertamente se dio pródigamente para todos muchos de los cuales me miran con desprecio inclusive desde mi propia familia. Sin embargo, me gusta la belleza de la vida encarnada en aquello que suelo hacer mejor: tener una mirada personal de la hipocresía humana.

La navidad debe ser ese momento en el cual entendemos la condición humana y la compartimos de buena voluntad. No es momento de entregarse al despilfarro sino a la acción humana cálida y sincera.

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En 1999 tuve la dicha de ver nacer una hermosa niña, inteligente, perspicaz y con deseo de esforzarse por la vida. Ella me ha enseñado que la dedicación y el esfuerzo dan sus frutos en su tiempo. Tuve la desgracia de enterarme que mientras se esforzaba por aquellas cosas que en la vida valen un conductor ebrio envistió su vehículo, se dio a la fuga y la dejo con serias lesiones. Esto ocurrió el viernes 13 de noviembre. 

Personas de noble corazón al percatarse de lo sucedido dieron persecución y lograron detener al conductor quien resultó ser un guarda de seguridad privada. Su seguro le dio cobertura y el abogado de la empresa increpo a una jovencita de escasos veinte años para que firmara un desistimiento a favor de un guatemalteco lacra para la normatividad de vivir en armonía. 

En contubernio con la policía nacional civil y los ajustadores de dos compañías protegieron al infractor mientras la niña se debatía por su vida en una crisis de salud coaccionada por policías, abogados y ajustadores. Ahora enfrenta un posible trauma craneal y condiciones que pueden conducir a dejarla parapléjica o con daño irreversible severo.

Es la navidad una época para destruir hermosas vidas y proteger malhechores amparados en el poder y el dinero. Creo que no. El caso MP0014-2019-102742 no debe convertirse en una estadística más del ministerio público. Debe ser un motivo para que los guatemaltecos entendamos la necesidad de que el orden social siga por el camino de la normatividad.

A los padres y madres insto a que cuiden a sus hijos y les enseñen que este país cambia cuando enfrentamos con coraje y voluntad la arbitrariedad y entendemos que el Derecho es un pilar en la construcción de la paz.