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Ni consejos ni días nacionales

María Dolores Arias
10 de abril, 2019

En septiembre del año pasado, el diputadoJavier Alfonso Hernández Ovalle presentó la iniciativa 5499, la cual pretendeaprobar una ley que declare el primer sábado de noviembre como el día nacionalde la oración.

Esta iniciativa que consta de tresartículos  ya cuenta el dictamenfavorable con modificaciones de la Comisión de Legislación y PuntosConstitucionales con un voto razonado desfavorable; además está programada parasu segundo debate en el pleno del Congreso.

Dentro de la exposición de motivos, eldiputado en cuestión, expresa que  lainiciativa busca “garantizar el cumplimento de los valores espirituales comomorales, los cuales son inherentes a la persona, y que toda aquel que deseepromoverlo en los distintos ámbitos en el que se desenvuelva, se sienta con lalibertad de poder de invocar a Dios a través de una oración, sin ningúnobstáculo.”

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La separación de la religión y del Estado es unasunto de suma importancia para la convivencia pacífica de los ciudadanos decualquier país desarrollado. Es precisamente, esta división la que permite alos ciudadanos actuar acorde a su mejor juicio en cuanto a su vida privada, esdecir; que ningún grupo, mayoritario o minoritario, le obligue a actuar endeterminada forma.

Los valores morales y espirituales de lasociedad, a la cual hacen referencia los considerados, no existen como tal yaque son los individuos quienes valoran y deciden por sí mismas; por lo que cadauna de estas valoraciones debe ser respetada. La libertad de elegir la religiónque profesa o no profesar ninguna religión, así como la práctica de la misma,debe ser estrictamente del ámbito privado.

El promover un día nacional de la oración conla excusa de “retomar los valores que se han ido perdiendo” es un intento burdode imponer una creencia personal, y por consiguiente privada, en el ámbitopúblico.

Mantener alejado al Estado de la vida privadade los ciudadanos ha sido una lucha constante que ha costado muchas vidas anuestras civilizaciones occidentales. Dejar que la vida privada sea eso,privada, y que el Estado se mantenga al margen es necesaria si queremos viviren paz, en libertad y no a merced de cualquier populista con poder.

La Constitución garantiza la libertad deculto, no existe impedimento alguno para que las personas se congreguen parapracticar sus creencias. Actualmente cientos y hasta miles de personas sereúnen en vigilias, servicios, maratones, procesiones y demás formas deprofesar su fe.

Actualmente todos convivimos en paz, cadaquien realiza sus ritos, oraciones y demás prácticas sin necesidad de un díaespecial decretado por los diputados. Cada quien en su ámbito privado, vive sufe o su ateísmo sin interferir en las decisiones de los demás, sin usar lafuerza de la ley para imponerla a los demás.

Esta iniciativa es una ocurrencia más dediputados que no entienden de derechos individuales, de la importancia delEstado laico y mucho menos de la naturaleza del gobierno.  Esta iniciativa es un ejemplo más de“legislorrea” inútil que no hace más que engrosar el número de ocurrenciasimproductivas.

Más que ocurrencias “infelices”, necesitamosdeslegislar y quitar las trabas burocráticas que impiden la creación deriqueza. De esto deberían preocuparse los diputados que de las necesidadesespirituales no necesitamos sus consejos ni sus días nacionales.

@Md30

Facebook.com/Mda30

Ni consejos ni días nacionales

María Dolores Arias
10 de abril, 2019

En septiembre del año pasado, el diputadoJavier Alfonso Hernández Ovalle presentó la iniciativa 5499, la cual pretendeaprobar una ley que declare el primer sábado de noviembre como el día nacionalde la oración.

Esta iniciativa que consta de tresartículos  ya cuenta el dictamenfavorable con modificaciones de la Comisión de Legislación y PuntosConstitucionales con un voto razonado desfavorable; además está programada parasu segundo debate en el pleno del Congreso.

Dentro de la exposición de motivos, eldiputado en cuestión, expresa que  lainiciativa busca “garantizar el cumplimento de los valores espirituales comomorales, los cuales son inherentes a la persona, y que toda aquel que deseepromoverlo en los distintos ámbitos en el que se desenvuelva, se sienta con lalibertad de poder de invocar a Dios a través de una oración, sin ningúnobstáculo.”

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Los valores morales y espirituales de lasociedad, a la cual hacen referencia los considerados, no existen como tal yaque son los individuos quienes valoran y deciden por sí mismas; por lo que cadauna de estas valoraciones debe ser respetada. La libertad de elegir la religiónque profesa o no profesar ninguna religión, así como la práctica de la misma,debe ser estrictamente del ámbito privado.

El promover un día nacional de la oración conla excusa de “retomar los valores que se han ido perdiendo” es un intento burdode imponer una creencia personal, y por consiguiente privada, en el ámbitopúblico.

Mantener alejado al Estado de la vida privadade los ciudadanos ha sido una lucha constante que ha costado muchas vidas anuestras civilizaciones occidentales. Dejar que la vida privada sea eso,privada, y que el Estado se mantenga al margen es necesaria si queremos viviren paz, en libertad y no a merced de cualquier populista con poder.

La Constitución garantiza la libertad deculto, no existe impedimento alguno para que las personas se congreguen parapracticar sus creencias. Actualmente cientos y hasta miles de personas sereúnen en vigilias, servicios, maratones, procesiones y demás formas deprofesar su fe.

Actualmente todos convivimos en paz, cadaquien realiza sus ritos, oraciones y demás prácticas sin necesidad de un díaespecial decretado por los diputados. Cada quien en su ámbito privado, vive sufe o su ateísmo sin interferir en las decisiones de los demás, sin usar lafuerza de la ley para imponerla a los demás.

Esta iniciativa es una ocurrencia más dediputados que no entienden de derechos individuales, de la importancia delEstado laico y mucho menos de la naturaleza del gobierno.  Esta iniciativa es un ejemplo más de“legislorrea” inútil que no hace más que engrosar el número de ocurrenciasimproductivas.

Más que ocurrencias “infelices”, necesitamosdeslegislar y quitar las trabas burocráticas que impiden la creación deriqueza. De esto deberían preocuparse los diputados que de las necesidadesespirituales no necesitamos sus consejos ni sus días nacionales.

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